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Opinion Brett Kavanaugh achaca al cine de juergas universitarias sus “chorradas” de juventud Culture

Brett Kavanaugh achaca al cine de juergas universitarias sus “chorradas” de juventud

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Brett Kavanaugh achaca al cine de juergas universitarias sus “chorradas” de juventud

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El juez del Supremo propuesto por Trump señaló ‘Desmadre a la americana’, ‘El club de los chalados’ o ‘Aquel excitantes curso’ como las culpables de sus excesos

A principios de esta semana, los hermanos y directores Benny y Josh Safdie conseguían viralizar un montaje en el que el Samuel L. Jackson de Pulp Fiction interrogaba al aspirante a juez del Supremo propuesto por Donald Trump. Las escenas del clásico de Quentin Tarantino se mezclaban con la intervención de Brett Kavanaugh, que compareció en el Senado para defenderse de las excompañeras de facultad que lo acusan de abuso sexual.

Pulp Fiction tiene trazos de thriller, de cine negro, pero es, por encima de todo, una gran comedia. Los gustos de Kavanaugh para con el cine de humor, sin embargo, transitan otros derroteros: al aportarse como prueba incriminatoria un anuario de facultad donde el republicano se mostraba desacomplejadamente misógino en sus estradas, Brett defendió que la publicación tenía “altas dosis de tonterías y humor”.

“Los editores, creo, tenían en mente películas como El club de los chalados, Aquel excitantes curso o Desmadre a la americana y plantearon el anuario tomando como espíritu esa clase de chorradas”, añadió el legalista, enumerando, como excusa a su nula sensibilidad durante los años ochenta, algunas de las películas que, en esa misma década, hizo de las juergas universitarias un género en sí mismo.

Aunque no es la primera vez que se evoca un artefacto de ficción para explicar un fenómeno acaecido fuera de la pantalla, el caso de Kavanaugh es particular: si suelen ser los agentes externos (paradójicamente conservadores) los que problematizan los productos consumidos por aquellos que acaban sentados en el banquillo de los acusados, esta vez la problematización corre a cargo del propio consumidor (paradójicamente conservador).

Las comparaciones son odiosas, pero: Eric y Dylan, los asesinos de Columbine, fueron víctimas del brainwashing al que los sometieron Marilyn Manson y Asesinos Natos —otro guión de Tarantino, otra comedia— según la Fox, mientras que Brett Kavanaugh, delfín del presidente de Estados Unidos más infame de la Historia, es víctima de John Belushi y Desmadre a la americana según él mismo.

Aunque las películas a las que Kavanaugh hizo referencia durante su defensa crearon un imaginario en el que la cultura de la violación se promovía a base de gags —restaron importancia a prácticas como, por ejemplo, espiar vestuarios femeninos o aprovecharse de la ebriedad de un interés sexual—, no sólo fueron hijas de su época: su influencia se extendió hasta principio de este siglo, con títulos como Old School o la saga American Pie.

Lo interesante de que el abogado republicano traslade la tensión a las películas protagonizada por el primer star system de Saturday Night Live (Belushi, Bill Murray, Chevy Chase) es la coincidencia, en el tiempo, de la presión que están ejerciendo sobre ellas los nuevos cómicos que engrosan las filas de este histórico programa de humorSaturday Night Live empezaría a emitirse en 1975.

“Chevy Chase es un gilipollas”, dijo hace unos días el cómico de SNL Pete Davidson. “Que le den por culo a Chevy Chase: es malísimo, un racista idiota, nunca me gustó”. Aunque las airadas palabras de Davidson eran en respuesta a las críticas de Chase para con las últimas temporadas de Saturday Night Live, bien podrían adscribirse al mata-a-tu-padre en el que está inmersa la nueva comedia, con Hannah Gadsby y Drew Michael a la cabeza.

Más que seguir a vueltas con los límites y no-límites del humor, merece la pena preguntarse por Kavanaugh y los límites de las “chorradas” universitarias. “Películas como Desmadre a la americana”, escribe Steve Rose en The Guardian, “sugieren que siempre hay un demonio en tu hombro tentándote a hacer lo que no debes para conseguir algo de sexo”.

“Si hicieras caso a ese demonio”, continúa, “todo quedaría delimitado por la licencia de la ‘tontada’. Dicho comportamiento no te impediría ocupar un alto cargo más adelante. Al final de Desmadre a la americana, de hecho, se nos revela que el personaje interpretado por John Belushi se ha convertido”, termina Rose, “en un senador estadounidense”. ¿Spoiler? Ojalá no lo sea.

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