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Artículo Más huelgas, más feministas, más victorias: 365 días luchando por la dignidad laboral Now

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Más huelgas, más feministas, más victorias: 365 días luchando por la dignidad laboral

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En 2017 casi 2 millones de trabajadores, un 140% más que en 2016, han participado en más de 700 huelgas. Cerramos el año con un repaso de todas las batallas ganadas y las que aún están por ganar

Ignacio Pato

30 Diciembre 2017 06:00

Cerramos un año rico en huelgas, muchas ganadas por los trabajadores y trabajadoras que las han sostenido. Solo hasta diciembre, y con datos de la patronal CEOE, 1,9 millones de personas, un 140% más que el año anterior, han participado en los 703 paros que ha habido en 2017. Han invertido 23,4 millones y media de horas de trabajo para la empresa en defender sus derechos laborales. Un 118,9% más que en 2016.

Sin embargo, en las portadas de los medios tradicionales el año laboral se cierra con el apretón de manos entre sindicatos mayoritarios, gobierno y patronal por su reciente compromiso de elevar el Salario Mínimo Interprofesional un 4% en 2018. Esa subida de 707 a 736 euros tiene el condicionante de que la economía crezca un 2,5%, y aún queda muy lejos la cifra que fija la Carta Social Europea: que el SMI sea el 60% del salario medio, unos 1.600 euros.

Además, como recuerda aquí el economista Eduardo Garzón, la medida solo afectaría a un 2,7% del total de trabajadores. No llegaría, tampoco, a ese 62% de trabajadores que reconocen sentirse insatisfechos con un contrato a tiempo parcial que les hace cobrar menos del SMI -referido a una jornada de 8 horas en 14 pagas-. Este año, el 34% de contratos firmados ha sido a tiempo parcial. Sumémosle la costumbre de hacer contratos de ese tipo pero exigir rendimientos de jornada completa: la última Encuesta de Población Activa nos dice que las empresas no pagan el 46,2% de las horas extra.

La medida tampoco afectaría, claro, a los autónomos. Ni a los falsos autónomos.

Una de las batallas del año la han dado precisamente los Riders X Derechos. Los trabajadores y trabajadoras de Deliveroo han demostrado la misma fortaleza de piernas para el reparto que de espíritu sindical para convocar la primera huelga de una denominada "empresa de nueva economía", usando además de manera inteligente la herramienta comunicativa. Al convocar la protesta, la empresa ni siquiera les consideró interlocutores y tuvieron que recurrir a un burofax. Demandaban 20 horas de trabajo aseguradas y al menos cobrar dos pedidos -los repartidores cobran entre 3 y 5 euros el pedido- por hora. Sin embargo, sus gastos como autónomos sí eran fijos, hasta ahora. La Inspección de Trabajo de Valencia les ha dado la razón: no son autónomos, sino asalariados y Deliveroo "pretende esconder una relación laboral". El fraude de ley de la empresa alcanza los 160.814 euros en cotizaciones no pagadas.

Otra gran victoria sindical nos lleva a Pontevedra. Allí 65 trabajadoras -el 100% de la plantilla- de Bershka le plantaron cara al Inditex de Amancio Ortega. Mantuvieron más de una semana de huelga indefinida, con un 90% de contratos a tiempo parcial, para exigir una equiparación al salario de sus compañeras de otras provincias, librar al menos un sábado al mes, 15 días de vacaciones en los meses de julio y agosto, remuneración por días de asuntos propios no disfrutados e igualar también los permisos de lactancia -17 días menos- con otros centros y medidas de conciliación. Unidas en la Confederación Intersindical Galega, y superando incluso las previsiones fijadas por ellas mismas, ganaron.

Lucha feminista llamaron las propias trabajadoras de las residencias de mayores de Bizkaia al pulso que también vencieron. Casi nada: 370 días de paros durante dos años de conflicto con final feliz. Las camisetas verdes de su protesta dejaron paso al champán y a un acuerdo que recoge lo que exigían: la firma de un convenio colectivo, 35 horas semanales de jornada laboral, un salario mínimo de 1.200 euros, mejoras en coberturas de bajas y actualización de los pluses. "Hemos avanzado hacia la dignificación de los cuidados", decían las trabajadoras a través del sindicato ELA sobre la huelga más larga de la ya de por sí combativa historia laboral de Bizkaia.

En Madrid, los 1.600 empleados de recogida de basura lograron, a través de dos días de huelga en noviembre, conseguir un incremento del salario base del 2,6%, más una revisión acorde al IPC, el paso a fijos de 69 trabajadores eventuales y 80 ascensos. Mantuvieron esa lucha con CCOO, CGT y UGT frente a las adjudicatarias de estos servicios en el Ayuntamiento de Madrid, entre ellas Fomento de Construcciones y Contratas.

