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Internet no se pone de acuerdo sobre el origen de esta misteriosa criatura marina

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Los amantes del misterio tienen un nuevo enigma sobre el que especular

Playground community

30 Abril 2018 15:39

En esta era de la información casi ilimitada, la primera frontera a la que debemos enfrentarnos es la de la verosimilitud. Para temas muy serios, hablaríamos de eso llamado “fake news”. Para cuestiones menores puede valernos un castizo “¿de verdad creen lo que dicen?” o un “¿Me están tomando el pelo?”.

Sí, cuando salta un vídeo en el que alguien vuelve a ver un Bigfoot, un unicornio, a Elvis revivido o al monstruo del Lago Ness se nos encienden las alarmas. A la vez nos deleitamos viendo como media internet se cuestiona, parece que muchos en serio, sobre el posible origen antinatural, o sobrenatural, de lo que están viendo. ¿Exageramos? Ahí va un dato: tal como recogen Daniel Loxton y Donald Prothero en su libro Abominable Science, la Encuesta Baylor de 2005 sobre religión y creencias encontró que un 73% de los estadounidenses declaraba tener al menos una creencia paranormal de una lista de diez ofrecida por los encuestadores. Un 57% creía en al menos dos.

La criatura del vídeo —o lo que sea— no es Nessie. Para empezar porque estas imágenes caen lejos de Escocia. Fueron grabadas en el lago del condado de Gaston, en Carolina del Norte, el pasado 10 de abril. Su autora, Paula Terrell, mujer de tembloroso pulso, y su acompañante, de quien no conocemos la identidad, no conseguían explicarse qué demonios estaban grabando. Por sus inquietas expresiones parece deducirse que descartaron que fuera un objeto inanimado, y aún menos todavía que pudiera ser un espejismo o efecto visual causado por reflejos de la luz. A sus ojos, aquello era una criatura marina, viva, de al menos un metro y medio, a la que no consiguen identificar. A decir verdad, Paula y su compañero, lo más cerca que están de una valoración científica es cuando dicen “¡Qué demonios es eso!”

Pero no nos burlamos. Redes y medios de comunicación lo han difundido y hecho viral, y los comentarios con posibles identificaciones van de una carpa china a un faisán cadáver flotando en el agua.

También hay espectadores que creen que todo es un truco, una broma, un “hoax” y que lo que contemplamos es alguna clase sencilla de robot acuático o artefacto mecánico capaz de desplazarse a velocidad moderada y al que le han puesto alguna clase de disfraz encima para llamar la atención del público.

Pero también existe la posibilidad de que sí sea un pez que haya mutado o una especie aún desconocida que —sin saber cómo o a manos de quién— ha terminado en un lago. Cada cierto tiempo se descubren nuevas especies que sorprenden a los propios ictiólogos. Bien es cierto que esos hallazgos suelen acontecer a abisales profundidades que van hasta los 8000 metros en fosas marinas y producen en su evolución animales de gran resistencia a la presión, pero también unos rasgos que nosotros difícilmente podemos asumir como “normales”. Otras veces, por causas terribles como la contaminación ambiental en ríos o lagos, se producen mutaciones o aberraciones, deformidades en el cuerpo de las pobres criaturas, que aparecen ante nuestra mirada como monstruos acuáticos.

El escepticismo está menos repartido de lo que se cree. Como señalábamos arriba, hay nutridas encuestas que prueban una gran presencia, incluso entre capas de ciudadanía occidental ilustrada, de supersticiosos, místicos de los Expedientes X y temerosos de fuerzas no registradas, ni demostradas. Dicho de otra manera: gran parte de nosotros aún siente la inclinación de los antiguos aventureros hacia lo desconocido, lo misterioso y cualquier cosa a la que pueda aplicarse la palabra “Monstruo”. ¿Por qué será?

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