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Ocurrió en un supermercado: así recuerda una escritora cómo salió de la pobreza

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@ErynnBrook
 

“Todo el mundo que ha sido pobre y ya no lo es tiene la misma historia del momento en que se dieron cuenta que ya no eran pobres"

Rosa Molinero Trias

17 Mayo 2018 13:03

“Esta semana soy pobre y no podré salir de fiesta” es una frase que se oye a menudo a pesar de contener un gran error. Porque uno no es pobre esta semana, la siguiente también y la otra ya no. Y porque salir de fiesta no es criterio suficiente. Ser pobre pasa por un básico como ir a hacer la compra y no poder comprar apenas comida contando hasta el último céntimo. Pasa por llorar de frustración o por aguantar las ganas de llorar porque tú o los tuyos no podéis comer tanto como os gustaría ni lo que os gustaría.

Lo explicaba Erynn Brook en un hilo de Twitter que se ha viralizado y que recopila la experiencia de esta escritora feminista cuando era pobre, así como un montón de comentarios de historias similares.

“Todo el mundo con quien he hablado que ha sido pobre y ya no lo es tiene la misma historia del momento en que se dieron cuenta que ya no eran pobres: haciendo la compra”

“En la caja o en los pasillos. Yo tuve ese momento. Lo recuerdo con claridad. Sucedió mientras colocaba mi compra en la cinta de la caja y me di cuenta que no había hecho cálculos”.

“Cuando era pobre, hacer la compra eran matemáticas avanzadas, reteniendo los cálculos en mi cabeza, recordando constantemente los precios con y sin impuestos de lo que llevaba en mi cesta, combinado con las matemáticas de supervivencia como ‘si me voy a la cama antes de que me entre hambre, entonces tengo suficiente con medio bagel para cenar”.

“Exactamente. Cuando sólo tienes 10 dólares a la semana para hacer la compra —era mi presupuesto hace 13 años— esos 5 centavos pueden marcar la diferencia entre que acepten o rechacen tu tarjeta de crédito”.

“Y también esto. No sabía cómo cocinar la carne porque no me la podía permitir. Fui vegetariana desde la mitad de mi adolescencia hasta mis veinte porque la carne era toda una semana entera de mi presupuesto en comida”.

En su hilo, Brook, que tiene en marcha un proyecto sobre las formas en cómo afecta la supremacía blanca incluso a los blancos y otro que pone sobre la mesa cuestiones raciales, también hacía hincapié en la gran diferencia que existe entre estar sin blanca una semana o un mes y ser pobre.

“Cuando eres pobre no hay ingresos. No hay cómo maniobrar. No hay crédito. No hay extensiones de crédito. No hay nada. No es que haya días buenos y días malos. Es todo supervivencia. Tu superior en el trabajo en esa cafetería te dice ‘¿oye, te quieres llevar unas madalenas a casa?'. Al final del día te hace llorar".

“Cuando estás sin blanca, tienes ingresos. Tienes crédito. Sabes que sólo necesitas ir tirando unos cuantos días o una semana y lo gestionarás mejor con la próxima paga (pero tal vez no, porque todavía estás aprendiendo)”.

“Cuando estás sin blanca te preocupas por cómo pagarás una emergencia. Te asustas. Decides planearlo mejor. Escondes 20 dólares en tu abrigo de invierno porque será una bonita sorpresa para cuando el año que viene haga frío y no tengas guantes”.

“Cuando eres pobre, cada día se siente como una emergencia y te estás ahogando. La diferencia entre estar sin blanca y ser pobre no es un número, es una luz al final del túnel, es una dirección. Son ingresos y movimiento y espacio para pensar”.

La escritora rememora cómo ha cambiado su forma de ir a hacer la compra desde que salió de la pobreza. Es desolador leer cómo algo tan habitual y común como ir al supermercado puede ser un auténtico torrente de angustias para una persona que tiene dificultades económicas.

“Supervivencia. Comida. Ir deprisa por el supermercado intentando no mirar las cosas que no te puedes permitir. Ver que la pasta está de rebajas y sentirte bien porque significa que tienes 2 dólares más para esa semana. Sentir miedo por si te equivocas en los cálculos y quedarte sin un centavo ‘por si a caso’.

“Pienso en con qué poco sobreviví, y lo mucho que dolía, cómo me consumía cada día. Intentar calcular las comidas para que fuera capaz de quedarme dormida antes que el hambre resultara insoportable. Y creo que es una jodida vergüenza que dejemos a alguien vivir así”.

“Lo que quiero decir con todo esto es: no te creas un maldito estudio, experto, artículo o opinión sobre la gente pobre si no puede diferenciar entre ser pobre y estar sin blanca. Si nunca has llorado en un supermercado porque la vida es muy dura, no sabes cuál es el problema”.

A raíz de su hilo, muchas personas se han sentido identificadas y otras han abierto los ojos ante una situación que nunca se hubieran imaginado. Estos son algunos de los comentarios más destacados cuya vivencia es similar a la de Brooks.

“Recuerdo cuando toda la comida de un día era una bolsa pequeña de patatas fritas y toda el agua que pudiera beber”

“Patatas hervidas con mayonesa me duraban toda una semana en el instituto”

“Esto es tan verdadero. Por otro lado, ‘pobre’ no es algo de lo que salgas sin dañarte o de forma definitiva”

“Realmente no hace tanto que anda por Aldi con una calculadora en mano para asegurarme que no me estaba pasando del presupuesto para alimentar a mi hijo y a mí durante el mes”

“Recuerdo que era el cumpleaños de mi hija y no tenía dinero para comprar ingredientes para un pastel. Recuerdo llorar en la tienda, esperando que nadie se diera cuenta. Fue uno de los momentos más duros de mi vida, saber que le fallaba a mi hija porque era pobre”.

Son sólo algunas de las historias que se esconden en esas casi 600 respuestas al hilo de Erynn Brook, que ha generado casi 27 mil favs por el momento.

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