Madre sólo hay una o dos o más bien muchas. ¿Quiénes son las madres de la diversidad?
Las madres de la Diversidad somos esas a quienes nos llaman quejicas y susceptibles en los grupos de Whatsapp de padres y madres; esos que cuando preguntas después de leerlo qué es trabajar como una negra, vestir como mora o tener apariencia de sudaca, te aclaran que sólo es "una broma". En estos casos una mayoría abrumadora resuelve que debo ser yo, una madre negra española, quien debe adaptarse a ser insultada.
Las mamis diversas somos también aquellas que al visitar la pediatra junto a nuestra pareja caucásica, suele ocurrirles que la doctora decide dirigirse más a ellos o ellas, que a nosotras.
En cuanto a las madres adoptantes, madres al fin y al cabo, Nerea Larrea, integrante de Feministalde y miembro de la asociación de adoptantes de menores africanos Fretanisso Bilbao, me comenta lo siguiente: “Ser socialmente señaladas como diferentes a la mayoría es una preocupación vital, pero ésta se acentúa al comprobar que el sistema y las instituciones que financias con tus impuestos no están preparados ni dispuestos a atender a tus necesidades específicas. El sistema sanitario valora a tu hija en base a unos percentiles establecidos para la raza blanca. El sistema educativo no incorpora referentes culturales y raciales que la motiven y con los que se identifique ni proporciona herramientas adecuadas para gestionar la diversidad actual en las aulas. Cuando son adolescentes, temes que el sistema policial focalice su mirada sobre ellos y ellas. Los protocolos postadoptivos son herramientas obsoletas que, en lugar de ayudar a construir identidades empoderadas sobre la diversidad, recuerdan a las familias transraciales que sufrirán por ser diferentes a las europeas”.
Tan cerca del 8 de marzo me complace acordarme de ellas; porque mientras que los discursos que se esgrimen desde la política y las instituciones ignoren estas realidades, las madres de la Diversidad debemos continuar con nuestras particulares luchas, que no son otra cosa que nuevas batallas que enfrentamos las mujeres en la España del siglo XXI.
Aún así sonreímos, sabemos ser felices y vivimos con la convicción que si somos tan incómodas, en ningún caso se debe a nuestra actitud, sino más bien a una sociedad que no está preparada para entender y aceptar, la diferencia.
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