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La revolución sensorial de las ciudades

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El aire limpio y el silencio han dejado de habitar las ciudades. Si conoces México DF, Monterrey, Cochabamba, Lima, Santiago de Chile o Madrid, sabrás de qué te hablo

Liliana Arroyo

05 Junio 2018 15:37

Nos encantan las ciudades vivas, inquietas, vibrantes, con gente de todas partes y donde siempre hay algo para hacer. Pero las ciudades también son tráfico, contaminación y ruido. El aire limpio y el silencio han dejado de habitarlas. Si conoces México DF, Monterrey, Cochabamba, Lima, Santiago de Chile o Madrid, sabrás de qué te hablo.

Los desafíos ambientales están en todas las zonas urbanas, afectando la calidad vida de los que habitamos en ellas y marcando nuestro futuro. Podemos dejar de hacer muchas cosas para cuidar nuestra salud, pero respirar no es una de ellas. Es lo primero que hacemos nada más nacer y lo repetimos 20 veces por minuto. Imagina la cantidad de litros de aire que inspiramos y expiramos al día, y con ello la cantidad de partículas y gases que circulan por nuestros pulmones. Incluso si nos encanta correr, montar en bicicleta y practicar deporte al aire libre, no sabemos si es mejor la vida sedentaria o unos músculos fuertes con pulmones asfaltados.


Esto va de nuestra salud y nuestra libertad de elegir dónde queremos vivir o qué trayectos escoger, en función de la calidad del aire o del ruido en las horas de descanso. Ya no se trata esperar a que venga alguna autoridad a comprobar el problema. Porque a veces no llegan a tiempo o quizá no llegan nunca. Y allí donde los datos oficiales, de ayuntamientos, consejos o gobiernos ignoran el problema, empieza la sensorización ciudadana. Alguien como tú, con tus vecinos y unos sensores.

Ese es el espíritu de Making Sense: empoderar a vecinos de diferentes lugares para que recogieran sus propios datos y contrastarlos con las medidas oficiales o aportar datos que nunca antes se habían recogido. Repartieron decenas de kits de “ciudadanos inteligentes” (por su nombre original en inglés: Smart Citizen Kit) y organizaron talleres para enseñarles a instalarlos, a utilizarlos y a interpretar los datos que subían a la nube. Durante meses estuvieron tejiendo lazos con los habitantes e hicieron una decena de pruebas en puntos candentes en Barcelona, Ámsterdam y Pristina. Todo el proceso está recogido en un documental. En él cuentan todo el proceso de capturar los datos y tejer la comunidad alrededor de eso, pero sobretodo es la historia de vecinos que han logrado cambios reales a sus problemas de salud respiratoria a causa del tráfico, fábricas contaminantes o sus pesadillas nocturnas por vivir en una plaza que nunca duerme.

Los sensores son la palanca que permite acabar con el monopolio de la información, porque podemos crear nuevos datos, contrastarlos y cuestionar las fuentes oficiales. O colaborar con ellas. Esta ciencia ciudadana cambia las reglas del juego: como ciudadanos decidimos dónde colocamos el sensor y para qué, lo que nos convierte en parte activa de la ciudad. La tecnología barata y accesible nos permite romper el monólogo y ponerle voz a nuestro voto.

Atrévete con la ciencia ciudadana

Algunos de los sensores que has visto en el documental están listos para comenzar nuevas misiones en diferentes comunidades. Sabemos que estos problemas están en todo el planeta y aquí es donde entras tú, como protagonista del día a día de tu barrio, tu zona o tu ciudad. El proyecto comenzó justamente con un mapeo de conflictos. El siguiente paso es abrir este mapa a lugares de todo el planeta y dibujar la revolución sensorial de las ciudades, con sensores hechos para gente como tú, con problemas corrientes y que nadie escucha. Si unas docenas de vecinos han conseguido cambiar los usos de una plaza o modificar la legislación sobre contaminación y partículas, qué podemos llegar a cambiar con un mapeo mundial hecho por la ciudadanía consciente.

Entra en este mapa para denunciar puntos de contaminación ambiental o acústica. ¿Qué rincón de tu ciudad debería tener sensores? Añade un pin y cuéntanos qué ocurre que necesite un sensor. O simplemente entra a curiosear los ensayos de Making Sense en España, Holanda y Kosovo. Ya lo verás: la ciencia ciudadana, ha venido para quedarse.

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