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¿Por qué hay millonarios que están invirtiendo su dinero en SpaceX?

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Ya no es un pequeño paso para el hombre lo que se juega en la carrera espacial, sino algo mucho más grande

Rafa Martí

07 Febrero 2018 19:40

¿Cuál es la rentabilidad de mandar un Tesla a Marte? ¿Por qué poner cientos de millones de dólares en el capricho de un empresario excéntrico que un día vende lanzallamas y al otro se divierte conquistando la galaxia, y no por ejemplo en Amazon, la empresa más valorada del momento?

Elon Musk, CEO de SpaceX y Tesla, anunció eufórico el martes por la tarde el lanzamiento del cohete más grande jamás construido, el Falcon Heavy, en dirección a Marte: su misión es la de transportar un Tesla Roadster al planeta rojo. El coste de la operación asciende a 90 millones de dólares a cambio de... ¿entretener a la Tierra por Instagram mientras un coche viaja por el espacio con un maniquí a bordo?

Tampoco sería una posibilidad a descartar: miles de negocios sobreviven y se agigantan por la confianza ciega que ponen los inversores en ellos, esperando que en el futuro sean rentables y la suerte les multiplique la fortuna. Pero detrás de la operación del Falcon Heavy hay mucho más que especulación. Con una simple y obligada operación de ensayo, SpaceX está demostrando al mundo que tiene ya un cohete capaz de llegar a Marte; de transportar cosas a Marte y a un coste barato. La única alternativa plausible para lanzar cohetes al planeta rojo es la United Launch Alliance, en 2020 y a un coste de 422 millones de dólares por despegue. Además, SpaceX está presentando una plataforma viable y no sujeta a la agenda de una empresa estatal como la NASA a quienes proyectan en el espacio una mina infinita de recursos. Entre ellos están miles de inversores que, basados en caros estudios de mercado, ven en el espacio exterior un mercado infinito y sin regular, cuyas explotaciones van mucho más allá de conducir deportivos y crear resorts de ocio en Marte: la explotación minera de asteroides o la creación de redes de satélites para ofrecer servicios a la Tierra sobre otros existentes son solo un ejemplo. De hecho, SpaceX en 2016 apenas dedicaba el 5% de su presupuesto al proyecto de colonizar Marte, y uno de sus objetivos fundacionales es la minería espacial. Mientras, Google no ha escondido que sus inversiones de más de 1.000 millones de dólares a través de su fondo Fidelity en la compañía de Musk tienen el propósito de crear un sistema de comunicaciones mundial sin precedentes y a bajo coste.

Miles de inversores ven en el espacio exterior un mercado infinito y sin regular, cuyas explotaciones van más allá de conducir deportivos y crear resorts de ocio en Marte: la explotación minera de asteroides o la creación de redes de satélites para ofrecer servicios a la Tierra sobre otros existentes son solo un ejemplo

Los proyectos de SpaceX no están solo en el más allá. En la misma Tierra, la compañía tiene planes de desarrollar un sistema de transporte con cohetes que ascienden por encima de la atmósfera que permitirían conectar los dos puntos más lejanos del planeta en menos de una hora. Si Tesla pretende terminar con el dominio de los hidrocarburos y el poder de los fabricantes tradicionales de coches, SpaceX no solo quiere conquistar Marte, sino terminar con el transporte aéreo como lo conocemos hoy en día.

Esto no es todo. Además de ser el catalizador de los deseos del capitalismo global más allá de la atmósfera, SpaceX es tan eficiente que hasta los mismos gobiernos se han hecho dependientes de ella. La NASA ha dado un fuerte empujón a la compañía encomendándole desde 2012 toda su área de operaciones interespaciales. La agencia estadounidense se enfrentaba en los últimos años a una disyuntiva: acometer una reforma profunda con un coste incalculable y de larga aplicación o subcontratar una empresa que tuviese una estructura moderna construida, que abaratase costes y que le sirviese como plataforma para continuar con sus fines científicos y de investigación que cada vez padecían más recortes. Así es como terminaron en manos de SpaceX 70 misiones de lanzamiento contratadas por la NASA para reabastecer la Estación Espacial Internacional. Ahora, la dependencia de la NASA de la empresa puede que sea total. Pero no solo la NASA. Los ruidosos tests de SpaceX han hecho que la Fuerza Aérea de EEUU confíe sus lanzamientos y experimentos a Musk en mayo de 2017, después de romper contratos históricos con las aeronáuticas Loockheed Martin y Boeing. ¿Cómo no invertir en una empresa que se ha llevado contratos millonarios del gobierno más rico y poderoso del mundo?

El valor de la compañía privada espacial alcanza ahora los 21.000 millones de dólares y escala como la espuma en el Nasdaq cada vez que Elon Musk cuelga en su Instagram infografías sobre el futuro del transporte interespacial que no hubiéramos soñado ni en una película de Ridley Scott.

SpaceX no se trata tanto de movimientos publicitarios excentricos e imposibles, ni siquiera de Marte, sino de la diversificación de negocios en el territorio infinito del espacio.

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