PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo Así valoran los empleados de Starbucks el curso antirracista de la empresa Food

Food

Así valoran los empleados de Starbucks el curso antirracista de la empresa

H

Getty
 

"Ha sido una pérdida de 4 horas", dice un trabajador indignado

Rosa Molinero Trias

31 Mayo 2018 14:39

A mediados de abril, una noticia dio la vuelta al mundo: dos hombres afroamericanos habían sido detenidos en un Starbucks por sentarse sin consumir nada. Las protestas que siguieron a la detención y la presión social sobre el gigante cafetero consiguieron que los dos hombres fueran liberados y el compromiso de Starbucks para combatir la discriminación racista en su establecimiento. Unos días más tarde, el CEO de la compañía, Kevin Johnson, fijaba una fecha en el calendario: el 29 de mayo, 8 mil cafeterías cerrarían durante cuatro horas para que 175 mil empleados recibieran formación para luchar contra el racismo.

Dos días después de que tuviera lugar ese curso, se han generado distintas opiniones sobre efectividad de la estrategia de Starbucks para atajar este problema sistémico en la sociedad estadounidense (y en tantas otras). ¿En qué consistió este curso? ¿Qué han opinado los trabajadores? ¿Y los expertos? Damos un repaso a la prensa para saber las distintas perspectivas desde las que se ha visto este la formación de Starbucks contra la discriminación racial.

***

Video destacado de la semana

El curso

Durante cuatro horas, los empleados de Starbucks realizaron distintas actividades en pequeños grupos. Vieron vídeos educativos sobre la historia de la discriminación en el lugar de trabajo, algunos en los que aparecían personalidades famosas como Common! o el director de cine Stanley Nelson Jr., hablaron con sus compañeros sobre sus propias experiencias de discriminación y respondieron preguntas de tipo abierto destinadas a reflexionar sobre raza y privilegios, del tipo “¿Que me hace ser yo? ¿Qué te hace ser tú?”.

“No es muy claro que una mañana de ver vídeos sobre diversidad pueda conseguir algo más que publicidad gratis”

Gaby Hinsliff , The Guardian

Los detalles estaban pensados al milímetro: tal y como revela The New York Times, las 68 páginas de documentos estaban impresas en tinta de periódico para asegurarse que las manos quedarían impregnadas por un tiempo, tal vez esperando que también el recuerdo de la formación permaneciera.

En uno de los vídeos que vieron durante la formación, se entrevistaba a dos hombres que contaban cómo viven la experiencia de salir de su casa. “Salgo de casa como un hombre libre. Sólo me preocupo de mí”, decía el hombre blanco. En cambio, era diferente para el afrodescendiente, que explicaba que debía tener cuidado con no acercarse demasiado al resto de pasajeros en el tren y sobre cómo hablaba en público. Afirmaba que salir de casa puede ser tan agotador como para resignarse a salir.

Pero tal vez lo más inquietante fue la premisa que debían sercolor brave en lugar de “color blind”, algo que a grandes rasgos podemos traducir como por ser valientes en lugar de no discriminar a las personas por el color de su piel. “Es la cosa más blanca que he escuchado jamás. Yo y mis compañeros nos sentimos incómodos todo ese rato”, dijo para Time Alicia, una empleada mexicana de un local de San Jose, en California.

Los testimonios

“Ha sido una pérdida de cuatro horas”. Así opinaba un trabajador de un Starbucks de Florida. para The Cut. “Soy mitad mexicano y crecí en la pobreza, así que la diversidad, la discriminación y los prejuicios me son familiares. Para mí, la formación fue muy repetitiva”. Sus principales quejas fueron la falta de herramientas para abordar situaciones conflictivas y la presunción de que el barista siempre debe poner buena cara ante todo. “Ha habido casos en algunos locales en los que he trabajado que los clientes han amenazado a compañeros o incluso les han gritado por su raza, religión u orientación sexual, y con frecuencia los superiores no respaldan a ese empleado”.

