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Entrevista Kameron Hurley: “Cuando nunca has visto la igualdad, el feminismo es incómodo” Lit

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Kameron Hurley: “Cuando nunca has visto la igualdad, el feminismo es incómodo”

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18 Julio 2018 06:00

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Hablamos con la autora de 'La revolución feminista geek' sobre muchos de los temas que aborda en sus ensayos: acoso, censura, marketing, Twitter, personajes femeninos desagradables, Joanna Russ y ciencia ficción

"Fingir que algo es normal no lo convierte en normal. Alguien tiene que señalarlo. Alguien tiene que hacer que la gente se mueva. Alguien tiene que actuar".

Señalar, movilizar y actuar es lo que hace Kameron Hurley en los ensayos que componen La revolución feminista geek (Alianza). Su posición es clara: la misoginia y el sexismo tienen que dejar de ser la norma en el mundo de la cultura. Las campañas de acoso y odio hacia las mujeres en las redes sociales son sólo la punta del iceberg: las formas mediante las cuales se excluye e invisibiliza a las escritoras se asientan en una desigualdad cultural y económica histórica. Como autora de ciencia ficción, Hurley nos habla desde el microcosmos del mundo "geek", un espacio especialmente masculinizado., y nos trae buenas noticias: hay una revolución en marcha.

Esta semana Hurley ha estado presentando en Barcelona su colección de ensayo y PlayGround Books ha hablado con ella de algo que comprende especialmente bien, porque lo ha vivido en las propias carnes: la violenta reacción del hombre blanco heterosexual que por primera vez ve amenazados sus privilegios.

¿Qué supone ser escritora de ciencia ficción en un ambiente de acoso y menosprecio como el que describes en La revolución feminista geek?

Tienes que lidiar tanto con las preconcepciones de fans como con las de otros escritores. Mucha gente piensa que hago novelas románticas o literatura adolescente sólo porque soy una mujer. Para que te tomen en serio, debes luchar contra estas asunciones sobre ti misma, o por lo menos para que te tomen tan en serio como a los hombres. Pero, por supuesto, ser mujer en el mundo de la ciencia ficción implica lo mismo que ser mujer en cualquier otro ámbito: tener que lidiar con problemas de sexismo, con el patriarcado, con el acoso. Y tenemos que hacerlo sólo por existir, por alzar nuestra voz.

Dices que hay una revolución en marcha y que la estáis ganado. ¿Realmente están cambiando las cosas?

Sí, y creo que por esto estamos recibiendo una reacción tan feroz, porque estamos viendo a las mujeres acercarse a la igualdad, y hay un montón de gente que no está acostumbrada a ver a las mujeres como iguales. Sienten una fuerte presión porque no saben cómo es la igualdad, ¡nunca la habían visto! Recientemente se han hecho muchos progresos, lo que no quiere decir que no tengamos que lidiar todavía con mucha violencia y con mucho odio. Pero lo estamos logrando. Es cierto que son cuatro pasos adelante y tres hacia atrás, y que cada generación, con suerte, puede conseguir un pequeño progreso. Simplemente tenemos que seguir avanzando.

Hay un montón de gente que no está acostumbrada a ver a las mujeres como iguales. Sienten una fuerte presión porque no saben cómo es la igualdad, ¡nunca la habían visto!

Espacios como Twitter han sido parte de este cambio, pero también dan rienda suelta al odio y al acoso. ¿Los machistas quieren que tengáis miedo a internet?

Las redes sociales han permitido que las mujeres y otros grupos marginalizados se encuentren unos a otros, pero también ha permitido que se unieran los racistas-locos-nazis. Twitter me ha permitido crear una comunidad maravillosa, no sólo de fans, sino también de escritores. A muchos los conocí online, y cuando luego iba a una convención o a una conferencia empezamos a hablar como viejos amigos, incluso si no nos habíamos encontrado nunca. Pero sí, con estas plataformas viene tanto lo bueno como lo malo. Mi esperanza es que en el futuro los propietarios de Facebook o Twitter asuman cada vez más la responsabilidad sobre lo que se publica ahí. Son entidades privadas. Es como si yo tengo un bar y alguien entra en el bar gritando y alborotando: los voy a echar del bar, porque así no es cómo actúas con otra gente. O sea que mi esperanza es que lleguemos a ese punto en que echemos a más gente de este gran bar que son las redes sociales.

Muchos escritores se quejan de que eso es "censura". Incluso les molesta la etiqueta de "hombres blancos heterosexuales".