Tampoco cabe otro calificativo que el de victoria para los trabajadores de la fábrica de Cuétara en Villarejo de Salvanés, Madrid. Bajo la plataforma Cuétara En Lucha y con el lema "Sin convenio no hay galletas", 420 empleados han mantenido -totalmente fuera del foco mediático- un conflicto con la empresa desde hace dos años. Además de conseguir un preacuerdo de convenio colectivo, han logrado incrementos salariales del 7,5% para los próximos cinco años, la reducción de empleados de Empresas de Trabajo Temporal, la creación de 35 puestos de trabajo, aumento de pluses de nocturnidad y reorganización de los turnos.

Quizá la más extraña, para algunos, fue la partida ganada por los estibadores portuarios. Fueron casi cinco meses de trabajadores de un oficio con décadas de historia en pie de guerra contra la liberalización del sector que pretendía el gobierno y que podría suponer bajadas del 60% del sueldo. Aparición en los medios tuvieron durante, a veces para tildarles a ellos de privilegiados y a la lucha de la Coordinadora Estatal de Trabajadores del Mar de "inquietante", pero no tanta visibilidad hubo cuando ganaron: consiguieron mantener el 100% de los puestos de trabajo y fijar posiciones para la redacción de un nuevo convenio.

Las cifras de la batalla de la empresa de transportes municipales de Barcelona, TMB, dan idea de su alcance. Un proceso de dos años con un comité formado por seis sindicatos, más de 80 reuniones y tres meses de huelga todos los lunes que acabó el pasado verano con mejoras de hasta 23 millones de euros para los trabajadores. El nuevo convenio aumenta sueldos, frena la externalización y reduce los contratos parciales y temporales.

Historia hicieron también los trabajadores de Pescanova del área metropolitana de Vigo, que fueron a una huelga de dos días que paró las máquinas de elaboración y frío por primera vez en los 56 años de la empresa. Demandan convenio digno y un freno a su precarización. No se apaga tampoco la lucha de los trabajadores de Coca Cola: son casi cuatro años de conflicto, una sentencia de nulidad de ERE contra la empresa por parte de la Audiencia Nacional y nuevas denuncias públicas de mobbing en su planta de Fuenlabrada.

Duro ha sido, eso sí, el fin de año en el diario Sport. En la calle, literalmente -los trabajadores se encontraban en una huelga que ha dejado sin el periódico a los quioscos por primera vez en 39 años-, fueron sonando los nombres de 29 despedidos, el 35% de la plantilla. Los que se quedan temen que la intención sea desmantelar y vender la cabecera.

Ha sido también un año de intensa visibilización de Las Kellys. Las camareras de piso nos contaban que pueden cobrar 2 euros por limpiar una habitación, tarea para la cual se les fija un plazo de 10 minutos, con problemas de salud -algunos digestivos derivados de no alcanzar los 30 minutos de comida- y una nula conciliación personal. También ha cobrado presencia y fuerza la Unión Estatal de Sindicatos de Músicos, Intérpretes y Compositoras. Uno de sus combates principales es hacer cumplir que entre la promotora y el artista existe un vínculo laboral que comporta alta en la Seguridad Social. Además, ayuntamientos como los de Madrid, Barcelona o Valencia se han acogido a su Manual de Buenas Prácticas que rechaza las contrataciones en B o la figura del falso autónomo.

Sobre el asfalto, además de las paralizaciones que han conseguido los taxistas en Madrid o Barcelona, los examinadores de la Dirección General de Tráfico han estado seis meses de paros. Se espera que los presupuestos del nuevo año incluyan la subida de 250 euros demandada. Los trabajadores de montaje y transporte de muebles de Ikea Barakaldo también han protagonizado paros, en defensa de unos puestos amenazados por la subcontrata. Cerca, en Bilbao, el flamante Palacio Euskalduna se enfrenta, en plena temporada navideña, a una huelga de 45 auxiliares subcontratados esenciales para su funcionamiento. ELA ha denunciado a Inspección que el Euskalduna está sustituyendo con personal de plantilla a los huelguistas.

En El Prat de Llobregat, los trabajadores de Industrias Titán -pinturas Titanlux- llevan desde el 21 de noviembre en huelga contra una ola de despidos que ya se ha llevado por delante a 74 compañeros. Y los 52.000 trabajadores de Correos -19.000 puestos perdidos en los últimos 5 años- no descartan una huelga en el primer trimestre de 2018.

Las 53 trabajadoras del centro de atención a personas con disfuncionalidad Fuensanta, en Ciudad Real, llevan meses en huelga ante la negativa de la empresa a negociar un convenio. En Algeciras 12 trabajadores de la empresa municipal de limpieza de han estado 12 días en huelga de hambre para exigir sus puestos de trabajo para los que además cuentan con sentencia judicial a su favor.

Habrá otras este 2018, pero apuntemos ya una fecha. 8 de marzo, ¿huelga general feminista?

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