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Artículo La historia del mayor depredador sexual de la historia de la televisión Culture

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La historia del mayor depredador sexual de la historia de la televisión

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La de Roger Ailes siempre fue la voz más fuerte, hasta que se escuchó la de las mujeres a las que acosó

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19 Agosto 2019 10:26

Roger Ailes fue un visionario. Uno particularmente infame, pero un visionario a fin de cuentas. Entendió antes que nadie que ante la sobreoferta mediática lo importante no era decir la verdad, sino decir lo que tu audiencia quiere escuchar. Sobre esta idea construyó Fox News e inauguró la era de las fake news. A día de hoy, Fox News todavía es el canal de noticias más visto —y rentable— de la historia de Estados Unidos.

Roger Ailes también fue un monstruo. Un lunático paranoico que se valió del miedo para dividir un país en pos de su gloria profesional. Un depredador sexual que se aprovechó de su posición de poder para acosar, humillar y aplastar a sus trabajadoras. El primer estandarte del #MeToo antes del #MeToo. ¿Harvey Weinstein? Un pobre trilero a su lado. Mientras este decidía quién escalaba en el circo de Hollywood, Ailes colocaba presidentes en la Casa Blanca.

Todo esto se cuenta en The Loudest Voice, una miniserie coproducida por Showtime y Blumhouse Television que retrata el auge y caída de Ailes desde los meses previos a la creación de Fox News hasta su dimisión forzada. Basada en el libro The Loudest Voice in the Room, de Gabriel Sherman, la serie ofrece un retrato fidedigno del personaje.

Aunque no se trata de una producción redonda —el mismo personaje de Ailes, interpretado por un Russell Crowe hinchado a base de prótesis y maquillaje, se presenta como tan maléfico que en ocasiones peca de unidimensional— su visionado ayuda a entender muchas de las realidades sociales y políticas que vivimos en la actualidad, desde la presidencia de Trump a movimientos como el #MeToo. Pero si para algo sirve The Loudest Voice es para descubrir quién era Roger Ailes.

Manipulación de masas, miedo y paranoia

Nacido en 1940 en Ohio y fallecido en 2017 tras una caída, Ailes fue un tipo brillante con una ambición desmedida, obsesionado con trascender en la historia. Al mismo tiempo, Ailes era un hombre extremadamente paranoico, que iba siempre armado, hizo blindar la puerta de su despacho y controlaba a sus trabajadores con un arsenal de cámaras y micrófonos.

Es probable que todo ello surgiese de una infancia difícil, la cual pasó, en buena medida, convaleciente. Su hemofilia le obligaba a pasar sus recreos sentado y a los ocho años un atropello le obligó a volver a aprender a andar. En una entrevista admitió que la relación con su madre no fue demasiado afectuosa, en parte porque ella se sentía culpable de su hemofilia. A grandes rasgos, fue criado por su abuela y la televisión.

Cuando estaba en la universidad trató de entrar en el ejército, pero fue rechazado por sus problemas de salud. Entonces decidió que iba a dedicarse al entretenimiento. Su primer trabajo en televisión fue como productor de un programa de variedades local llamado The Mike Douglas Show. Ahí fue dónde conoció a Richard Nixon. Entre bambalinas, le dijo al por entonces candidato presidencial la frase que cambiaría la vida de ambos: “Si no entiende la importancia de la televisión nunca será presidente”.

El comentario impresionó a Nixon, que le fichó como asesor y le nombró su 'productor ejecutivo para televisión'. Ailes empezó a mostrar su dualidad como genio de la comunicación y manipulador sin escrúpulos. Por un lado, se sacaba de la manga un formato como The man in the arena, en el que gente anónima hacía preguntas al candidato —todo estaba amañado, claro— y con el que logró que Nixon pareciera cercano y carismático. Por el otro, azuzaba el racismo de los votantes del sur del país para ganar votos.

Ailes logró su objetivo, y hizo que Nixon fuera elegido en 1969. Más tarde, su papel volvería a ser sería clave en las elecciones de Ronald Reagan y George H.W. Bush.

