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Artículo Sangre, balas y sopa instantánea: así es la vida de los adolescentes marucheros Now

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Sangre, balas y sopa instantánea: así es la vida de los adolescentes marucheros

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Vigilan las calles y ocupan el escalafón más bajo del narcotráfico en México. Para los cárteles, su vida vale lo mismo que la sopa en sobre que consumen

Rosa Molinero Trias

21 Septiembre 2018 14:55

Primero la balacera. La sangre en el asfalto. Los cuerpos abatidos y los casquillos de bala. Y entre todo ello, los restos de una sopa de fideos instantánea. En Tamaulipas (México), los enfrentamientos violentos entre bandas del crimen organizado o con la policía han dejado repetidas veces este ingrediente extraño en un escenario. La marca, siempre la misma, Maruchan.

Si rebobináramos la escena hacia atrás, nos encontraríamos con una estampa peculiar: un adolescente entra en uno de los supermercados que ya son plaga en México, Oxxo o 7eleven. Compra una sopa Maruchan, barata, calórica, sabrosa, aunque nutricionalmente pobre. En la misma tienda, que dispone de hervidor, la prepara. En menos de 5 minutos ya está de nuevo en la calle, sorbiendo, masticando. Y vigilando.

Es un maruchero (también llamado ‘halcón’ o ‘estaca’ en otros estados de México) y pasa el día a pie de calle, con los ojos puestos en la carretera, para informar al narcotraficante de los movimientos del enemigo y detenerlo pinchándole las ruedas con los llamados 'ponchallantas' o a balazos. Configura el escalafón más bajo del crimen organizado y, a la vez, es descrito por la sociedad mexicana como “nini”, que ni estudia ni trabaja. No terminó la secundaria, su mercado laboral es el de los trabajos precarios y está predestinado a ser padre o madre temprano, a entrar en conflicto con la ley, a ser asesinado.

Son la estampa de la desprotección, niños reclutados por el crimen del organizado ante la ausencia del Estado

“Es, de hecho, el grupo que con mayor facilidad declina por la vida del narcotráfico para luego convertirse en los ‘Tonas’ (acrónimo de ‘Todo o Nada’), explica el investigador José Manuel Valenzuela Arce, y hace referencia al lema por el que arriesgan su vida: “vivir cinco años como rey, y no como 50 como buey”.

“Estamos hablando de adolescentes y personas jóvenes que realmente no tienen alternativas de futuro”, señala Juan Martín Pérez de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM). “Muchos de ellos están fuera de la escuela con dinámicas familiares muy complicadas, esencialmente sobreviven en escenarios del crimen organizado, en los territorios que controlan, donde deciden las dinámicas cotidianas. Son la estampa de la desprotección, niños reclutados por el crimen organizado ante la ausencia del Estado”.

Y ahí están los cárteles, con una fuerte presencia en Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero, Verazcruz, Cancún y Baja California Norte, abduciendo a 40.000 menores en todo el país (según calcula REDIM) haciéndolos portadores de armas e incluyéndolos en los comandos, dándoles un sentido de pertenencia y reconocimiento a su existencia que de otra manera no tendrían. De ahí el calado de los narcocorridos y el nuevo movimiento alterado sinaloense, una suerte de cantares de gesta que alaban al narco, al crimen, a la muerte. Un ejemplo:

“Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca

Volando cabezas a quien se atraviesa

Somos sanguinarios, locos bien ondeados

Nos gusta matar”

Detrás de ellos, sin reparo alguno, Twiin Enterprises, productores musicales millonarios que han trabajado para Thalía y Paulina Rubio, premiados en los Grammy Latinos, Billboard, y que también han llevado a la pantalla grande las historias que se cuentan en los narcocorridos, como Comando Negro (2011) o 24 horas para morir (2014). Porque tal y como afirmó para PlayGround el cronista del narco Carlos Juárez, “lo complejo del narcotráfico en México [es] que no es una cosa entre pistoleros, es cultural. Implica cuestiones como la identidad. Niños que quieren ser como ellos”.

Son los primeros que son asesinados en las confrontaciones entre bandas o con las fuerzas de seguridad

Y para ser como ellos, los marucheros (o tragasopas, como también se les llama) se apuestan en las calles y vigilan quién y qué pasa en el territorio del cártel al que pertenecen, trafican con pequeñas cantidades de droga, según cuenta el periodista Víctor Hugo Castillo. También los usan como mulas y, en el caso de las mujeres, “son víctimas de la explotación sexual bajo la lógica que son novias del narco y son usadas como carnada en intercambio de favores en esta cultura machista y criminal”, explica Juan Martín Pérez desde REDIM.

Cuando no hay futuro, la vida inmediata pasa a ser lo único relevante y la salud física, la alimentación, es de lo menos importante. Por algo México exportó de Colombia el término “desechables” para referirse a ellos. Porque en los marucheros, los grupos criminales encuentran una oportunidad de cobrar venganza: “son los primeros que son asesinados en las confrontaciones entre bandas o con las fuerzas de seguridad porque son los que están al frente en las balaceras, en el límite entre el territorio que controla una banda y otra".

Si lo único que tienes garantizado es que te asesinen o te desaparezcan, el dinero es lo de menos

Todo por un sueldo que en la mayoría de ocasiones ni tan siquiera es extraordinario. O, incluso, solamente para recibir una bicicleta para desplazarse durante sus rondas de vigilancia, tal y como documentó el periodista Lorenzo Encinas en la periferia de Monterrey. Porque a día de hoy, no hay programas gubernamentales efectivos que les salven de tal destino; a los marucheros menores de edad no se les reconoce como víctimas, sino como delincuentes, ya que es más fácil detenerlos que reconocer la negligencia y disponer lo necesario para protegerlos.

“Ellos claramente saben que está en riesgo su vida, que no tienen mucho futuro. Pero la necesidad de reconocimiento les basta para poder ofrendar su vida. Así de simple y de absurdo es el extremo de la falta de futuro. Si lo único que tienes garantizado es que te asesinen o te desaparezcan, en un contexto en el que en narco te reconoce y a la vez te da miedo, pero que te permite hasta el poder de ejercer la venganza, porque mataron a alguien de tu familia, el dinero es lo de menos”.

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