Lo de la censura es divertido. Como escritora, mi contrato editorial pone que tengo la última palabra sobre el manuscrito. Todo lo que esté en él, es mío. Yo puedo decidir. No hay nadie quemando mi casa, diciéndome qué puedo incluir y qué no; no estoy siendo censurada por el gobierno, ni amenazada con ir a prisión. Esto no es censura. Que te digan que no les gusta tu libro por algo que hay en él no es censura. Nunca lo ha sido.

"Creo que tu libro no es entretenido" no es censura. "Creo que tu libro tiene demasiadas peleas" no es censura. Pero de golpe, cuando decimos "creo que tu libro es problemático porque has matado al único personaje gay, y hay muchas otras narrativas en la que los únicos personajes gays también mueren", ¡esto es censura!. Pero no, no es diferente a cualquier otra crítica que hubieras podido recibir. Soy muy consciente de ello porque soy historiadora, y entiendo la historia de la censura —la censura estatal, la que termina con gente en prisión— y no es nada que se parezca a esto. Pero la gente lo usa igual: "oh, me están censurando". No, está en tu contrato: escribe lo que quieras. Lo que no pone es que seas inmune a la crítica. Nadie es inmune a la crítica, ni a las consecuencias de la obra que nosotros ponemos en el mundo.

Y sí, algunos días a mí no me gusta que me etiqueten cómo mujer, ¡pero es la verdad! Cuando crecemos pensando que blanco es el color por defecto —y yo soy una persona blanca—, es muy chocante que nos llamen "blancos", porque nunca hemos tenido que pensar en ello. Las personas "negras" siempre son conscientes de ello, porque la sociedad les obliga a ser conscientes de ello. Es una cuestión de acostumbrarse a dejar de ser visto como lo neutral.

"Lo que veo forzado es la no-diversidad, este imaginario tremendamente político en el que el mundo está compuesto por gente de una cierta clase, de un cierto color y de un cierto género. Si fueras un alien pensarías 'oh, en este planeta debe haber un montón de gente blanca y la mayoría son hombres, salvo un par de mujeres'."

Además de la censura, está quienes acusan al feminismo de buscar una “diversidad forzada”...

El mundo no está compuesto al 100% de hombres blancos. Nunca lo ha estado. Pero si miras a los medios de comunicación, especialmente en Estados Unidos, pensarás que realmente es así: que básicamente existen hombres blancos, algunas mujeres blancas y que llevan unas formas de vida muy específicas. Pero si de hecho sales al mundo real, por supuesto, verás una gran diversidad: que hay gays, lesbianas, personas de género no binario, etc. Cuando yo escribo, trato de mostrar el mundo tal cómo es o tal cómo podría ser. No creo que esto sea forzado.

Lo que veo forzado es la no-diversidad, este imaginario tremendamente político en el que el mundo está compuesto por gente de una cierta clase, de un cierto color y de un cierto género. Si fueras un alien pensarías "oh, en este planeta debe haber un montón de gente blanca y la mayoría son hombres, salvo un par de mujeres". O sea que diría que no es para nada forzado. Por suerte, la parte forzada la estamos dejando atrás.

Hablando de representación, en el ensayo sobre True Detective dices que cogiste un bolígrafo porque no querías ser un personaje secundario en una historia de monstruos. ¿Tenemos que acabar con ese modelo hegemónico de masculinidad atormentada?

Podemos escribir historias de hombres que son monstruos y reconocer al mismo tiempo que las mujeres son seres humanos. Hay una muy buena serie que de hecho hace esto: Mindhunter. La diferencia entre las dos es que en True Detective todos los guionistas son hombres, mientras que en Mindhunter son mitad hombres y mitad mujeres. Repentinamente, las mujeres resultan ser personajes de verdad, aunque sigua siendo una historia sobre monstruos.

Y creo que esta es realmente la respuesta. Podemos contar todo tipo de historias, y hacerlo de manera que se trate a las mujeres como seres humanos, simplemente incluyéndolas a ellas en el proceso creativo o teniendo a mujeres liderando el proceso creativo. Todo nuestro storytelling será más fuerte, mas interesante y más complejo en la medida que cada vez haya más personas diferentes involucradas en la elaboración de ese trabajo.

(Después de recibir críticas por incluir lesbianas en su novela 'Las estrellas son legión', Kameron Hurley decidió apropiarse del insulto y rebautizar su libro)

Importa representar identidades no normativas, pero importa también cómo las representamos: antes decías que el gay que siempre acaba muerto es también un cliché dañino.

