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Artículo 30 años de la mejor noche de mates de la historia Sports

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30 años de la mejor noche de mates de la historia

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La descomunal potencia de Dominique Wilkins contra Michael Jordan volando. Y nosotros viéndolo. La noche perfecta

Ignacio Pato

06 Febrero 2018 13:37

Fue una de esas noches que se quedó grabada en la memoria de aquella generación que se acostumbró a irse tarde a la cama los viernes aunque no hubiera salido de casa. El programa Cerca de las estrellas llevaba la NBA por primera vez a los hogares de los aficionados del deporte que a finales de los ochenta no estuvo tan lejos del fútbol en las preferencias de muchos jóvenes. En Cerca de las estrellas, narrado por Ramon Trecet y Esteban Gómez -y previa cabecera con el Faith de George Michael-, pudimos ver el fin de semana del All Star de Chicago en febrero de 1988.

Y por supuesto lo que muchos más queríamos ver eran los mates. Fue la noche de un sábado 6 de febrero de hace hoy treinta años. Concursaban Otis Smith, Jerome Kersey, Spud Webb -con su 1,70-, Cadillac Anderson, Clyde Drexler y... Dominique Wilkins y Michael Jordan. Los dos últimos la convirtieron en una noche inolvidable.

El de los Hawks y el de los Bulls se enfrentaron en la final. Comenzó Wilkins con uno de sus prodigios plásticos hundiendo el balón en el aro tras recoger un rechace a tablero. Perfect: 50 puntos. Contestó Jordan con un mate de espaldas tras bajar el balón en el aire a la altura de la rodilla. Otro 50.

Lo siguiente de Wilkins fue un windmill, un molinillo que casi reventó la canasta. El alero de los Hawks, ganador de los mates del 85, sabía que tirando de potencia podía desbancar a Jordan, vigente campeón. Otro 50 y presión para el de los Bulls. Iba a haber polémica.

Jordan hizo un mate a dos manos tras volver a bajar el balón muuucho mientras estaba en el aire. El público de Chicago levantó sus cartulinas de 10 al instante en un estruendo. Cuando el jurado le dio un 47 en vez de un 50 el abucheo fue de los que no suelen escucharse en la NBA. Los presentadores estadounidenses incluso bromeaban con que los responsables de la puntuación iban a tener que salir escoltados por la Guardia Nacional del Chicago Stadium.

Llegados al último mate de cada uno, Jordan partía tres puntos por debajo. A Wilkins le bastaba incluso con un 48 para ganar matemáticamente sin esperar a su rival. Molinillo a dos manos de ejecución perfecta esta vez. ¿El problema? Demasiado parecido, casi idéntico -pero desde el otro lado de la canasta- a su anterior mate. Esta vez la decisión del jurado, que penalizó esa falta de imaginación, fue recibida con una ovación. El 45 de Wilkins dejaba margen a Jordan para ganar el concurso con su próximo movimiento, pero con el marcador 145-97, el de los Bulls necesitaba como mínimo un 48 para empatar.

El público se puso en pie y Jordan botaba el balón en el otro extremo de la cancha. ¿Qué iba a hacer?

Fallar.

Jordan saltó y llegó al aro tan justo que estrelló contra él el balón que salió despedido. Tenía una segunda oportunidad.

Esta vez no falló. Voló casi desde la línea de tiros libres, a 4,60 metros del aro, se puso cara a cara con la canasta e hizo un mate perfecto. Así nos pareció en casa, cuando lo vimos aquella madrugada. Así le pareció también al jurado. 50. Jordan ganaba. Ganábamos todos.

En su camino hacia el aro, dejó una de las mejores imágenes que ha dado un ser humano en el aire. Había nacido Air Jordan y ya casi era domingo por la mañana.

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