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Artículo Pasar varios días borracho, vagar por las calles, subir a trenes y olvidarlo todo Food

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Pasar varios días borracho, vagar por las calles, subir a trenes y olvidarlo todo

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Ningún ruso recuerda cuando Rusia empezó a beber, pero todos conocen el significado de la palabra 'zapói'. Un extraño viaje con litros de vodka barato hacia el alma rusa

Marc Casanovas

22 Febrero 2018 06:00

Alexander, o simplemente Sasha, es nuestro hombre. Su nombre es el más común en Rusia desde 1950. Sasha vive junto con su familia y su mujer Elena, el nombre más repetido entre las féminas, en una ciudad con menos de un millón de habitantes. Trabaja en el sector comercial, pero no es un fanático de lo suyo: el trabajo para él es una fuente de ingresos que le permite vivir. Y no es de sorprender, Alexander gasta una tercera parte de su sueldo para pagar los créditos. Gana 35.744 rublos (635 dólares) al mes, pero en el fondo está convencido de que merece algo mejor. Igual que la mayoría de los rusos.

Este retrato robot del ruso típico es un buen trabajo de la web Russia Beyond con datos oficiales de VCIOM (Russia Public Opinion Research Center). Aunque ingenioso, se salta un pequeño gran detalle. Algo que diferencia a los rusos del resto del mundo: a Sasha, Elena y al resto de rusos mayores de edad les toca un vaso de vodka al día. Es igual que no beban. Es la media per cápita. Vodka u otro alcohol porque hay decenas, centenares, miles de opciones más baratas; alcohol diluido para que dure más. Incluso alcohol de colonias o antisépticos.

“A un lado hablan ruso y beben más, al otro lado beben menos y no hablan ruso…”.

Porque los datos oficiales no mienten: la esperanza de vida en Rusia es de tan solo 58,8 años, 16 por debajo de sus vecinos europeos. El escritor soviético Venedikt Eroféiev no conocía estos datos funestos, pero se encargó de recomendar la mejor manera de delimitar la frontera entre Europa y Rusia con un poema: “A un lado hablan ruso y beben más, al otro lado beben menos y no hablan ruso…”.

Casualidad o no, Eroféiev murió a los 52 años. 6,8 años por debajo de la media rusa. Bebidas aparte.

Evidentemente el alcohol no es el único factor determinante para entender la baja esperanza de vida de los rusos, pero ayuda. Uno de los conceptos más sorprendentes de la cultura popular rusa es el zapói. "Запой" para todos aquellos que quieran buscar información en cirílico. El Centro Nacional para la Información Biotecnológica (NCBI) define zapói como el “período prolongado de embriaguez durante el cual el participante se retira de la vida normal” y lo relaciona directamente con el poder socioeconómico. A menos dinero, mayor posibilidades de caer en un zapói.

"Zapói es pasar varios días borracho, vagar de un lugar a otro, subir en trenes sin saber adónde van" (Limónov, Emanuelle Carrère)

Pero la mejor descripción proviene de la literatura. El escritor francés Emmanuel Carrère lo borda en Limónov, un libro imprescindible y recomendadísimo para entender el alma rusa:

“Zapói es un asunto serio, no una curda de una noche que se paga, como en mi país, con una resaca al día siguiente. Zapói es pasar varios días borracho, vagar de un lugar a otro, subir en trenes sin saber adónde van, confiar los secretos más íntimos a desconocidos casuales, olvidar todo lo que has dicho y hecho: una especie de viaje”.

Aquí aparece un factor fundamental. El factor tiempo es decisivo para diferenciarlo de cualquier borrachera. En el último estudio científico publicado al respecto, de los 1750 rusos encuestados, el 10% reconoció un episodio de zapói durante el último año. Es decir, 170 rusos se “retiraron de su vida normal” para experimentar una maratón de alcohol hasta perder la conciencia durante varios días.

Beber para olvidar que has bebido para seguir bebiendo.

La teoría para defender el zapói tambalea por los cuatro costados. Se basa en diferenciarlo del alcoholismo como si hubiera un base sólida para ello. Es decir, el zapói se plantea como algo esporádico, una manifestación puntual que el individuo hace para celebrar un suceso o para combatir una pena, pero no tiene que ver con la necesidad adictiva y enferma que el alcohólico ha desarrollado ante el alcohol. De esta manera Zapói no implica enfermedad, trastorno ni padecimiento, sólo episodios de beber de forma abusiva, pero con la intención de, tarde o temprano, regresar al estado inicial de sobriedad sin la necesidad de recurrir de nuevo al alcohol para hacer frente a la vida diaria.

