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Artículo En 'Ocean’s 8' hay muchas mujeres, pero no hay rugido femenino Culture

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En 'Ocean’s 8' hay muchas mujeres, pero no hay rugido femenino

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Warner Bros
 

Era una de las películas más esperadas del verano, pero decepciona

Rubén Serrano

06 Julio 2018 12:53

Reunir en una misma película a Sandra Bullock, Cate Blanchett, Helena Bonam Carter y Anne Hathaway es contar con el póker de ases perfecto. Si a este cuarteto, le añadimos el comodín de Rihanna ya tendremos casi asegurado que la cinta sea un éxito. Ocean’s 8 prometía ser algo más que el spin-off femenino de una saga liderada por George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon, pero, sin embargo, se ha quedado a medias tintas. El material es perfecto pero a la ejecución le falta fuego (en el sentido figurado) y, sobre todo, liberarse del corsé que la está oprimiendo.

La cinta de Gary Ross pone su foco en Debbie Ocean (Sandra Bullock), la hermana de Danny Ocean (Clooney) que ahora, 17 años después de la película original, descubrimos que existe. Tanto tiempo oculta y metida entre rejas le ha dado tiempo para planear su gran palo: robar un colgante de diamantes valorado en millones de dólares durante la archiconocida Gala MET. A priori el objetivo suena menos ambicioso que el que planificaron sus homólogos masculinos en Ocean’s 11 y, si se piensa en frío, suena hasta a cliché: ¿Qué roban ellos? Tres grandes casinos. ¿Qué roban ellas? Una pieza de Cartier que adorna el cuello de una actriz de moda (Hathaway).

A decir verdad, esta banda de ladronas se pasea la mayor parte del largometraje ceñidas en vestidos de noche, con botas altas para desayunar en el bar de la esquina y la cara maquillada al milímetro mientras planifican el gran robo. Hasta Rihanna parece una Venus mientras fuma porros y se mete en las cámaras de seguridad de la MET. Ross, que también firma el guion junto con Olivia Milch, no ha querido alejarse de los cánones marcados por la franquicia Ocean’s, donde el glamour juega una parte primordial, y eso hace que le quite un poco de originalidad.

Las 8 de Ocean listas para tomar la Gala MET. / Warner Bros

Aún así, Ocean’s 8 destaca por ser independiente en cuanto a trama del resto de la trilogía. La cinta se ha guardado bien las espaldas y ha incluido diversidad racial en la plantilla (asiática, india y latina/caribeña están aquí incluidas) y también diferencias de clase: todas son delincuentes pero algunas son obreras, otras mantienen una vida media y otras se nutren de un trabajo que les engrosa considerablemente la cuenta corriente.

La película le da un giro al dominio del falo que ha caracterizado todas las cintas previas y eso ha derivado en que las mujeres estén ahora presentes en casi todas sus secuencias. Las 8 de Ocean están al mismo nivel entre ellas, ninguna está por encima de nadie y eso las hace funcionar de manera coral hasta tal punto que el reparto brilla más que la propia película.

El potente elenco femenino se traduce en unos personajes profundamente adictivos gracias a sus historias personales: Una impecable Sarah Paulson haciendo de ama de casa que esconde un mercado negro en el sótano a espaldas de su familia, Bonham Carter como una diseñadora afamada venida a menos y con inestabilidad emocional y Cate Blanchett, la verdadera bad-ass de la película cuyo personaje termina totalmente desaprovechado. Ocean’s 8 es casi una redención de Hollywood en la que se le otorga una película all male a un casting femenino para mostrar que ellas también pueden liderar este tipo de tramas. La intención es buena pero cuando pasamos de la vida de los personajes al modo atraco en la MET todo pierde bastante interés y se queda en una Ocean’s más.

Sandra Bullock y Cate Blanchett, las capos de este asalto. / Warner Bros

Ocean’s 8 podría haber sido el inicio del matriarcado en Hollywood, siguiendo la estela de La Casa de Papel en la ficción televisiva española; no obstante, parece un breve preludio. Todos los hombres que aparecen son secundarios y quedan caricaturizados como traidores, poco eficaces e insulsos. Debbie descarta contar con varones entre su escuadrón de ladrones porque sabe que sus pulsiones pasan factura. “Paso de tíos, los tíos llaman la atención”, clama en la cinta y, sabe que llaman tanto la atención, que tan solo los puede utilizar como toy boys para ejecutar su plan. Antes los juguetes eran ellas y que ahora lo sean ellos resulta eficaz, aunque un tanto predecible y vengativo.

Es evidente que la estela de Ocean’s 11 está presente en varios momentos. Bullock y Blanchett tienen unos personajes cortados a imagen y semejanza de los de Clooney y Pitt; de hecho las líderes del plan mantienen una conversación sobre negocios y exparejas calcadas a la que vimos en la cinta de 2001. Además, contraponiendo ambas cintas, el robo y el hilo argumental de Ocean’s 8 son puro low cost. Todo tiene un aire más barato y facilón que la magnificencia que llevó al robo ideado por Danny.

La cinta juega sobre seguro y eso deriva en que no termine de explotar. Cuenta con uno de los mejores castings femeninos hasta la fecha, pero toda su fuerza queda diluida al estar sometidas a las reglas del juego de la franquicia. Ocean’s 8 tiene que cumplir con lo que se le promete al espectador -astucia e ingenio para culminar un atraco a lo grande- y eso ahoga la trama al no dejar a los personajes ser del todo libres. Justamente ese es el gran problema de Ocean’s 8: la industria cinematográfica aún no entiende que no hace falta tirar de spin-offs, reboots o remakes de historias viriles para que las mujeres tengan sus propias historias. La película funciona como blockbuster veraniego, pero de ahí no pasa. Nos deja con un buen sabor de boca pero no nos deja el regusto de la primera cinta. A Ocean’s 8 le falta energía, autenticidad y rugido femenino.

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