Los suyos se fueron acercando para darle una última muestra de respecto y cariño tras resultar herido de muerte durante una pelea
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Podemos cambiar las cosas
Los funerales masivos no son un derecho exclusivo de los expresidentes de Corea del Norte; los líderes del reino animal también son agasajados con rituales plañideros. Así, los casi 300 súbditos de este elefante malherido acuden raudos a rendirle pleitesía por última vez después de pasar a mejor vida.
Todo comenzó como comienzan las grandes historias, con un duelo entre rivales equivalentes, y de tan magno combate “solo pudo quedar uno”, resultando la contienda en el auge de un nuevo aspirante, y en el ocaso del anterior.
Elefante muerto en la contienda
Sin embargo, a diferencia de como sucede en el seno de otras especies, el perdedor, en este caso, recibió el reconocimiento de su grandeza en forma de caricias por parte de los suyos.
Para terminar con los hechos, aportamos su final no menos épico: el otro combatiente esperó a que se dispersarse la plebe para acercarse al cadáver de su “enemigo” y mostrarle sus respetos.
Elefante muestra sus respetos
Las imágenes, filmadas el 16 de septiembre cerca de Anuradhapura, casi en la reserva de Kalawewa, Sri Lanka, dan cuenta de la increíble inteligencia emocional que ostentan estos animales y que es la fuente de su poder colectivo.
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La empatía, esa cualidad superdesarrollada en algunos mamíferos, es poder a todas luces. La preocupación por crías y congéneres permite entablar vínculos de colaboración más fuertes, incluso más allá de los límites familiares.
Esto es especialmente cierto en el caso de los elefantes, criaturas famosas por poseer dicha cualidad, presente tan solo en su especie, en delfines, ballenas y grandes simios. Su obsesión por cuidar de los suyos es tal, que varios zoológicos afirman haber sorprendido a una madre intentando reanimar a su bebé muerto después de dar a luz.
Elefante bebé junto a elefante adulto muerto
Detrás de este condicionamiento decididamente social se encuentra un matiz fisiológico: el tamaño de su hipocampo, la región del cerebro relacionada con las emociones y la memoria. De hecho, esta capacidad para recordar y su extrema sensibilidad los hacen susceptibles de sufrir estrés postraumático.
Es más, según la investigadora y experta en elefantes Joyce Pool, un elefante que ha sufrido durante su vida se mostrará inquieto constantemente y tendrá dificultades para establecer vínculos estables a largo plazo, como les sucede a los elefantes amaestrados.
En todo caso, igual que pasa con los humanos, su desarrollo emocional determina su carácter, que necesita de la colectividad para fraguarse como es debido y fruto de ese estrechamiento progresivo surgen gestos tan desinteresados e inútiles, en términos prácticos, como este que hemos tenido ocasión de presenciar. Pura magia empática.
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