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Entrevista Anne Waldman: “feminismo es una etiqueta superficial para englobar la riqueza de un movimiento más grande” Lit

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Anne Waldman: “feminismo es una etiqueta superficial para englobar la riqueza de un movimiento más grande”

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Imagen: Getty
 
Juan F. Rivero

03 Junio 2018 09:37

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Hablamos con Anne Waldman, performer y poeta que perteneció a la generación beat, en el contexto del Festival Poetas de Madrid

Estoy sentado en una silla de colegio en la parte de atrás de la librería Arrebato de Madrid. A mi lado está sentada Anne Waldman, con su mirada viva y su voz segura. Llevamos una hora hablando cuando le hago mi última pregunta: “Anne, ¿cuál es la responsabilidad de un poeta?”. Apenas tarda un segundo en contestar que la responsabilidad de un poeta es “ser amable, amable y fiero”, y hace las dos palabras coincidir con la serenidad de quien ha errado mucho por su lengua y la conoce bien (“Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse”, dijo Lorca).

Waldman nació en Millville (Nueva Jersey) en 1945, aunque rápidamente su familia se traslada al barrio de Greenwich Village de Nueva York, donde creció respirando el jazz de los 50 y la frenética poesía que se desarrolló desde finales de esa misma década en la Costa Este de Estados Unidos. Allí conoció a multitud de artistas de su edad y de la generación anterior, tales como Allen Ginsberg o Diane di Prima, con quienes a mediados de los setenta fundaría la Jack Kerouac School of Disembodied Poetics, que aún sigue dirigiendo en la Universidad de Naropa, en Boulder (Colorado).

Imagen: The Allen Ginsberg Project

Su actividad como poeta, profesora y performer ha sido incesante desde entonces. Dotada de una impresionante fuerza y de una continuada voluntad de exploración, que la ha llevado a experimentar con todo tipo de vías alternativas de creación literaria, cuenta con más de cuarenta títulos a sus espaldas, entre los que destacan varios de prestigio internacional como Fast Speaking Woman and Other Chants (1978), Skin Meat Bones (1985), Manatee/Humanity (2009) y la monumental The Iovis Trilogy: Colors in the Mechanism of Concealment (2011), un trabajo radicalmente innovador que suma más de mil páginas y que revierte el lenguaje masculino de la poesía épica desde una perspectiva feminista, ecologista y visceralmente crítica con el discurso global del capitalismo tardío.

Su último poemario, Trickster Feminism (Penguin Poets, 2018) —cuyo título podría traducirse, no sin cierta dificultad, como El feminismo embaucador o Feminismo pícaro—, proviene en sus propias palabras “de varios meses de continuada resistencia y protesta, en especial en torno al problema de The Rocky Flats Plant”, una antigua fábrica de producción de armamento nuclear cuyo desmantelamiento ha dejado una gran cantidad de residuos radioactivos en las proximidades de Denver; pero también de una fuerte oposición a los discursos impuestos por el heteropatriarcado, la transfobia y el racismo institucional en los Estados Unidos.

"Tal vez la palabra feminismo sea solo una etiqueta superficial para englobar la riqueza de un movimiento que está acogiendo conceptos y discursos tan complejos como los del género fluido, las identidades trans o el feminismo de perspectiva racial..."

Anne Waldman

El activismo pro derechos humanos de Waldman, de hecho, es inseparable de su literatura. Durante la conversación me habla de proyectos y acciones a lo largo de todo el planeta, de la India a los Estados Unidos, de las profundidades de la teoría literaria a la lucha global contra el cambio climático y el discurso falaz de sus negacionistas. Le pregunto por la situación política actual y me dice que es pesimista con respecto al futuro —“hemos traspasado, probablemente, el punto de no retorno con respecto al cuidado del planeta”—, pero que continuar luchando cada día constituye una responsabilidad ineludible.

Le pregunto por los nuevos horizontes que, muerto el perro itacense de la ideología, suponen para las nuevas generaciones el movimiento feminista y el ecologismo: “El feminismo”, dice, “dentro del cual han existido varias olas, es en la actualidad una gran confluencia de conversaciones. Tal vez la palabra “feminismo” sea solo una etiqueta superficial para englobar la riqueza de un movimiento que está acogiendo conceptos y discursos tan complejos como los del género fluido, las identidades trans o el feminismo de perspectiva racial, hombres feministas, etc. Pero creo que, por encima de todos, el problema del clima y el discurso ecologista apelan al conjunto de la población; sus repercusiones son palpables y afectan a cantidades enormes de personas”.

"Diane di Prima insiste siempre que hablo con ella en que no quiere ser una carga para nadie, en que vivirá su vida plenamente mientras pueda hacerlo, como lo ha hecho hasta ahora, trabajando hasta el final"

Anne Waldman

“Hay gente joven”, prosigue, “que está tomando el relevo de las generaciones anteriores. En los últimos años he perdido a muchos amigos, y su ausencia ha sido dolorosa para mí, no solo a nivel personal, sino por todo lo que ellos representaron a lo largo de mi vida. Allen Ginsberg, por ejemplo, estando ya muy enfermo, nos llamaba por teléfono y nos preguntaba si necesitábamos algo. ¿Necesitas dinero?, decía, yo me voy a morir... Diane di Prima, a la que conocí siendo muy joven, insiste siempre que hablo con ella en que no quiere ser una carga para nadie, en que vivirá su vida plenamente mientras pueda hacerlo, como lo ha hecho hasta ahora, trabajando hasta el final”.

Imagen: Getty

“Es por eso por lo que para mí, ahora mismo, al frente de la Jack Kerouac School, resultan tan importantes la memoria, el archivo. Es fundamental que conservemos toda la documentación posible sobre los artistas; para que luego no sean juzgados en base a ideologías que no tengan en cuenta su obra, sus circunstancias, la humanidad de sus errores”. Y es precisamente ahora, en el momento en el que Waldman trae a colación a aquellos que durante tantos años han sido sus compañeros, sus mentores, sus alumnos en poesía, cuando las palabras con las que se abre este artículo cobran un resplandor más noble.

Un poeta ha de ser amable en el sentido más amplio del término —kind en el inglés certero y libre de Waldman—: atento para con la lengua, inteligente con respecto a la complejidad de nuestra sociedad, compasivo con el resto de los seres y cuidadoso con la frágil estabilidad de los vínculos naturales; pero también fiero, fiero y valiente para recorrer las distancias que nos impiden ver con claridad, para poner en jaque el verbo de los poderosos, para buscar la fe en momentos en los que todo invita a buscar un refugio y esperar que las tormentas dejen de existir.

Anne Waldman, por cierto, ha venido a Madrid invitada por el festival Poetas 2018, en el que ha participado junto con su banda familiar, Fast Speaking Music. Antes de pasar por la capital el conjunto actuó en Granada, donde sorprendieron por su poderosa puesta en escena y su peculiar entendimiento de la performance poético-musical. Una selección de su obra figura en Beat Attitude. Antología de mujeres poetas de la generación beat (Bartleby, 2015), la única aproximación feminista en nuestra lengua al movimiento al que perteneció y que reivindica, en traducción de Annalisa Marí Pegrum.

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