¿Conoces ese refrán que dice “No quieres caldo, pues toma dos tazas”? Pues lo mismo, pero con efectos nocivos para la salud
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La letra con sangre entra, le decían a nuestros padres en la escuela. Y después está lo que no es la letra. Ni los números. Sino la disposición. La actitud. El comportamiento. Y aún hay quien piensa que eso solo se corrige con maneras estrictas y castigos.
Este vídeo que aportamos nos muestra un castigo físico. No son azotes, ni encierros en armarios privados de luz, ni gente a la que se le retira la comida o el postre. Se trata de una técnica que podríamos llamar “del exceso”.
En una escuela de localidad de Sukabumi, en Indonesia, cuatro alumnos fueron pillados realizando una actividad prohibida en el patio. Once niños de 8 años, fumaban en grupo. Cosa fea. Cosa mala. Nadie discute eso. Tampoco que esa es una curiosidad, o un apetito, que deben ser corregidos. El problema está en cómo se hizo.
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Decíamos que a estos les pillaron. Mala suerte. Así que los llevaron al despacho del Director. En sus caritas, la lógica preocupación. Lo que te va a pasar en el colegio y lo que te va a pasar en casa, ya verás.
Pero el director de la escuela, el señor Tati Maelati, tuvo una idea "genial", una idea poco común de cómo aplicar un escarmiento a esos pipiolos: los niños fueron obligados a seguir fumando y a fumar más, hasta una cajetilla entera de manera colectiva, frente a sus compañeros. Una versión tóxica de aquel “No quieres caldo, pues toma dos tazas” que recoge nuestro refranero.
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En el vídeo les vemos con un cigarrillo por cabeza y con expresiones faciales que van de la desconfianza a la risa, mientras exploran la aventura de expulsar el humo.
Excusamos decir que aunque algunos puedan ver esto con ligereza, las familias han reaccionado de manera más contundente. Muchos de los progenitores —algunos amenazando con cambiar al niño de centro académico—, entidades de protección infantil y el gobierno local se han mostrado en manifiesto desacuerdo con el método empleado por el director del centro. La excusa de que intentaba disuadirles a costa de causarles un pequeño mareo, no ha agradado ni convencido. Y ahora va a ser él quién eche humo.
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