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Entrevista "Estamos siempre repitiendo amores que son eternos solo durante un rato" Now

entrevista

Brigitte Vasallo

"Estamos siempre repitiendo amores que son eternos solo durante un rato"

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IMAGEN POR BRIAN RAMÍREZ / PLAYGROUND
 

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Hablamos con Brigitte Vasallo sobre no monogamias, el capitalismo de los afectos y cómo construir un nuevo paradigma del amor sin sufrir mucho en el intento

Un día estás en una cena explicando a la gente cómo conociste a una persona y otro día estás en otra cena, explicando a otra gente, cómo conociste a la que ahora se sienta a tu lado. Hablar de amor está mal visto. Se considera, incluso, femenino. Pero todos lo hacemos. Todo el rato. Pasamos mucho tiempo al año hablando sobre esto. Contando historias que se parecen mucho y que solo parecen trascendentales para sus participantes. Llorando en la cama. Dando consejos en baños. Enviando WhatsApps a las tantas. Socorro. Tk. Aún tk. Ejerciendo y recibiendo violencias, que nos atraviesan y que son muy parecidas. Por amor la gente sube fotos a Instagram, se casa, tiene hijos, los abandona; se separa, pone los cuernos, crea cosas que ama, se divierte. También, a consecuencia del amor, la gente humilla, agrede, mata. Sobre todo, matan. Los hombres. A las mujeres. Hablar de amor aún está mal visto y no entiendo por qué. Todo amor es político. Nuestras intimidades, nuestras heridas, también lo son.

Quiero hablar de amor con Brigitte Vasallo, activista, escritora, pensadora no monógama. “Cuando la gente dice ‘yo soy poliamorosa’ se me hace raro, yo creo que la relación lo es, pero no creo que sea una etiqueta identitaria. Que hayas tenido una relación no monógama no significa que todas lo vayan a ser. No depende solo de ti”.

Vale: retiro lo de no monógama. Quiero preguntarle todo sobre el amor y así, con todos mis folios llenos de garabatos, me recuerdo a una drogodependiente en una especie de centro de desintoxicación del amor romántico. “Hablamos mucho de la sororidad, pero cuanto entra el tema sexoafectivo todo salta por la ventana, explota”, explica Vasallo, que acaba de publicar “Pensamiento monógamo. Terror poliamoroso”. La sororidad, cuenta, se va a la mierda cuando pasamos a ser también nosotras —incluso feministas, activistas, politizadas— la competencia, producto de mercado. Las exs o los ex, las rupturas crueles. “Las monogamias nos quieren solas, exclusivas, mejores que la anterior”. “La monogamia es capitalista en tanto que busca la sustitución. Si no hay multiplicidad de amores, entonces hay reemplazo”. Porque merezco más. Porque me gusta más. Porque me sienta mejor. Igual que una camiseta o un coche.

Las monogamias, uno de los pilares sobre los que se sustenta el amor romántico, son insostenibles, son violentas, son desiguales, explica Vasallo. “Estamos constantemente reproduciendo amores que son eternos durante un rato”. Pero la realidad es que los divorcios aumentan en todos los países, los matrimonios disminuyen y la exclusividad sexual completa parece algo cada vez más improbable. No se nos da bien nada bien ser monógamos. Hay estudios que aseguran que el homo sapiens es, por naturaleza, una especie promiscua y su evolución anatómica, similar a la de los bonobos, es una prueba de ello. El documental Explained (Netflix) explica muy bien todo esto y cómo pudo fraguarse por motivos políticos, económicos y sociales la institución de matrimonio como eje vertebrador de las sociedades occidentales. El matrimonio es, ante todo, un invento.

Sin embargo, y pese a todo, y constantemente, y sin remedio, “volvemos a caer en relaciones de este tipo”, generando y recibiendo todo tipo de violencias. A veces, estamos en un lado. A veces, en el otro.

