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Artículo Los niños de las favelas piden paz después de otro adolescente muerto Now

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Los niños de las favelas piden paz después de otro adolescente muerto

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Banderas blancas. Gritos de paz. Los niños y las mujeres salieron a las calles del Complejo de Alemao el día después de que un chico de 13 años fuera asesinado por una bala perdida

Germán Aranda

26 Abril 2017 16:01

Funeral de un joven asesinado durante una operación policial contra el narco en una favela de Río de Janeiro, 2016/Getty

Niños. Mujeres. ¿Quién mejor que los que más sufren la violencia y menos culpa tienen para gritar "¡paz!" y ondear improvisadas banderas blancas —sábanas, camisetas— en una de las favelas más azotadas por la violencia en Río de Janeiro? "Las vidas de la favela importan", rezaban algunas pancartas, una obviedad que no parece tan obvia si se atiende a la facilidad con la que mueren inocentes en las barriadas más deprimidas de la ciudad.

Durante la noche del lunes, Paulo Henrique de Oliveira, de 13 años de edad, falleció tras recibir una bala perdida en la barriga durante un tiroteo entre  narcotraficantes y la policía. Tres agentes también resultaron heridos en otra operación policial en el Complejo de Favelas del Alemao. Es el mismo en el que Eduardo Jesús Ferreira, de 10 años de edad, murió en abril de 2015 por un disparo de la policía en la puerta de su casa y ante los ojos de su madre. Y de tantos otros...

Paradójicamente, es el mismo conglomerado de favelas que se convirtió en 2010 en el gran símbolo de la "pacificación" de las favelas, como se conoce el proyecto de ocupación policial que debía —y en ciertos lugares y momentos consiguió— reducir el índice de homicidios y el control de narcotraficantes armados de las favelas de Río.

Pero la UPP vive en crisis desde 2014, agravada por los problemas económicos que dejaron al Estado en bancarrota en 2016 y por el abandono post-olímpico.

La muerte de Paulo Henrique (que tenía 13 años, al igual que Maria Eduarda, la niña que murió dentro de la escuela hace menos de un mes) conmueve pero no sorprende.

Como tampoco conmueve que 4.000 niños se quedaran sin clase en el entorno del Alemao por el tiroteo. En las escuelas de la Zona Norte de la ciudad, donde la batalla entre el tráfico y la policía es más dura, los alumnos ya se saben de memoria una triste lección: la de tumbarse en el suelo bajo las mesas cuando escuchan tiros. No siempre funciona.

El repunte de la violencia en el estado de la ciudad post-olímpica quedó reflejado a finales de marzo con una estadística preocupante: aumentaron un 24% los asesinatos en el mes de febrero con respecto al año anterior —de 404 a 502— y un 70% las muertes en operaciones policiales (de 49 a 84 en un solo mes). En 2016, se registraron en el estado de Río más de 5.000 homicidios, siempre según los datos oficiales del Instituto de Seguridad Pública.

En Brasil se dieron 57.000 homicidios en total en 2016 según el Mapa de la Violencia elaborado con datos concedidos por la administración pública.

Hace tan solo unos días, PlayGround visitó el mismo complejo donde anoche murió Paulo Henrique. Y comprobó cómo a pocos metros de distancia convivían varios narcotraficantes con sus grandes fusiles y una precaria garita de policía de la que los agentes no salían en toda la jornada laboral.

Allí conocimos a varios vecinos que intentan hacer oídos sordos a los disparos para seguir construyendo sueños o desvivirse en denunciarlos con tal de tener una vida más digna. Educación, construcción, permacultura, periodismo, co-working o teatro son actividades con un doble mérito cuando se realizan en un contexto tan adverso.

Pero cuando "la bala come", como dicen los cariocas, también los más implicados tienen que hacer un paréntesis para recomponerse ante la tragedia. O para escapar de ella. O para contarla.

"Aparece un policía en mi terraza y me da los buenos días"

Viviane Ribeiro, estaba desempleada y ni siquiera tenía dinero para tener 3G en el móvil en 2015. Pero se las apañaba para ir registrando por las esquinas todas las noticias del barrio, fueran abusos o no, hasta convertirse en una de las periodistas referencia de la comunidad con su página de Facebook personal Jornal Alemao Noticias.

Ahora ha conseguido un trabajo dando clases de arte a niños de la favela al tiempo que lidera un proyecto propio de taller de graffitis para los pequeños. Este martes, escribió este texto:

"Primero estamos soñando y me despierto con muchos tiros a las 4:30 de la mañana. Intento dormir un poco más, hasta la hora del trabajo y de repente un ruido ensordecedor, haciendo las paredes temblar del todo, ahí ya no hay manera, ¡hay que levantarse a ver lo que está pasando!

6:30

Blindado aéreo sobrevolando bajo sobre las casas de la favela del Complexo de Alemao, y pasó aquí delante de mi vista favorita de mi selva. Triste sensación de guerra, temblor en el corazón, un poco de pánico y aún medio con sueño, intento seguir lo que está pasando.

Espera, no puedo, un soldado del BOPE (tropa de élite de la policía de Río), surge en mi terraza, fusil apuntando para arriba hacia varios lados , me ve y se asusta y me da los buenos días. Me pregunta si sé quién vive allí, doy buenos días, y respondo que mi vecino. La voz casi no sale del susto que me llevo, y me quedo estática, esperando la próxima escena de la pesadilla real de los últimos días aquí en la favela.

¡Operación en los callejones y en muchas casas, desde la madrugada!"


Varios Facebook Live retransmitieron durante la tarde de este martes una manifestación con voz femenina e infantil, con banderas blancas ondeando por las ventanas y en las calles. Piden "Fuera UPP", expulsar a la policía a la que culpan de una violencia que, cuando el narcotraficante mandaba, era al menos más previsible. Ahora, "no sabemos cuándo puede entrar la policía", coinciden varios vecinos.



Manifestação contra violência no Complexo do Alemão

Posted by Voz das Comunidades on martes, 25 de abril de 2017


Incluso en una manifestación de raíz tan trágica, los niños bailan, ríen y cantan entre reivindicaciones. Repiten una canción de 'funk' pacifista que se ha convertido en himno en las favelas cansadas de armas (de la policía y del narcotráfico): "Sólo quiero ser feliz, andar tranquilamente en la favela donde nací / y poderme orgullecer / y tener la conciencia de que el pobre tiene su lugar".


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