“Formar a alguien para que haga un caramel macchiato puede ser bastante efectivo. Entrenar a alguien para no tener prejuicios hacia otras personas no consigue ninguno de esos criterios”

Brian Nosek, psicólogo en la Universidad de Virginia

Un trabajador de Minnesota apuntaba para el mismo medio que tal vez hubiera sido mejor customizar los cursos según la demografía de cada lugar, ya que las pieles de clientes y baristas cambian según la ciudad y que, sin restarle la importancia debida, el curso solamente cubría cuestiones racistas hacia afroamericanos y no hacia personas racializadas por su fenotipo en generar. Otra trabajadora, en este caso de Indiana, aprobó los contenidos del curso y celebró que se creara un espacio para el debate donde poder escuchar los testimonios de sus compañeros racializados. Sin embargo, afirmaba que no iba a rendirse a los pies de la empresa para que se colgara la medalla de pionera luchadora antirracismo, ya que años atrás había ocurrido otro ataque racista y no se habían pensado ningunas medidas.

La opinión

Es precisamente búsqueda de reconocimiento lo que criticaban los periodistas Rachel Abrams, Tiffany Hsu y John Eligon para The New York Times: “La compañía, que se ha gastado decenas de millones de dólares para montarlo, necesita hacer un poco de show. Está intentando convencer a los clientes que está comprometida con la justicia social y que quiere crear un sentido de comunidad en sus locales”.

Por su lado, Gaby Hinsliff para The Guardian dudaba sobre la efectividad de un programa de cuatro horas ni siquiera para sentar una base en el pensamiento de cada trabajador. “Lo que no es muy claro que una mañana de ver vídeos sobre diversidad pueda conseguir algo más que publicidad gratis”, decía la periodista, que citaba un reciente informe de la Equality and Human Rights Comission en la que se analizaban este tipo de formaciones. Los resultados eran claros: una sola sesión no basta, aunque sirva para despertar conciencias, porque la gente pronto se olvida y se cae en malos hábitos.

"La compañía, que se ha gastado decenas de millones de dólares para montarlo, necesita hacer un poco de show. Está intentando convencer a los clientes que está comprometida con la justicia social"

Rachel Abrams, Tiffany Hsu y John Eligon, The New York Times

“Por lo menos, imponiendo esta formación Starbucks está diciéndole a su equipo que el racismo se toma en serio y te puede costar tu trabajo. Pero se puede argumentar que está haciendo algo crucial con este cambio de normas, no dando oportunidad a su staff para expresar cualquier prejudicio que tengan (...) Hay una línea muy fina entre eliminar situaciones discriminatorias y hacer que tus empleados se sientan como robots, quitándoles toda la libertad para ejercer su criterio”, añadía Hinsliff.

De la misma forma pensaba Brian Nosek, un profesor de psicología para la Universidad de Virginia que fue consultado para elaborar el programa, y que dijo para NYT que creía que Starbucks estaba yendo demasiado rápido y que no se habían implementado objetivos, estándares y métricas para que la sesión fuera productiva. “Formar a alguien para que haga un caramel macchiato puede ser bastante efectivo. Entrenar a alguien para no tener prejuicios hacia otras personas no consigue ninguno de esos criterios”.

Por otro lado, desde New York Magazine, Christopher Petrella y Ameer Hasan Loggins argumentaban que la formación contra la discriminación racial no conseguía tocar temas importantes como “los sistemas, prácticas, políticas, ideologías, tanto históricas como contemporáneas, que sostienen y legitiman la supremacía blanca”. Así, su propuesta era la de la educación antirracista que busca “cambiar la forma en la que la supremacía blanca organiza el sentido, el acceso, el valor y la historia en el tiempo, el espacio y la memoria. La educación antiracista entiende que la historia no pasa, se acumula”.

"La educación antiracista entiende que la historia no pasa, se acumula”

Christopher Petrella y Ameer Hasan Loggins, New York Magazine

Starbucks y los creadores del programa se defendieron que no está diseñado para acabar con la discriminación, sino para que los empleados empiecen a afrontar este tipo de cuestiones. De momento, ha implementado una política que podría evitar llamadas a la policía como la del abril pasado: permitirá que los clientes se sienten en sus cafeterías o usen el baño sin necesidad de pagar por un café, con excepción de las personas que muestren conductas disruptivas como fumar, drogarse o beber alcohol, usar de forma inadecuada los baños o dormir en ellos.

**Actualización: El CEO de Starbucks, Howard Schultz, anunció el día 4 de junio que dejará Starbucks el 26 de junio y se dedicará algo que puede estar "entre la filantropía y el servicio público", declaró sin concretar, aunque se especula que podría presentarse candidato a las próximas elecciones a la presidencia de Estados Unidos.

share