Hay una estrofa del nuevo disco de La Estrella de David que para mí resume bien la esencia última del amor romántico. Primero el cantante, en voz del protagonista, dice que el amor romántico le hacía gastarse el sueldo en taxis de noche para ir al pueblo de una chica. Y en la segunda parte le dice a la chica: cómo te jodí la vida diciendo que te querría para siempre. El amor romántico es menos para siempre que nunca, al menos en las sociedades contemporáneas, pero todo el mundo confía en el suyo. Porque el suyo siempre es mejor.

"Hay que cambiar ese ‘solo somos amigos’ por el ‘solo es mi novia o novio’. Hay que dejar de pensar en la amistad como un plan B o como una alternativa"


“Para salir de las violencias de las monogamias, primero hay que desmontar la jerarquía, empezar a valorar las relaciones con nuestras amigas. Hay que cambiar ese ‘solo somos amigos’ por el ‘solo es mi novia o novio’. Hay que dejar de pensar en la amistad como un plan B o como una alternativa”.

Porque salir de la monogamia también pasa por eso eso. “La no monogamia no va solo de tener sexo con otras personas, que también, para mí la no monogamia más revolucionaria es llevar un plato de sopa a tu vecina de enfrente, que sabes que es mayor, y preguntarle cómo está. Eso también es poliamor”. Las no monogamias, explica, consisten en tejer redes afectivas en unas sociedades precarias e inestables y en las que no hay tiempo, ni dinero, ni trabajo fijo y los alquileres nos expulsan cada tres años.

Imagen por Brian Ramírez/Playground


Redes afectivas como respuesta a un sistema que nos dice que si estás mal tienes que llamar a tu pareja o tu madre. El sistema quiere, de forma más o menos consciente, que te emparejes, que te reproduzcas, que seas trascendente y perdurable. Sangre de tu sangre. “Yo hablo de pensarnos en red. Apoyarnos en cuestiones muy prácticas, llevándonos a los críos al cole, aunque no tengas hijos, o preparando el tupper para todas. Para mí cuanto más precaria es tu vida más necesitas de una red”.

“Me interesa el poliamor que es antisistema, que es realmente subversivo”, explica Vasallo. Y no siempre lo es, de hecho muchas veces no. “El poliamor visible es que el no pone en riesgo el sistema. Cuando un periódico de derechas es capaz de explicar todo esto es que el movimiento no es peligroso, que es inofensivo”. El poliamor que sí le interesa es aquel que se crea desde los márgenes, aquel que quizás no tiene tanta proyección. “No es el poliamor de los guays de after, ni de salón, ni de casa okupa”, escribe en el libro.

“En mi mundo de afters y casas okupas todo el mundo es poliamoroso durante una época de su vida, pero luego la gente encuentra a su media naranja y se van a hacer su nidito con esa persona”

“En mi mundo de los afters y casas okupas todo el mundo es poliamoroso durante una época de su vida, pero al final todo el mundo encuentra su media naranja y se van a hacer su nidito con esa persona”, explica. “Todo el mundo puede ser activista con 20 años, a mí me interesa la gente que sigue ahí, a ver qué pasa”.

¿El poliamor es siempre antisistema?

En Pensamiento monógamo. Terror poliamoroso, Vasallo describe en una enumeración cómo es ese poliamor antisistema, y sobre todo para quién. Al menos, en la teoría: “Es la ruptura de las fracasadas, de los losers, de las que habitan al margen de cualquier margen, para aquellas que nunca encontraremos a nadie con quien hacer nidito porque no hay nido que nos contenga, es para la chavala abandonada en su tercer mes de embarazo, para la bollera de pueblo, para las mayores de cuarenta, para las seropositivas (...)”.

