La escena fue grabada en el Brasher State Forest en Nueva York, y no era la primera vez
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Como se suele decir, la música amansa a las fieras. ¿Son los mapaches, fieras? Bueno, son animales salvajes, aunque también se están poniendo de moda como mascotas domésticas, poco a poco. Pero unos mapaches que habitan en los bosques, domésticos, no son.
Entonces, ¿pueden disfrutar esos mapaches silvestres o sentirse calmados por la presencia de música dulce en el ambiente? O tirando de analogía fabulosa, ¿podría ser que existiera un ‘Flautista de Hamelín’ para mapaches, alguien que con sus melodías pudiera “hipnotizar” a estos animales? Este vídeo pretende demostrarte que sí, que hay al menos una persona con tal don.
El vídeo fue grabado el pasado 20 de septiembre en Brasher State Forest, el Bosque Nacional de Nueva York. Un hombre joven comienza a entonar una melodía con una flauta dulce o, como señalan algunos, una flauta nativa americana. Y allí comienzan a reunirse los mapaches. Uno tras otro. Hasta una veintena, que le rodean en armoniosa tranquilidad.
Este hombre suele tocar también para otros habitantes del bosque, aunque aún no hay testimonio gráfico que demuestre que otras especies —como las aves, por ejemplo— respondan de manera similar e incluso comparable a esta feliz banda de mapaches.
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Se han visto en ocasiones manadas de mapaches acudiendo a la presencia humana; hay vídeos testimoniales en lugares tan peculiares como el mismísimo Central Park neoyorquino. Aunque no es música lo que suelen buscar sino alimento. Saben que cuando los humanos se retiran de las excursiones campestres, suelen quedar restos de comida con los que darse ellos mismos algún pequeño festín. Y además, todo les sirve ya que son omnívoros. O puede que lo vean tan exótico al variar así su alimentación como cuando tú vas a un restaurante de alguna gastronomía muy ajena a ti o a tus gustos primordiales.
Afortunadamente, no son especie en extinción; saben hallar sustento y tienen camadas abundantes (4 ó 5 crías por camada, todo el año), así que, digámoslo con humor, pueden correr el riego de aproximarse a un músico desconocido en el bosque sin temor. A los humanos no siempre les pasa algo así.
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