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Lit
Días después de nacer, los pequeños siguen en la incubadora. Mientras tanto, con una voz tan mágica como espectral, su madre les canta este poema #FICCIÓN
19 Junio 2017 16:04
Los gemelos no llegaron exactamente como se les esperaba, por eso decidimos que lo mejor será mantenerlos en observación durante una semana para ver cómo evolucionaban.
Yo estaba allí cuando ocurrió. Beyoncé salió de la habitación cuando toda la planta estaba a oscuras, a hurtadillas, sin que nadie más la viese. Con una bata blanca y deslizándose sobre el silencio eléctrico del hospital, llegó a la sala en la que dormitaban nerviosamente los bebés.
La pude ver entre las cortinas. Su esbelta figura acercándose tímidamente a las criaturas, la mirada oblicua, la sonrisa amplia y ligeramente temblorosa.
Creí ver una lágrima caer por su mejilla izquierda, aunque rápidamente me di cuenta de que solo era el reflejo de los aparatos que controlaban las alteradas constantes vitales de sus hijos.
De repente lo escuché. De su voz increíble brotó una nana que nunca antes había escuchado:
Cuento los días
para abrazaros,
luceros, estrellas
llegadas tan rápido.
Cuento las horas
para achucharos,
delicadas perlas
tesoros tan raros.
Cuento los minutos
para acunaros,
os veo en los ojos
prendidos dos faros.
Cuento los segundos
para besaros,
ya queda muy poco
ya extiendo las manos.
Cerré los ojos como si estuviera dirigida a mí. Paladeé su medida voz y sus palabras. Y cuando calló y por fin abrí los ojos, Beyoncé había desaparecido de la sala.
Tardé unos minutos en reponerme.
Cuando lo hice, vi que los gemelos dormían plácidamente, y que tenían las constantes totalmente estables, como no las habían tenido nunca.
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