“Lo que está pasando en el poliamor ahora es que ya nadie deja a nadie, porque puedes tenerlo todo. Son lo que yo llamo monogamias consecutivas con un momento de poliamor”. O sea, el solapamiento, la infidelidad, de toda la vida. Es ese poliamor que mantiene el statu quo. Es ese poliamor tanto o más a capitalista que las monogamias. Es ese poliamor que tampoco cuestiona nada. Que solo genera dolor a una parte, descuido, mentira y que, en absoluto, puede ser revolucionario. A Vasallo no le interesa eso.

Vasallo es charnega (o sea, hija de familia gallega crecida en Cataluña). Y esa identidad periférica y bastarda también la ha hecho relacionar el pensamiento monógamo como una suerte de Estado-nación. “El pensamiento monógamo genera una jerarquía, una identidad [cuando estás en pareja también se crea una identidad conjunta que se pierde cuando lo dejas], de idéntico modo al que lo hacen los estados. Es esa idea de que una identidad es superior, o mejor que la otra, que inevitablemente crea confrontación con todas las demás”. “Mi experiencia charnega me hace poner todo eso en cuestión. Cuando me dicen si quiero más a A o B, yo digo que a ninguno".

Mientras Vasallo me habla de la no exclusividad; de la multiplicidad de afectos y deseos, de la posibilidad de elegir y compartir (y sobre todo, cuidar), me viene la canción de "A los dos" de Bea Pela que dice “mami ay que indecisión los quiero pa mi a los dos”. O cuando Bittah intercambia dudas en diálogo cantado entre una poliamorosa y otra que intenta entender:

Me leo autores posmos pa poderte entender
Quiero ir contigo a manis y talleres
Que estés con más si eso es lo que quieres

Le he dicho que pa mi no hay nadie más

También le cuento a Vasallo que en una de las trama de Netflix de la serie Élite hay un trío que exploran, a su manera, el poliamor (Spoiler: acaba fatal). En todos estos ejemplos, la agencia es de una mujer. Pero en ambos discursos hay dudas, miedo y, sobre todo, hay una de las dos o tres partes que no acaba de estar convencida del todo. Esto es algo frecuente que ya identifica Vasallo en su libro: cuando se incorpora a la red una persona que, en realidad, quiere construir, sino está construyendo ya, una relación romántica en el fondo.

La no monogamia no va solo de tener sexo con otras personas, que también, para mí la no monogamia más revolucionaria es llevar un plato de sopa a tu vecina de enfrente, que sabes que es mayor, y preguntarle cómo está. Eso también es poliamor

Me pregunto, a raíz de esto, si el futuro será poliamoroso, o si se habla más, o si los jóvenes de ahora son más poliamorosos que antes, e incluso si el poliamor está conquistando, en cierto modo, lo mainstream al aparecer en series comerciales para adolescentes.

“El poliamor siempre ha existido, lo que hasta ahora el espacio público era ocupado por los hombres y no se hacía tan visible. No se generaba un pensamiento político en torno a eso. Yo no sé si habrá futuro, lo que sí creo es que esta es una cuestión sistémica que es más amplia que nuestra temporalidad. Transformar nuestras prácticas y nuestro pensamiento amoroso va a ser largo y duro y el sistema pondrá resistencia”.

Cambiar por cambiar tampoco merece la pena, insinúa Vasallo. Si quieres abandonar la monogamia pero tampoco estás segura de lo que quieres construir, de cómo te vas a cuidar y sobre todo cómo vas a cuidar, casi mejor permanecer en la misma posición. “Vivimos en un mundo muy bestia y la pareja es un refugio, desmontar un sistema tiene consecuencias y sobre todo hay que preguntarse, ¿para qué? Hay que generar las condiciones de ese otro sistema. Sé que no es un discurso molón, pero hay que pensar quién te va a traer la sopa cuando estás enferma, es así de pragmático y así de cutre”.

Y “cuando decimos que no estamos preparadas para esta realidad no monógama, yo creo que le restamos importancia. Y para mí está muy vinculado con las violencias. Fíjate que nadie dice que no está preparada para el feminismo. Habrá que tomar conciencia y habrá que organizarse”.

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