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Artículo En el infierno japonés sólo los demonios sonríen Lit

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En el infierno japonés sólo los demonios sonríen

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Se ha publicado 'Hell in Japanese Art', un libro de Kajitani Ryoji y Nishida Naoki que reúne más de 500 representaciones pictóricas del Naraka, el infierno que describió el monje budista Genshin y que ha pasado a formar parte de la mitología japonesa

Eudald Espluga

29 Enero 2018 11:58

La caminata de Dante y Virgilio por los nueve círculos del infierno, imaginados por el poeta italiano en su Divina Comedia, puede parecer un apacible paseo campestre si la comparamos con la crueldad insondable del Naraka, la versión budista del inframundo que el monje japonés Genshin imaginó en su Ōjōyōshū o Los Fundamentos para el Renacimiento en la Tierra Pura.

La descripción de los diversos infiernos —entre los que se encuentran reinos subsidiarios y grotescos como el "Infierno de sangre y pus" o el "Infierno de extrementos"— rebosa de una violencia extrema, abrumadora. El inframundo, para esta tradición budista, es una suerte de purgatorio cuyo objetivo es ampliar el dolor de la vida presente. No por casualidad, la larga sección con la que empieza esta obra del s.X, se titula "Aversión a este mundo impuro", y revela una fascinación inequívoca por los cuerpos torturados y los castigos extravangantes.

(Una de las imágenes de 'Hell in Japanese Art')

Ahora, en el libro Hell in Japanese Art, no solo se recupera y se traduce el texto de Genshin, sino que además se recopilan cientos de obras de arte dedicadas a representar los horrores del Naraka, creadas entre el s. XII y el S. XIX. Como explican Kajitani Ryoji y Nishida Naoki, los investigadores encargados de recopilar las pinturas, la mayor parte de estas obras estaban colgadas en los templos y santuarios como recordatorio no muy sutil de las consecuencias del comportamiento inmoral. Además, este infierno-purgatorio, que se piensa en continuidad con la vida terrena, no se concebía como un estado permanente, como una condena eterna: era posible renacer en la Tierra Pura, un mundo de luz y felicidad donde deseo y realidad son una y la misma cosa.

Dada su función moralizante, no nos sorprende que estas obras fijen su atención en los aspectos más escabrosos y atroces del texto. Estas pinturas y grabados querían escenificar la promesa de horror que encerraba el averno para que la gente que acudiera al templo pudiera experimentar vívidamente el escarmiento excesivo que recibirían. Planchas de hierro caliente, almas comiendo heces, gusanos devorando la carne, demonios que destripan cuerpos con hachas y sierras, animales de todo tipo desgarrando las tripas de los condenados: no hay límites en este furia vengativa obsesionada con el cuerpo de los pecadores.

Como explica Claire Voon, el color rojo predomina en todas las imágenes. El bermejo de la sangre, el bermellón del fuego, las tonalidades escarlata y anaranjada de la piel de los demonios. Unos demonios que, no por casualidad, son los únicos seres que aparecen sonrientes en las más de 500 páginas con ilustraciones de Hell in Japanese Art.

(Una de las imágenes de 'Hell in Japanese Art')

Si tradicionalmente se ha comparado el libro de Genshin con la Divina Comedia, no puede decirse lo mismo del patrimonio cultural que nos ha legado: el imaginario ultraviolento, oscuro y sanguinolento de la demonología japonesa sobrepasa los tibios castigos de las mitologías occidentales.

Os dejamos con algunas de las imágenes que avanza la editorial PIE para promocionar el libro:

(Una de las imágenes de 'Hell in Japanese Art')

(Una de las imágenes de 'Hell in Japanese Art')

(Una de las imágenes de 'Hell in Japanese Art')

(Una de las imágenes de 'Hell in Japanese Art')

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