¿Eres sensible a las maravillas de la Naturaleza? ¿Se conmueve tu corazón ante cada bebé foca y cada puesta de sol y sueltas una lagrimilla traidora al ver patitos en un lago cercano? Somos muchos los que nos sentimos así. No te avergüences y disfruta de cada momento que nos ofrece la vida. Porque también, inevitablemente, tendremos nuestra dosis de realidades terribles, y en algún momento veremos sufrimiento, accidentes o atrocidades. A veces, incluso, cosas difíciles de entender, una especie de naturaleza violentada o rota por motivos que aún no alcanzamos a comprender y que pueden producirnos rechazo, miedo o una horrorizada sorpresa.
Este vídeo no es fácil de ver a poco de sensibilidad que tengas. Grabado en la ciudad china de Jiangmen, provincia del Cantón, el pasado 28 de junio, nos muestra una cría de cerdo, nacida con una terrible deformidad. Una deformidad que nuestro cerebro se esfuerza en ver con rasgos humanos causando una terrible impresión. La deformidad de su rostro y nuestro cerebro programado para buscar semejanzas entre lo inesperado y lo conocido le asemeja grotescamente a los rasgos de una persona.
Más allá del horror y la repulsión del efecto de esa deformidad animal, está el malestar de percibir que la pobre criatura se esfuerza en respirar, en vivir sin saber ni cómo y sin ser capaz ni de emitir un sonido o mantener su cabeza recta. Se asemeja a un muñeco roto en la insensible mano del granjero que lo graba para la infame posteridad.
Los testimonios señalan que la pobre criatura agonizó y falleció en dos días. Su madre lo rechazaba y la misma criatura carecía de instinto para succionar de un biberón que le aproximaban.
No es la primera vez que una mutación semejante en un cerdo ocurre en China. Hace un año, nació otro, con una protuberancia en la cabeza que algunas personas con un singular e infantil sentido del humor afirmaban que parecía un pene.
Siempre ha habido malformaciones en animales y personas, y en otros tiempos eran un poderoso atractivo en ferias y circos, y la principal diversión de gentes que buscaban la emoción de lo terrible. Está claro que es absurdo culpar solo a la contaminación, alimentación industrial, o experimentación genética… Pero antes, los humanos lo miraban con superstición e ignorancia. Hoy, desde nuestro mundo de conocimiento y tecnología, lo seguimos mirando atrapados y fascinados por el horror, y lo compartimos en la red y se hace viral inmediatamente y millones de personas se enganchan como hace cien años lo hacían sus antepasados de los que nos creemos tan superiores.
No hemos cambiado tanto. Y la Naturaleza aún nos maravilla, y nos aterra. Quizá porque, en el fondo, pensamos que nos pudo pasar a nosotros... y ¡menos mal que no! ¡Uf!