El zapói ha agrandado su mitología gracias a la literatura incorporando una aura de misticismo para los jóvenes y dosis de orgullo patrio para los más viejos.

Una argumentación pobre, pero que ha arraigado en la cultura popular. El zapói ha agrandado su mitología gracias a la literatura incorporando una aura de misticismo para los jóvenes (hay que hacerlo una vez en la vida) y dosis de orgullo patrio para los más viejos (nadie aguanta el alcohol ni ha sufrido tanto como nosotros).

Es curioso, pero la opinión de los expertos importa más bien poco o no interesa. Y eso que han sido contundentes: ”El abuso a largo plazo de cualquier tipo de alcohol siempre es malo; tiene efectos tóxicos crónicos, cuyos efectos pueden durar un mes”. asegura Yevgeny Bryun, uno de los principales funcionarios que estudia la alcoholización rusa. "El 59% de todas las muertes de hombres de entre 15 y 54 años están asociadas con el abuso del alcohol”, dicen desde el Centro Ruso de Investigación del Cáncer.

Las leyes han intentado de todas las maneras erradicar el consumo de alcohol en todo el país, pero no hay manera. Ni la subida de precios (la botella de vodka sube anualmente su precio desde 2009), la reducción de horarios de venta (una ley prohíbe la venta de alcohol de diez de la noche a diez de la mañana) ni la inversión millonaria del Kremlin con campañas contra el alcoholismo. Nada.

Svetlana Kolchik, editora jefe adjunta en la edición rusa de la revista Marie Claire, explica en primera persona cómo vivió de pequeña los zapói de su padre:

“Cada familia tiene un secreto; un esqueleto en el armario. El nuestro fue que mi padre bebía. No recuerdo un momento en que no bebiera; comenzó mucho antes de que yo naciera. Era el alcohólico ruso por excelencia, a menudo bebía antes del trabajo, en el trabajo y después del trabajo. Su problema le hizo perder amigos, salud, bienes y, finalmente, su matrimonio. Períodos de sobriedad venían seguidos de tramos de zapói que podían durar días, incluso semanas. A veces el zapói de mi padre coincidió con eventos estresantes (...) 'Solo cuando estoy borracho empiezo a aceptarme', le confesó una vez mi padre a una a mi madre".

“Cada familia tiene un secreto; un esqueleto en el armario. El nuestro fue que mi padre bebía".

Miles de veces se han buscado explicaciones sin llegar a ningna solución. 6 áreas de estudio creían poder aportar la posible causa del fenómeno.:

- Clima: las bajas temperaturas con semanas enteras sin ver el sol implican una propensión a buscar el calor rápido del vodka en el estómago.

- Genética: se cree que la adicción al alcohol corre por sus genes aunque parece un error especular acerca de la infinita profundidad y complejidad del alma rusa.

- Psicología: como observan los psicólogos, para un gran número de hombres rusos, especialmente aquellos que fueron criados por madres solteras, el alcohol es un refuerzo para la autoconfianza.

- Historia: la inestabilidad política cuando la Unión Soviética comenzó a desmoronarse coincide con un mayor abuso del alcohol que se duplicó en el país entre 1987 y 1994.

- Empleo: con el comunismo los trabajadores no tenían tiempo libre. La marcha de los agricultores a las ciudades fomentó la aparición de episodios en masa de alcoholismo grave sin referentes previos.

- Cultura: la literatura se ha encargado de engrandecer el misticismo del zapói acentuando su lado más cool otorgando un poder casi heroico a los protagonistas.

“El número de personas con dependencia del alcohol en Rusia es de aproximadamente 13 millones. Prácticamente la población de Moscú”.

Pero todos estos factores son parte de la vida en muchas otras culturas. Estocolmo o Vancouver no son más cálidos que Moscú. Y el zapói no existe. Ningún ruso sabe cuando Rusia empezó a beber. Pero todos saben qué es un "zapói" porque marca un momento de tu vida mucho más que un tatuaje feo.

Dmitry Belyakov, médico y experto en alcoholismo, da un último dato escalofriante para entenderlo: “El número de personas con dependencia del alcohol en Rusia es de aproximadamente 13 millones. Prácticamente la población de Moscú”.

Imagina a todos los moscovitas bebiendo de un mismo vaso.

Piensa ahora en Sasha y Elena con aliento a vodka barato.

Olvidando la última vez que vieron a sus hijos.

Vagando en busca de la sobriedad.

En un Zapói infinito.

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