Un empresario escocés se ha resquebrajado los sesos para crear una botella de agua que se degrada en tres semanas, en vez de los 500 que tarda en hacerlo una botella de plástico en el mar.
James Longcroft, de 27 años y graduado en Química, creó hace dos años una marca de agua embotella sin ánimo de lucro -Choose Water- que daba los beneficios a comunidades africanas para que instalaran sistemas de agua potable.
La intención de ayudar era buena. La forma no tanto. Hace un año Longcroft, espantado por la cantidad de plásticos que se vierten cada año a los mares, dejó de vender más botellas de plásticos. Dijo que más plásticos no.
Para seguir su labor con las comunidades africanas -pero sin contribuir a la catástrofe medioambiental-, el joven empezó a destartalar su cocina. Los experimentos para lograr una botella biodegradable tomaron el control de su casa.
Al final, Longcroft ha conseguido una botella hecha de papel reciclado con un forro impermeable en el interior. Asegura que tarda tres semanas en descomponerse, salvo la tapa, que es de acero y le cuesta un año. Minucia comparado con los residuos plásticos.
Una investigación de The Guardian mostró que cada minuto se compran en el mundo un millón de botellas de plástico y la cifra se incrementará un 20% en 2021. Menos de la mitad se recuperaron y solo el 7% se reciclaron en botellas otra vez. La mayoría terminó en vertederos o en los océanos.
Flotando en las aguas del Pacífico, existe una isla de plástico que abarca tres veces el tamaño de Francia. Cada año, 8 millones de toneladas de este material acaban en los mares.
El inventor escocés ha lanzado una campaña de crowdfunding para recaudar 25.000 libras (28.000 euros) con los que adquirir maquinaria para producir sus botellas ecológicas a escala comercial. Espera que cuando su agua embotella esté en el mercado para finales de este año valga unos 85 o 90 peniques (entre 90 céntimos y un euro), un precio competitivo respecto al resto.
Desde Fife, el territorio de Escocia donde ha ubicado las instalaciones, quiere cambiar en lo que está en sus manos cómo se produce en el mundo.