Una de las mejores maneras que he encontrado para resolver eso es tener a más de un personaje gay, a más de un personaje negro, etc. Es algo por lo que he luchado mucho: si tengo cierto tipo de personaje, y sólo tengo a uno de ellos, me aseguro de no caer en un tropo. Trabajo muy duro, porque soy consciente de ello, pero eso no quiere decir que no siga fallando. Porque sí, fallo todo el tiempo. Pero está bien, al menos mientras estemos aprendiendo, porque creo que de aquí es de donde viene el progreso.

En este sentido, hace poco poco estuve hablando con otro escritor y me decía: "oh, pero incluso si intentas hacer algo que sea antinazi, seguirá habiendo nazis y alguien encontrará algún mensaje oculto!" Y yo le respondí: "ya lo sé, pero al final del día, tienes que saber que has hecho lo mejor que has podido, que puedes dormir por las noches y que has aprendido de la experiencia". Siempre habrá gente que malinterprete tus obras, por supuesto, pero como creador tu trabajo es comunicar tus mensajes, tus historias, de manera tan clara como sea posible.

Sobre el acto de comunicar, me interesa mucho la analogía que estableces entre la escritura literaria y la escritura publicitaria. ¿Son más cercanas de lo que quieren creer los adalides de la alta cultura?

Sí, y en el mundo del marketing lo saben. Por eso pagan mucho mejor que en el mundo de la ficción. A falta de una expresión mejor, podemos decir que el marketing está basado en la manipulación de las emociones y las necesidades humanas. Lo que quieres hacer con la escritura publicitaria es encontrar la manera de despertar la atención, el interés, el deseo y la acción. Y en la ficción es muy similar.

Si conseguí un trabajo en el mundo del marketing es porque les encantaba mi capacidad para narrar. Porque es a través de las historias que damos sentido al mundo. En los dos casos quieres evocar una emoción, pero también encender el deseo y la acción: queremos que nuestra obra sea inspiradora, que anime a otros a escribir o a seguir levantando la voz. Y es también por esta razón que la Biblia está hecha de historias, o que el Mahabharata está hecho de historias. Es cómo recordamos las cosas, gracias a que tenemos una conexión emocional con ellas. No por casualidad, mi ensayo 'Siempre hemos luchado', que se hizo viral, empieza con un relato sobre llamas: sabía que podía captar la atención y el interés de personas que quizá no se habrían interesado en este tema. Era la forma que tenía para hacer llegar mi mensaje. Con el marketing puedes vender cosas inútiles, es cierto, pero también puedes hacer que la gente se ponga el cinturón de seguridad o que deje de fumar (después de haber hecho que empezaran). Puede cambiar el comportamiento humano de buenas y de malas maneras. Es una herramienta como cualquier otra.

"El feminismo, cuando nunca has conocido la igualdad, es muy incómodo. Cuando los hombres están acostumbrados a hablar el 80% o el 90% del rato, se les hace muy raro tener solo el 50%."

¿Es por esto que afirmas que la industria editorial es una “bestia disfuncional”?

Es muy frustrante. Lo es incluso para mí, que escribo libros que se venden bastante bien. Pero, cada vez más, lo que estamos viendo es que los editores prefieren arriesgar publicando a autores noveles —autores que nunca han publicado nada, y de los que por lo tanto no hay registros previos—, ya que esperan poder ganar un montón de dinero con ellos. Los otros, como yo, que vendemos suficiente para generar pequeños ingresos, pero no grandes sumas, ya no interesamos.

Por eso es tan frustrante. Hemos trabajado para crear una audiencia a lo largo del tiempo, y hemos demostrado que esta audiencia existe. Pero muchas de estas editoriales —como Simon&Schuster, en la que yo publico, que es propiedad de la CBS, un conglomerado masivo de medios— tienen que demostrar crecimiento constante, no sólo beneficios: crecimiento. Y he hablado con otros autores que también están muy frustrados, porque se espera de ellos que escriban un libro cada año, pero hay cierto tipo de libros con los que no se puede hacer esto. Claro que hay autores que publican muchos libros en un sólo año, pero hay libros muy complejos que llevan mucho más.

Hablando de dificultades para escribir y publicar, en muchos de tus ensayos hablas de Joanna Russ. Este otoño en España se publicará por primera vez en castellano How to Suppress Women's Writing.

Me encanta Joanna Russ porque está en enfadada y no le asusta comunicar su rabia. Por eso How to Suppress Women's Writing es un libro tan fantástico. Lo leí a los veinte y ya había experimentado algunas de las cosas que cuenta, y había escuchado estos comentarios que hacen los hombres para justificar que las mujeres no escriban: "sólo escribió un libro y no era muy bueno" o "escribió muchos libros y sólo uno era bueno". Hoy vemos exactamente los mismos argumentos. Han sido los mismos en los últimos cien años. Veo esas mismas cosas. Las he sufrido cuando en conferencias y mesas redondas. He tenido que aprender a hablar más alto y más rápido para poder decir lo que quiero decir antes de que algún hombre me interrumpa. Por suerte en esto estamos mejorando.

