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Life
Antes de aprovechar las rebajas de esta temporada, recuerda que lo barato sale caro... con un gran costo humano y ambiental
09 Enero 2020 23:35
En la época de rebajas, es posible ver verdaderas gangas en los aparadores, pero la ropa a tan bajo precio tiene un gran costo que apunta a la explotación laboral y a una contaminación que ya es difícil revertir.
No, no estamos diciendo que gastes más dinero en ese abrigo que quieres desde hace meses y en las rebajas estará a mitad de precio, es sólo poner un foco rojo en esa ropa que está reducida hasta más de un 80% de su precio original o que en otros países venden por dos dólares, un euro o una libra. Lo lógico sería pensar “¡es una locura no llevar esa camiseta por ese precio!”... y es ahí donde está el punto, pensar así es una locura.
Como señala la iniciativa Fashion Revolution (movimiento global en favor del consumo responsable de la moda), los precios baratos hacen creer a consumidores que generan ahorros. “Esto puede parecer cierto a corto plazo, con un enfoque limitado y mirando solo el dinero en nuestras carteras, pero todos, como ciudadanos del mundo, terminaremos pagando el costo externo, el verdadero costo del consumo y la producción insostenible de ropa barata”.
En junio de 2019, en pleno verano para el hemisferio norte, la cadena de tiendas británicas Missguided, lanzó un revolucionario bikini por solo una libra, se promocionó así en las redes sociales: “El conjunto de bikini que todos notarán (pero tu cuenta bancaria no)”.
Hasta ahí todo parecía un ejemplo de moda a bajo costo, pero el detalle —como siempre— está en las letras chiquitas, esta vez de la etiqueta de dicho bikini, hecho 85% de poliéster, un material que tardará más de 200 años en degradarse. Es predecible que un bikini que costó una libra esterlina no sea de la mejor calidad y por lo tanto no durará muchos veranos, por ende, es predecible pensar que si no es que el traje de baño queda arrumbado en un cajón, pase a ser basura.
De acuerdo con un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la industria textil produce el 20% de las aguas residuales y el 10% de las emisiones de carbono en el mundo y se ubica como la segunda fuente de contaminación, solo por debajo del petróleo.
Dejando un poco de lado el costo ambiental, el problema de la ropa ultra barata es el costo humano. Si ese traje de baño cuesta solo una libra, ¿cuánto le tocará de ese dinero a quien lo confeccionó? Esto apunta al trabajo de las maquiladoras en países como India, Paquistán, Bangladesh, Marruecos, “donde las y los trabajadores a menudo reciben salarios irrisorios y son obligados a trabajar largas horas en condiciones terribles”, advierte el PNUMA.
Un tercer punto es el poco valor que le damos a la prenda que fue una ganga. ¿Te dolería tirar a la basura una camiseta que costó menos que un café? Lo más probable es que no, y que esa, como muchas otras prendas adquiridas en las rebajas, terminen siendo artículos desechables (por calidad y hasta sentimentalmente).
En junio pasado, Laura pidió un traje de baño que vio en un anuncio en Instagram, decidió comprarlo porque del precio de mil pesos mexicanos que había visto anteriormente, se redujo a 560. Parecía algo maravilloso hasta que vio que su traje azul viajaría desde Australia hasta México, era real, ella podía monitorear el estatus en un mapa.
Dos semanas después, su compra estaba en casa, pero ella no, así que la mercancía fue devuelta. Bastó un correo electrónico pidiendo que lo entregaran a otra dirección para que —otro mes después— tuviera en sus manos ese traje de baño azul. El número de pedido no correspondía, de modo que le enviaron otro nuevamente desde Australia, no ese mismo que ella no logró recoger la primera ocasión.
En el último año, la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO) informó que las compras en línea van en aumento, pues mientras en el 2017 solo 7.0% recurría al comercio electrónico de forma semanal, en el 2018 la cifra aumentó a 38%. Este crecimiento tan acelerado es una tendencia mundial.
Ante esta practicidad de comprar ropa que se observa en la publicidad entre las stories, en el feed de las redes sociales, es fácil ver los precios y tomar la decisión de comprar algún artículo que será entregado a la dirección que queramos y, si no es de nuestra entera satisfacción, es posible cambiarlo o devolverlo. En teoría, esto parecería un acto más ecológico que ir al centro comercial en coche, pero puede ser todo lo contrario.
Una investigación hecha por CBC en Canadá explica que el aumento en el volumen de devoluciones ha explotado en un 95% en los últimos cinco años. Y solo en ese país se están devolviendo productos por un valor de 46 mil millones de dólares cada año. Si se trata de ropa que no fue la talla correcta, afirma el reportaje, para muchas empresas no vale la pena que se regrese la prenda al lugar de origen y mandar otra más: “Literalmente, simplemente lo incinerarán o lo enviarán al contenedor de basura”.
Al tomar en cuenta la transportación en barcos o en aviones de esta mercancía, la de los vehículos terrestres que entregan las mercancías y los característicos empaques que tienen, entonces, comprar en línea está afectando aún más el medio ambiente.
Las rebajas de fin de año pueden ser una gran oportunidad para adquirir ropa que realmente queremos o necesitamos.
Los consejos que dan tanto Greenpeace como Fashion Revolution son comprar menos ropa y, si es posible, de mejor calidad para que dure muchos años y muchas puestas; comprar ropa de segunda mano o hacer un trueque con amigos; usarla por más tiempo y si compran nueva es buena idea apoyar a los diseñadores y marcas locales (se evitará comprar algo que haya sido transportado por miles de kilómetros) y aquellos con mentalidad sostenible (materiales reciclables, más fácilmente biodegradables) y procesos de fabricación éticos.
Así es que en esta época de compartir fotos comparativas de hoy y hace 10 años, no dudes en volver a usar tu mejor ropa de la década pasada.
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