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Opinion Comerle la polla al expresidente Lit

Comerle la polla al expresidente

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Comerle la polla al expresidente

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“De un golpe”. Una ficción de Víctor Parkas

El coordinador de opinión del periódico cambió «stalinista» por «soviético» justo en el momento que el expresidente se corrió en mi boca. Su semen sabía a nuez moscada y spray antimosquitos. “Te avisaré”, me dijo. “¿Cómo prefieres comérmela?”, me dijo.

Nos encontramos en los lavabos del Congreso, durante la pausa de una comisión de investigación que no servía nada más que para engrosar los perfiles de Twitter de los políticos que participaban en ella. “La polla, mariconazo”, me dijo. “¿De un golpe o por tiempos?”, me dijo. Dejé mi café con leche largo de café sobre el mármol, quedando éste debajo del secamanos. “Sácatela”, le dije. “Vamos”, le dije.

Pasa con los insultos homófobos que me hacen chasquear el rabo: empujé al expresidente dentro de unos de los cubículos del baño y le abrí la hebilla del cinturón con una sola mano, mientras utilizaba la otra para taparle la boca. “De un golpe”, le dije. “Te la voy a comer de un golpe”, le dije. El coordinador de opinión del periódico editaba la frase «una derecha que no se acompleja cuando la izquierda pretende someterla» en el preciso instante que tomé la polla del expresidente para introducírmela en la boca.

Con el meñique, jugueteé por los aledaños de su ano.

Pasa con los insultos de patio de colegio que ya no lo son: las generaciones que vienen no ven nada malo en que les mandes a comer pollas, en que les mandes a tomar por culo. «El ano es un centro erógeno universal», escribió Paul B. Preciado, «¿quién no tiene ano?». El placer anal es democrático, pero lo sería doblemente si se practica en un escenario de soberanía popular como el que asiste a éste, nuestro calentón. Con un sabor a nuez y spray que no lograré arrancarme en días, le dije: “¿Te puedo follar?”.

El expresidente, con una sola mano, cerró el pestillo.

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