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Artículo "¿Demasiados extranjeros? Quizá el problema del Calcio es que hay demasiados dirigentes italianos" Sports

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"¿Demasiados extranjeros? Quizá el problema del Calcio es que hay demasiados dirigentes italianos"

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Mito de la Roma, donde ganó la liga y se bajó el sueldo a 1.500 euros, hablamos con el sindicalista Damiano Tommasi, que está ahora a punto de presidir la federación italiana en un país en estado de shock

Ignacio Pato

25 Enero 2018 06:00

Damiano Tommasi puede ser el próximo presidente de uno de los tres grandes poderes fácticos de Italia. No hablamos de que se postule a ser el primer ministro número 42 en 72 años, ni que vaya a ser el próximo Papa, claro. El exfutbolista veronés de 43 años es candidato a presidir la Federación Italiana de Fútbol en las elecciones del próximo lunes.

Sería un dirigente especial para un tiempo excepcional en un país que entró en shock hace dos meses cuando la selección se quedó fuera de un mundial por primera vez desde 1958. Cuesta verbalizarlo: un mundial sin Italia. Algo que solo los mayores de 65 años, el 8% de la población total del planeta, han visto.

¿Catarsis? "Es lo que esperamos, toda crisis es un punto de inflexión. Aunque esta ya venía de lejos porque el papel en los mundiales de Sudáfrica y Brasil no fue bueno. No debemos perder esta ocasión, no ir a este mundial es algo que pesará en nuestra historia", asegura Tommasi, actual presidente de la Associazione Italiana Calciatori, el sindicato de futbolistas del país.

A pesar de ser el candidato más mediático de los tres -completan la terna Gabriele Gravina de la Lega Pro (la Serie C) y Cosimo Sibilia de la liga nacional amateur-, no se siente favorito. Tommasi recogería el puesto del septuagenario Carlo Tavecchio, que será recordado porque en solo tres años ha acompañado el mayor descalabro deportivo que el país recuerda con varias polémicas machistas y racistas, como cuando se "inventó un nombre que sonase africano" para asegurar que "ayer Opti Pogba estaba comiendo plátanos y hoy es titular de la Lazio".

Tommasi tiene claros varios de los puntos concretos con los que cambiaría el fútbol italiano. "Queremos potenciar el papel de los filiales como en otros países —dice—, que clubes que juegan en Europa puedan tener equipos inferiores que jueguen a nivel profesional. Eso lo sabéis bien en España. Una gestión más profesional de la selección, más próximo a las dinámicas de un club, con un proyecto a largo plazo. Afianzar la sostenibilidad de la Lega Pro, tener reglas firmes para premiar a los emprendedores serios y capacidad para excluir a aquellos que se quieren aprovechar del sistema".

Sobre los activos, lo tiene claro también. Hace días le veíamos en el solemne acto de presentación del álbum Panini, un ejemplo en positivo —transversal en territorio y clase social— de cómo Italia cuida lo que sabe que más que calcio es cultura popular. Quizá lo único, junto al valor de la gastronomía, en que se pongan de acuerdo 60 millones de personas. "Nuestro mayor activo es la pasión. El fútbol es más importante que muchas otras cosas en Italia, y esta atención que genera es lo que debe hacernos hacer las cosas bien", asegura el candidato.

"Será un verano duro viendo a otras selecciones jugando el mundial. Pero estoy seguro de que ya en nuestro próximo amistoso se verán las ganas que hay de volver a hacer brillar nuestras cuatro estrellas", afirma sobre la azzurra. Un banquillo de momento sin entrenador de postín, con Gigi Di Biagio casi como interino. Para conocer al próximo seleccionador, asegura Tommasi, tendremos que esperar al mes de junio cuando muchos entrenadores acaben contratos con sus clubes.

No es el único gran reto. El cuadro del fútbol italiano se completa con el sector femenino más marginado de las grandes ligas europeas. Depende de la organización que se encarga también del fútbol amateur, el fútbol-sala y el fútbol-playa. "Se gestiona desde la Lega Nazionale Dilettanti, no son profesionales, y yo creo que ha llegado el momento de hacer un camino federal único que vaya de la selección nacional hasta las jugadoras juveniles y que sea responsable del crecimiento del fútbol femenino, para lo que se necesita energía pero sobre todo autonomía. Sí es cierto que los números de nuestro fútbol femenino no son como los de otros países y que queremos avanzar con cautela, pero estamos muy cerca de tener jugadoras profesionales", defiende Tommasi. Otro tema de debate habitual son los estadios vacíos. "Son incómodos, se han cambiado los horarios y todavía existen episodios violentos", sostiene Tommasi. "Muchos aficionados optan por ver los partidos cómodamente en el televisor de su casa. De todas maneras la imagen en esa pantalla de un estadio vacío no contribuye al espectáculo". Su propia asociación acaba de publicar un dossier que recoge 114 ataques a futbolistas la temporada pasada, muchos por parte de los aficionados del equipo del jugador, y otros tantos de ellos de caracter racista. En los últimos 20 días, Verona, Cagliari y Atalanta han sido multados por los insultos de parte de sus aficionados al juventino Matuidi y al napolitano Koulibaly.

