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Opinion La propaganda antifascista de Michael Moore es más necesaria que nunca Lit

La propaganda antifascista de Michael Moore es más necesaria que nunca

Opinión

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Fahrenheit 11/9
 

La propaganda antifascista de Michael Moore es más necesaria que nunca

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‘Fahrenheit 11/9’ es el repaso del ascenso de Trump el poder —representado, ya sin remilgos, como una especie de Hitler contemporáneo, con material de archivo de la alemania nazi, que el símil quede bien claro—. Es también un resumen de los dos últimos años en la política estadounidense.

Lo nuevo de Michael Moore es un tren de la bruja con tortazos incorporados. Te zarandea y te coge de la camiseta para que tomes partido de una vez. Y si te tiene que hacer llorar con historias penosísimas, pues lo hará. Porque puede y porque hay historias penosísimas que contar. Fahrenheit 11/9’ es el repaso del ascenso de Trump el poder —representado, ya sin remilgos, como una especie de Hitler contemporáneo, con material de archivo de la alemania nazi, que el símil quede bien claro—. Es también un resumen de los dos últimos años en la política estadounidense. Una especie de batiburrillo de prácticamente todo lo más notable que ha pasado. El hilo de fondo: todo es un asco. El mundo se va a la mierda porque nuestra clase dirigente es corrupta, racista, misógina y fascista y, o bien no hacemos nada, o bien les reímos las gracias a personajes que empiezan siendo ridículos y luego acaban siendo reyes.

Trumps, pero también Salvinis, Bolsonaros, Orbanes. Primer palo a la prensa —maquinaria al servicio de las élites y del dinero; Trump es un asco, pero es que da tantos clics—. Medios coleguitas del establishment, medios que piensan en preservar sus privilegios, medios machistas —también— con una mayoría abrumadora de hombres. Hombres que ahora sabemos acosadores después de la era del #MeToo. Matt Lauer, Charlie Rose, Mark Halperin, Bill O'Reilly, Roger Ailes. Aparecen todos entrevistando a Hillary Clinton con cartelas criminales de su número de víctimas y método empleado (tocar tetas, tocar genitales, pasearse desnudos o en albornoz). Son criminales y está bien recordarlo en pantalla grande.

También hay cera para Hillary. Y para Obama. Demócratas y republicanos pillan en el documental de Moore en ese dibujo demoledor de lo que significa realmente la política estadounidense —despachos, rifles, Wall Street, General Motors, etcétera—. Moore también carga contra los demócratas por sabotear la izquierda realmente alternativa representada por Bernie Sanders. Porque ni siquiera los demócratas (viejos) están preparados para hacer hueco y sanear el propio partido desde dentro.

Talento, hay. Una nueva generación de políticas —muchas mujeres— que están asaltando las instituciones con ideas progresistas y discursos renovadores. La joven del Bronx Alexandra Ocasio, que acaba de convertirse en la congresista más joven de Estados Unidos, o la estadounidense de origen palestino Rashida Tlaib, son solo un par de ejemplos. Las mujeres son la esperanza, y también son las vengadores como bautizó la revista 'Time' en el número de enero. Aunque a veces ni las miren. El New York Times no hizo perfil de Alexandra Ocasio-Cortez hasta que sorprendió en las primarias. El New York Times decía que a Sanders solo lo votaban los viejos cuando la audiencia de sus mítines probaba todo lo contrario.

"Moore es efectista, es así, pero su propaganda antifascista es necesaria."

El documental de Moore es el tren de la bruja. Con todas los fantasmas y monstruos del aparato del estado, que se mueve como un pulpo, pero funciona como un tapón. Abajo están los rednecks orgullosos, los activistas, los profesores precarios en huelga, los sindicatos, los adolescentes que promovieron la March for Our Lives para pedir regulación en la venta de armas; las madres afroamericanas del pueblo de Flint, hartas de que sus hijos estén para siempre envenenados con plomo por culpa de un gobernante, Rick Snyder, que no está en la cárcel y es amigo de Trump.

Moore es efectista, es así, pero su propaganda antifascista es necesaria.

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