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La empresa detrás de 'la niña sin miedo' de Wall Street, acusada de discriminar a las mujeres

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El cinismo en su estado más puro

Luis M. Rodríguez

07 Octubre 2017 18:03

Fue una jugada maestra. En la noche del 7 de marzo, una pequeña estatua aparecía por sorpresa en el corazón del centro financiero más importante del mundo. Alguien había plantado a una niña en actitud desafiante frente al 'Charging Bull' de Arturo Di Modica, el emblemático toro de bronce que muchos interpretan como símbolo del poder de Wall Street, aunque su sentido original —el que quiso darle el artista cuando lo colocó ahí, sin permiso de nadie, en 1989— sea otro bien distinto. En cuestión de horas, la imagen había dado la vuelta al mundo.



En un primer momento la estatua se interpretó como una acción de arte de guerrilla de clara intención feminista. Allí estaba ella, 'la niña sin miedo', una pequeña superheroína con sus brazos en jarra, su falda al viento y su barbilla elevada, para llamar la atención sobre una verdad incómoda: la brutal brecha de género en el mundo de los negocios.

La placa situada a los pies de la niña no dejaba lugar a la duda: Conozca el poder de las mujeres en el liderazgo. ELLA marca una diferencia”. Girl Power. Golpe de efecto en la cara del patriarcado capitalista. Aplauso generalizado.



La 'niña sin miedo' se convirtió en la imagen más poderosa del Día de la Mujer, en un nuevo símbolo 'photo-friendly' del empoderamiento de ellas. Luego empezó a circular la verdad.

Porque la verdad es que detrás de la escultura de Kristen Visbal, detrás de ese mensaje que supuestamente reclama igualdad, estaba State Street Global Advisors (SSGA), una de las gestoras de fondo de inversión más grandes del mundo, con unos activos de alrededor de 2,4 billones de euros.

La escultura formaba —y aún forma— parte de una astuta campaña publicitaria orquestada por la agencia multinacional McCann para celebrar el primer aniversario de un producto financiero. Porque, como explicó en su día el bloguero Greg Fallis en un artículo que circuló como la pólvora, el “SHE” de la placa era un juego de palabras, no hacía referencia a ella, a las mujeres, sino a SHE, la nomenclatura bursátil en el NASDAQ de un fondo de inversión, el Índice de Diversidad de Género SPDR SSGA ETF, con el que SSGA invierte en compañías con altos niveles de diversidad en sus consejos de administración.


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'La niña sin miedo' que se encara al poder de Wall Street resultó ser hija de un fondo de inversión, la máxima expresión del 'establishment' capitalista. Pero es que, además, su mensaje acaba de quedar empañado por una investigación del Departamento de Trabajo estadounidense que acusa a la financiera SSGA de haber discriminado salarialmente a más de 300 empleados por razones de raza y, sí, también de género.

La investigación se remonta a diciembre de 2010 y fue iniciada a raíz de las denuncias de varias directivas de la corporación. Las conclusiones de las autoridades son claras: los funcionarios apreciaron “significativas diferencias” salariales entre hombres y mujeres en “sueldos base, bonus y compensación total”. Ellas ganan menos.

SSGA dice estar en desacuerdo con el resultado de las investigaciones oficiales y niega que haya discriminado a sus empleados. Aún así, y con el ánimo de zanjar el problema y evitar la mala publicidad, esta misma semana la compañía firmó un acuerdo de conciliación por el que se compromete a pagar cinco millones de dólares (4,5 millones en concepto de "atrasos salariales", y medio millón más en intereses) a 305 directivas de la empresa y a 15 vicepresidentes de raza negra.


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'La niña sin miedo' sigue en Wall Street ajena a los pleitos de la empresa que costeó su instalación. Pero noticias como esta no hacen sino dimensionar las sospechas que ya pesaban sobre la escultura. Porque, si bien es verdad que en la concepción de 'La niña sin miedo' hay un trasfondo de reivindicación de la diversidad de género, también es verdad que detrás se sitúa una gran corporación financiera que, como lamentaba Naomi Klein en su célebre No logo, está tratando de apropiarse, con fines mecantilistas, de los espacios marginales que tradicionalmente han sido utilizados por los grupos de activismo social para su expresión política y cultural. Algo muy parecido a lo que Pepsi trató de hacer, en su caso con resultados catastróficos, con aquel desafortunado anuncio protagonizado por Kendal Jenner

“Los vendedores siempre han extraído los símbolos y los signos de los movimientos de resistencia de su tiempo”, recordaba Klein. En el caso de SSGA, parece claro que la empresa no predica con el mensaje que vende. Al menos hasta ahora.


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