Sus logros como asesor político llamaron la atención de Rupert Murdoch, quién en 1996 lo fichó para poner en marcha su canal de noticias por cable: Fox News. Para hacerlo, Ailes utilizó las mismas tácticas rastreras que había usado en sus años en la política. Nunca creyó en el periodismo. Para él, este no era más que un instrumento con el que alcanzar sus objetivos económicos y políticos. Pero tenía un don innato para entender lo que realmente interesaba a la mayoría de la población.

“La gente quiere ver sus problemas y sus creencias reafirmados y amplificados, no confrontados. La gente no quiere estar informada, quiere sentir que está informada”, afirma el personaje interpretado por Crowe en el primer capítulo de The Loudest Voice. A efectos prácticos, esto significaba cruzar la información política con el modus operandi de los tabloides sensacionalistas. Es decir, lo importante no eran los hechos que se contaban sino presentarlos de forma deformada y exagerada para apelar a los instintos más primarios de los espectadores.

La fórmula funcionó. Ailes convirtió a FOX News en una máquina de hacer dinero. Tenía un tercio de los trabajadores que la CNN, pero triplicaba su audiencia. La cadena también se convirtió en una maquinaria de propaganda al servicio del Partido Republicano, ya fuera defendiendo la agenda bélica de Bush post 11-S o alimentando teorías de la conspiración como que Obama era un musulmán nacido en Kenia. Miedo y paranoia: en FOX News las emociones siempre pasan por encima de los hechos.

Murdoch era consciente de que Ailes era un fanático enloquecido. Pero sus resultados al frente de la cadena era tan buenos que prefirió mirar hacia otro lado. Hasta que surgió una voz más fuerte que la del propio Ailes: la de las mujeres a las que llevaba años acosando.

El final del silencio

Ailes impuso en Fox una cultura empresarial que marginaba, degradaba y cosificaba a las mujeres. Él mismo trataba a sus empleadas de forma grosera e irrespetuosa, mientras se dedicaba a practicar el acoso sexual en serie.

Tal y como muestra la serie, Ailes trataba a sus empleadas como objetos sexuales que debían estar siempre a su disposición. Las desnudaba con la mirada, les hacía comentarios sobre sus pechos o sus piernas, las agarraba del trasero o trataba de besarlas cuando le venía en gana. Utilizaba su poder e influencia para prometer avances profesionales si accedían a sus deseos sexuales. En una de las escenas más perturbadoras de la serie, vemos como obliga a la ejecutiva Laurie Luhn —interpretada por Annabelle Wallis— a hacerle sexo oral. En muchas otras somos testigos de su acoso a la presentadora Gretchen Carlson.

Contra todo pronóstico, fue esta última quien destapó el escándalo que acabaría por hundirle.

Rubia, antigua Miss America, conservadora y proclive a recibir los piropos sobre su apariencia que le dedicaban sus colegas con una sonrisa, Carlson era percibida como el arquetipo de presentadora de Fox. Pero eso solo era la imagen que proyectaba en la pantalla. Fuera de ella era una feminista formada en Stanford que pasó meses grabando en secreto los comentarios que le hacía Ailes. Comentarios como el que le dijo poco antes de despedirla: “Si tu y yo hubiéramos tenido relaciones sexuales hace tiempo, a ti te habría ido mejor y a mí también”.

Tras un año grabándole, y habiendo capturado numerosas situaciones de acoso sexual, Carlson se decidió a presentar una demanda contra Ailes. Tres días después, la revista New York Magazine publicó los testimonios de seis mujeres más que alegaban haber sido acosadas por Ailes a lo largo de tres décadas. Sus relatos no solo destaparon sus abusos, sino que sacaron a la luz la cultura de misoginia que había promovido a lo largo de toda su carrera. Una en la que el poder te da derecho a someter las mujeres, ya sea sexualmente, con vigilancia permanente, desprestigio o silenciándolas con dinero.

En julio de 2016, veinte años después de la creación de Fox News, Murdoch y sus hijos obligaron a Ailes a dimitir. Las mismas mujeres a las que durante años utilizó a su antojo fueron las que le hicieron caer. Nadie podía con Roger Ailes, hasta que se topó con el feminismo.

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