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Más allá de los dominios de Xerxes: un paseo por la editorial Dark Horse

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Coincidiendo con la vuelta de Frank Miller al universo '300', repasamos algunos hitos de la editorial de cómic indie que conquistó Hollywood

víctor parkas

12 Abril 2018 12:19

“Persas. Un pequeño regimiento. No más de cien hombres. Han venido a probar sus defensas, o quizás a asesinar a nuestro comandante. Pobres bastardos: no tendrán oportunidad alguna”. Así es como Frank Miller abre Xerxes, la mini-serie con la que el hiperbólico autor regresa al universo de 300. ¿Otra forma de decirlo? Xerxes, que ha llegado a las librerías norteamericanas este mes, supone una vuelta a casa para Miller. Esa casa se llama Dark Horse.

La editorial de cómics independiente no fue la cuna de Miller, que llegó al sello con un par de obras definitorias a las espaldas –Daredevil: Born Again y Batman: El regreso del Caballero Oscuro. Tampoco fue el campo de tiro para Mike Mignola, Sergio Aragonés o Matt Wagner, pero estos autores y sus obras, de Hellboy a Groo, pasando por Grendel, sí brillaron como nunca antes bajo el logotipo del equino negro que cabalgaba en sus portadas.

Xerxes (Frank Miller, 2018)

Nacida en 1986 como revulsivo a los productos publicados por las dos empresas que se repartían la primacía en el mercado del cómic, Marvel y DC, Dark Horse fue una iniciativa del librero Mike Richardson. Al contrario que otros proyectos editoriales en sintonía, como Image Comics, que nacería pocos años después auspiciada por dibujantes estrella fugados de Marvel, Richardson no tenía la posición destacada en la industria, de la que sí gozaban espadas de Image como Todd McFarlane (Spider-Man) o Rob Liefeld (X-Force).

En su primer año de andadura, Dark Horse se vio gestionando su primer sleeper: Concrete de Paul Chadwick, un cómic protagonizado por un redactor de discursos institucionales que termina convertido en un hombre-roca, al estilo la Cosa. Al siguiente, junto a otros títulos de culto como The American o Black Cross, Richardson dio con una pepita oro, pero una que lo sería a largo plazo: La Máscara, creada por él mismo, y que inspiraría al éxito de taquilla homónimo de 1994.

La Máscara (Kevin O'Neil, 2003)

La expansión de Dark Horse no puede entenderse sino atendiendo a su permanente diálogo con la industria del cine. Por un lado, las buenas manos a las que han ido a caer sus licencias a la hora de saltar de medio han sido clave para su éxito: además de La Máscara, las adaptaciones cinematográficas de Hellboy, 300, Sin City, la también creación de Richardson Timecop, o la Barb Wire de Pamela Anderson, convirtieron a personajes naturales del entorno indie en auténticos iconos de la cultura pop.

Por otra parte, la editorial acertó al trasladar al cómic franquicias del séptimo arte, en publicaciones que iban más allá del trabajo de encargo; las sobresalientes Aliens vs Predator, Fight Club 2 o Star Wars Tales dan buena cuenta de ello. Otras, como Godzilla: King of the Monsters, significaron el inicio de un idilio entre Richardson y el manga que permitió disfrutar al lector norteamericano de títulos clave para el cómic nipón como El lobo solitario y su cachorro, Astro Boy, Akira, Ghost in the Shell, Trigun o La espada del inmortal.

Fight Club 2 (David Mack, 2015)

Pero, en lo que respecta a las publicaciones de creación propia, ¿cómo consiguió un librero de Oregón, alguien más cercano a la distribución que a la producción como Richardson, enrolar a artistas de primera línea en su sello? El modus operandi de para engrosar filas en Dark Horse sería exactamente el mismo que McFarlane y Liefeld utilizarían en Image: hacer que los autores fueran, al contrario que en Marvel y DC, propietarios de sus propias obras.

Así, en 1990 Frank Miller y Dave Gibbons, dibujante de Watchmen, se estrenaban en la editorial con Give Me Liberty. El primero de ellos repetiría la experiencia el mismo año, esta vez acompañado a los lápices por Geof Darrow. De esta última unión, surgió Hard Boiled, un ejercicio de cyber-punk tan sucio como divertido que dejaría huella en manifestaciones geek posteriores como Acción Mutante, la ópera prima de Álex de la Iglesia producida por Pedro Almodóvar.

Hard Boiled (Geoff Darrow, 1990-1992)

La buena experiencia de Miller con la compañía haría efecto llamada: al poco, artistas como Arthur Adams, Walt Simonson o Chris Claremont, que estuvo más dos décadas escribiendo X-Men, darían el salto a Dark Horse. Sin embargo, no serían tanto autores consolidados, como emergentes, los que mejor sabrían aprovechar el vehículo proporcionado por Richardson.

¿Nombres propios? Mike Allred, cuyo Madman sigue siendo el mayor delirio pop de los noventa, sin olvidar al autor del chambara silvestre Usagi Yojimbo, Stan Sakai, uno de los invitados al Salón del Cómic de Barcelona que da comienzo hoy jueves para terminar el domingo, con una master-class, justamente, del propio Sakai.

Usagi Yojimbo (Stan Sakai, 2017)

Dark Horse tuvo su época dorada en los noventa, pero el cambio de siglo no pilló a la editorial con el paso cambiado: obras de nuevo cuño, como The Umbrella Academy, demostraron que Richardson sigue teniendo buen olfato para auspiciar proyectos con carácter propio. Este producto en concreto, del que Netflix nos brindará adaptación televisiva este mismo año, fue una creación de Gerard Way, el cantante de la emo-band My Chemical Romance.

Más reciente todavía es el caso de Black Hammer, la opus magna de Jeff Lemire. La propuesta, una historia crepuscular de superhéroes olvidados, arroja una visión desmitificadora y apesadumbrada a la edad de plata de los cómics, aquellas historias ingenuas y deliciosas publicadas en los años sesenta. Dean Ormston, al dibujo de Black Hammer, se antoja así, de forma más visceral que estilística, un Jack Kirby lastimero. Un Steve Dikto, pero uno tristón.

Black Hammer (Dean Ormston, 2017)

En el último lustro, Dark Horse ha revigorizado su marca apostando por el talento joven. Entre las principales nuevas espadas de la editorial encontramos a Ethan Young (Nanjing), Rafael Albuquerque (EI8HT) o Joëlle Jones (Lady Killer). Si Dark Horse se nutrió de autores provenientes de Marvel y DC en sus inicios, hoy son las dos grandes las que buscan y encuentran talento entre la cantera de Richardson –Joëlle Jones, sin ir más lejos, acaba de anunciar que se hará cargo, junto a la colorista Laura Allred, de una serie protagonizada por Catwoman para DC Comics.

A la vez que mira hacia el futuro, la editorial también echa la vista atrás, publicando nuevas aventuras y spin-offs de sus licencias más exitosas, siempre con la firma de sus autores originales. En el momento de escribir estas líneas, no solo el Xerxes de Frank Miller adorna los estantes de las librerías americanas, sino también el cuarto número de Koschiei the Deathless, personaje original del Hellboy de Mike Mignola, y el segundo de Doctor Star, nativo del universo Black Hammer, a cargo también de Jeff Lemire.

En el momento de escribir estas líneas, Dark Horse sigue siendo un caballo ganador.

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