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Las imágenes que pueden verse en este vídeo fueron grabadas en algún lugar de Sudáfrica. Y pueden verse, si tenéis humor o si tenéis estómago, para contemplar la fea catadura moral de un ser humano se mofa frente a la cámara de un animal herido, agónico.
Se trata de un babuino adulto y, según las crónicas locales, el hombre africano que se burla de él, preguntándole si le duele su herida, sería uno de los furtivos que habría participado en su cacería.
El animal sangra por la cabeza. Su boca de abre y se cierra en un intento por atrapar el aire y llevarlo hacia sus pulmones. Ni siquiera tiene fuerzas para revolverse en contra del canalla que le habla en una jerga que desconoce. No tiene fuerzas para lanzarle sus garras, sus colmillos. A duras penas se mantiene sentado, torso erguido, mientras el hombre bastardea jocosas palabras hacia cámara, probablemente para guardarlas como souvenir de sus horribles hazañas.
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El babuino es un mono que comparte con nosotros un 91% de su ADN y que ya en el Antiguo Egipto era amaestrado, siendo usado para recoger frutos de los árboles. Sus principales depredadores son los leopardos, las águilas y los leones. Pero en ocasiones como estas, los peores son los depredadores bípedos.
Ojalá estas palabras que el individuo supura, le condenen. Porque estas imágenes tan despreciables han enfurecido al Consejo Nacional de Sociedades Para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (NSPCA) de Sudáfrica.
La cabeza del hombre que ríe en el vídeo ya tiene precio. Diez mil rands. Unas quinientas cincuenta libras esterlinas. Por cualquier información que dirija provechosamente a su identificación y captura.
Ojalá sea atrapado. Y no, no nos sirve la excusa del dinero que supone para los furtivos esta clase de acciones y del qué otra cosa podría hacer para poder decir que no a esto. El regodeo del que hace gala no va incluido en su salario de sangre.
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