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Reportaje

Di “hooooola”, seguro que alguien te está espiando

15 Julio 2019 17:20

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Lo que hemos aprendido de ‘El enemigo conoce el sistema’, un libro que promete convertirse en una referencia sobre la verdad que oculta el mundo digital

Todo lo que estás a punto de leer puede que ya lo supieras. Cada semana se publican noticias sobre escándalos relacionados con la nuevas tecnologías: espionaje masivo, manipulación política, intereses comerciales vinculados a tus datos, violación de la privacidad... Marta Peirano ha reunido en un solo volumen la fotografía actualizada de cómo “el sistema” es utilizado por “el enemigo” para modificar tus hábitos en beneficio propio. Tu verás que haces con ella.

Nada era lo que parecía. ¿Recuerdas cuando, allá por el 2008, empezamos a ver coches de Google Street View radiografiando calles, aceras y farolas en todas las ciudades del mundo? Pues bien, “la verdadera invasión estaba ocurriendo en la esfera de lo invisible: los coches iban capturando todas las señales wifi de todos los edificios por los que pasaban, incluyendo los nombres de las redes (ESSID), las IP, las direcciones MAC de los dispositivos. También se embolsaron la gran cantidad de correos privados, contraseñas y todo tipo de transmisiones emitidas por redes abiertas y routers domésticos mal protegidos”.

Según la información recopilada por Peirano, aquellos no coches no solo fotografiaban el entorno para mejorar Google Maps. Estaban cometiendo un robo a plena luz, consentido por todos. Hasta que Alemania alzó la voz.

¿Sirvió de algo su protesta? No mucho. Había demasiado en juego.

Tu localización vale mucho más de lo que dicen las interacciones con tu móvil. Con esta gigantesca estratagema, Google pasó a controlar la vida de millones de personas, los datos de las cuales son convenientemente empaquetados para su venta a gigantes de la comunicación, la venta de productos o la inversión.

Pero no solo las grandes compañías como Google son las responsables de esta operación a corazón abierto que desde hace un par de décadas se está gestando contra nuestra privacidad. La propias marcas de móviles tienen mucho que ver. Seguro que ya sabes que tu teléfono, ese del que no te separas más de 10 minutos en todo el día, posee, cuando menos, “dos cámaras, un micrófono, una media de catorce sensores y al menos cuatro sistemas de geolocalización”. Con tanto dispositivo, el teléfono sabe cosas que “la propia persona no sabe, como sus rutinas inconscientes y sus correlaciones sutiles. Un smartphone le cuenta todas esas cosas a las aplicaciones que lleva dentro, una mina de oro sin fondo para la industria de la atención”.

Con los asistentes virtuales, tipo Alexa o Siri, llega una nueva vuelta de tuerca. ¿Sabías que Alexa viene instalada por defecto en todos los microondas de Whirpool?

“Pronto será imposible comprar tecnologías que no escuchen lo que hacemos en nuestra casa, vehículo, oficina, todo lo que ocurre a su alrededor y envíen toda clase de datos a las mismas cinco compañías, sin que podamos saber para qué los usan ni durante cuánto tiempo ni con quién más”, nos recuerda Peirano. Lo hemos visto en Years and Years. Para que una conversación se active, el asistente debe estar conectado. Siempre. Y eso significa que sabemos que escucha, pero no sabemos qué escucha, ni cuándo, ni para qué.

Luego están los gobiernos. Aquí, China, se lleva la palma. El lema es el siguiente: “Los buenos ciudadanos caminarán libres bajo el sol y los malos no podrán dar un paso”.

Gracias a un preciso sistema de reconocimiento facial, “en Beijing, un ciudadano que cruza en rojo puede ser multado instantáneamente en su cuenta bancaria” o verse en las marquesinas de los autobuses para su sonrojo y el cachondeo del personal. Si se cometen más infracciones, como hablar mal del gobierno con sus parientes en una conversación privada o comprar demasiado alcohol podría “perder el empleo, el seguro médico y encontrarse con que no puede conseguir otro trabajo ni coger un avión”.

Hablamos del nuevo sistema de crédito social chino, que básicamente funciona como un sistema de puntos. Pronto seremos likes para el gobierno y cuantos más likes tengamos mejor nos irá. Por el contrario, si las caritas de desaprobación se acumulan, nadie sabe cuales serán los límites. El ostracismo, tal vez.

Y finalmente, la política. “Los bots tienen más de un papel en campaña. Uno de los más importantes es ocupar todos los espacios de debate sobre un tema determinado para favorecer la narrativa que les interesa y destruir a la que no”.

¿Alguien se siente interpelado?

A fuerza de insistir, estos ejércitos de propanganda consiguen que nos creamos algo totalmente falso como que la tierra es plana, que el Papa apoya a Trump o que Obama nació en Irak. “Crear la ilusión de consenso no es solo barato, también es rentable, porque la función última de la propaganda es colarse en la prensa generalista, y la prensa no ha hecho más que colaborar”. Nos lo explicaba Alberto Escorcia, hoy dedicado a la comunicación, y uno de los mayores especialistas en México sobre este tipo de prácticas.

Empresas multinacionales, dispositivos particulares, gobiernos, campañas políticas, son algunos de los actores necesarios para explicar como el “sistema” viene configurándose desde hace años como una inmensa máquina de vigilar, condicionar y perseguir.

La vigilancia, la propaganda, los intereses empresariales, todas ellas forman parte, a pesar de las lecturas buenistas, de un mismo entramado. Sin embargo, la tecnología no posee un fin en si misma. La tecnología, esa dimensión a la que estamos poniendo tanto y tanto esfuerzo, no nos lleva a ningún sitio. Estamos siendo llevados y El enemigo conoce el sistema nos enseña por quién y por qué.

Acabemos con un sencillo ejercicio. Clica aquí y comprueba si tu cuenta de correo ha sido hackeada. Si lo ha sido, no te extrañes. La red no es un entorno seguro. Más nos vale empezar a creérnoslo.

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