Pero culturalmente, como sociedad, todavía existe una brecha salarial enorme, y no repartimos igualitariamente los cuidados. Vemos cómo estos problemas sociales se agregan hasta crear un abismo mucho más grande del que era al principio. Hablo con muchas escritoras que se quejan de que escriben menos de lo que querrían, o que tienen que dejar el trabajo. Hay un montón de expectativas culturales y cuestiones financieras que todavía alejan a las mujeres de la verdadera igualdad.

En relación a esos cuidados, tú también has escrito sobre la importancia de combatir el mito del héroe solitario, que no depende de los demás. Como si los cuidados o la enfermedad no pudieran formar parte de su experiencia.

Los medios de comunicación están enamorados de los superhéroes, pero también nosotros, personas normales, tenemos que preguntarnos cómo hacer las cosas bien, especialmente en tiempos oscuros. Por ejemplo, va a salir un libro sobre el capitán de una nave espacial que está muriendo a causa de una enfermedad crónica, pero que se ve obligado a salvar su nave y a su pareja de los alienes. Me pareció fascinante. Porque yo tengo una enfermedad crónica, y estoy muriendo un poco más rápido que el resto de la gente, y me encanta ver personajes que tiene que enfrentar retos similares a los míos y que, sin embargo, siguen siendo héroes.

Yo escribí sobre un heroína que sufre gravemente de asma. Lidera ejércitos y tiene ataques de asma, es algo con lo que debe lidiar. Algunos lectores me dijeron que era genial poder leer sobre alguien que tenía que luchar con eso y que podía seguir siendo un personaje fuerte, un héroe. A la gente le gusta verse reflejada en la ficción porque esto les ofrece otro ejemplo de cómo podrían vivir. La primera cosa que hice cuando me diagnosticaron mi enfermedad fue ponerme a leer sobre otra gente que la tenía, y sobre lo que habían logrado en la vida. Quería saber si todavía podía escalar montañas o si todavía podía viajar y cómo podía seguir haciéndolo. Me encanta ba leer esos ejemplos porque me daba esperanza, porque definen lo que es posible.

Y también por el sentido político: necesitamos a los demás.

Absolutamente. En Estados Unidos somos gente muy rara, y existe una esta extraña convicción según la cual un hombre solo, montado en un caballo, nos va a salvar a todos. Pero en realidad es cuando vamos todos juntos que podemos cambiar las cosas. Somos más fuertes que nuestras diferencias. Para avanzar, todos tenemos que aportar. Pero lo que estamos viendo en Estados Unidos es una creciente fragmentación. Por lo que este sería el mensaje: si queremos conseguir el mundo de Star Treck tenemos que unirnos, y creer en un futuro compartido que sea de todos.

Para terminar, me parece muy importante lo que explicas sobre la construcción de personajes femeninos fuertes y la posibilidad de representar mujeres desagradables en la ficción. El feminismo, para ser revolucionario, ¿tiene que incomodar?

Hemos sido criadas en el patriarcado. Hemos sido criadas en el racismo. Hemos sido criadas en el capitalismo. Hemos sido criadas para creer que estas cosas eran normales e inmutables, que no podían ser cambiadas. Y esto es simplemente mentira. Hay una cita preciosa de Ursula K. Le Guin que lo resume: "todo lo que ha sido hecho por los humanos puede ser rehecho por los humanos".

Y es incómodo, por supuesto. El feminismo, cuando nunca has conocido la igualdad, es muy incómodo. Cuando los hombres están acostumbrados a hablar el 80% o el 90% del rato, se les hace muy raro tener solo el 50%. Durante dos años viví en Sudáfrica y, por primera vez, cuando bajaba a la calle y miraba a mi alrededor, me daba cuenta que era la única persona blanca. Era extraño, porque nunca antes lo había experimentado. Claro que va a ser incómodo. Pero como a cualquier otra cosa, tendrán que acostumbrarse. También parecía incómoda la idea de que las mujeres no quisieran casarse o que pudieran tener sus propias tarjetas de crédito. Antes necesitabas permiso de tu marido o permiso paterno para poder tener una tarjeta: lo contrario era lo extraño.

Cambiarlo será incómodo, pero podemos hacerlo.

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