Los aficionados y el expresidente de la federacion Tavecchio no han sido los únicos que han hecho comentarios racistas. Cuando Italia fue eliminada el líder del partido xenófobo Liga Norte Matteo Salvini escupió su veneno oportunista: "Demasiados extranjeros, desde juveniles a la Serie A, y este es el resultado. Stop invasión". Tommasi sale expeditivo al corte: "Tenemos elecciones generales en marzo, y el tema de la inmigración es político así que es difícil tenerlo fuera del fútbol. Y sobre eso de que hay demasiados futbolistas extranjeros en Italia, también puedo decir que el problema del fútbol italiano es que hay demasiados dirigentes italianos. Mira Alemania, creo que nos ha enseñado a todos bien cómo pueden crecer en un país chicos con origen de todo el mundo. La actual selección campeona del mundo está formada por muchos chicos de segunda generación. El deporte demuestra, y eso lo vemos ahora con los juegos olímpicos de invierno con las dos Coreas, que es inclusivo. Quien no acepta eso es que no sabe lo que es el deporte, y en esto el fútbol es muy claro: basta sacar un balón en cualquier parte del mundo para encontrar un amigo".

Sobre la candidatura de Tommasi habló hace unos días el exfutbolista Paolo Sollier: "Me gustaría que Tommasi se convirtiera en presidente de la federación, me parece una persona seria. Por eso no ganará". Tommasi dice a propósito: "Aprecio estas palabras de estima de un jugador como lo fue Sollier, pero también creo que el mundo del fútbol debe despejar de una vez estos tabúes de que los futbolistas no pueden ser dirigentes serios". Sollier, exmecánico de la FIAT, celebraba durante los convulsos 70 los goles con el puño en alto, militaba en colectivos como Avanguardia Operaia y leía el diario comunista Il Manifesto. A Tommasi le ha tocado vivir otros tiempos, lo que no quita para que columnistas como Aldo Grasso de Il Corriere della Sera le hayan definido como "con su pinta de altermundista, defiende a una casta de hiperprivilegiados" o "un alternativo de izquierdas que no es más que parte de un espectáculo".

Tommasi creció en el Verona y pasó diez años en la Roma —con Scudetto incluido— antes de pasar al Levante, Queens Park Rangers y Tianjin Teda chino. En el equipo capitalino se lesionó de gravedad durante más de un año y al renovar pidió hacerlo cobrando 1.500 euros mensuales. "Pedí un contrato al mínimo porque no se sabía si todo estaba bien o no", explica con sencillez.

"Soy el tercero de cinco hijos, he crecido compartiendo todo: padres, habitación, regalos. Para mí formar parte de la sociedad quiere decir compartir. ¿Si soy de izquierdas? Siempre digo que hay pocos que no tengan a nadie a su derecha. Pues digamos que tengo unos cuantos a mi derecha", dice riendo. Y es gracioso porque es verdad.

Tommasi viene de un pueblecito de montaña donde el ritmo vital lo marcaban los actos de la liturgia. La espiritualidad le sigue acompañando. "Frecuentar la parroquia para mí siempre ha sido una cosa natural. Cada uno de nosotros encuentra su camino cuando comienza a querer responderse quiénes somos y qué hacemos aquí. La fe ayuda", nos cuenta.

Decía George Orwell que el fútbol es la guerra sin disparar. Entonces Tommasi también es algo especial porque fue objetor de conciencia al servicio militar obligatorio. "No, no fui objetor. ¡Lo soy todavía!", apunta enérgico. ¿Y de qué debemos objetar ahora? "De que todo lo que cuente en la vida es aquello que genera riqueza. En el deporte y en la vida en general somos todos esclavos de ese termómetro social en que se ha convertido poseer dinero o patrimonio". Palabra de, posiblemente, uno de los hombres que en unos días vaya a pasar a tener mayor poder en Italia.

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