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Artículo Dos grandes torres son derribadas en tan solo 10 segundos en una espectacular demolición controlada Content

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Dos grandes torres son derribadas en tan solo 10 segundos en una espectacular demolición controlada

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Las chimeneas de una obsoleta central eléctrica en Jacksonville (Florida) han pasado a la historia de la forma más impactante

Playground community

20 Junio 2018 14:48

Hay un viejo dicho burlón que se usa para decir que un individuo es tan intelectualmente escaso que el único espectáculo cultural del que podría disfrutar sería una explosión. Es un comentario un poco insultante dado que todas las grandes explosiones son un atractivo para el lado más salvajemente lúdico de nuestra mente.

Pero lejos de ser un acto banal se trata de un operativo para el que se combinan la ingeniería de estructuras y la química. Y, afortunadamente, no está al alcance de cualquiera poner las manos sobre estos artefactos, ya que se requiere unos conocimientos exhaustivos y un férreo control.

Este vídeo muestra la demolición de unas torres de refrigeración de una central eléctrica de Jacksonville (Florida, EEUU). De 140 metros de altura cada una de ellas, son las segundas torres más altas del mundo en sufrir un proceso de demolición con cargas detonantes. Son centrales eléctricas, nucleares, edificios, puentes, diques… estructuras que a veces requieren poner fin a su actividad y a su mera existencia.

El buen hacer de las demoliciones de este tipo se basa en estudiar, delimitar y explosionar los puntos clave de la estructura que, en caso de torres o edificios altos, logren que el esqueleto, al colapsar, no se abata hacia ningún lado alcanzando otras estructuras o hiriendo a personas. Lo que se ha de lograr con esas demoliciones de precisión es que las estructuras colapsen sobre sí mismas; se plieguen, limitando el radio de alcance de los fragmentos de tal forma que la misma caída de escombros vendría a producir su autocontención.

Para ello es importante el cálculo de los puntos clave, sí, pero también de las cantidades de explosivos usados, para limitar el rango de la onda expansiva. Un grave problema que acontece cuando los cálculos son erróneos es que la estructura, en vez de colapsar, cae hacia un lado. O peor aún: no cae o queda parcialmente erecta, como ha sucedido en ocasiones con las estructuras centrales reforzadas de los huecos de ascensor. La estructura afectada se vuelve inestable y peligrosa para aquellos que deban finalizar la demolición.

Por cierto, las demoliciones por explosivos son muy criticadas por algunos grupos ecologistas, bajo la afirmación que que con las detonaciones se produce la liberación al entorno de “partículas fugitivas” de sílice y asbesto de entre los escombros. Los riegos aumentan si estas demoliciones se producen cerca de zonas de abastecimiento y trata de aguas municipales.

Contemplar en persona o en vídeo la destrucción de megaestructuras como los almacenes Hudson en Detroit, el estadio Kingdome de Seattle o el Palacio Cultural de los Trabajadores en Yunnan, China, puede provocarnos un tremendo placer. Pero más vale que prevalezca el mayor de los cuidados técnicos y medioambientales en el proceso.

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