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Artículo Regodearse en la miseria, como BoJack Horseman Culture

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Regodearse en la miseria, como BoJack Horseman

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Imagen: BoJack Horseman
 

BoJack Horseman ha vuelto y ha sido devastador. La quinta temporada aborda temas como el #MeToo y el feminismo, las relaciones tóxicas, las adicciones, el duelo y la maternidad

anna pacheco

20 Septiembre 2018 15:35

La serie BoJack Horseman saca lo peor de ti. Quiero decir que BoJack te estruja, te empuja, te aplasta la cara, te rompe las gafas y las pisa delante de ti, te clava agujas en un vientre (un vientre con bebé dentro). Te escupe en la cara. Te avergüenza públicamente aunque estés sola. Quiero decir que todos los personajes de BoJack te recuerdan todas las veces que has sido cruel y egoísta, todas las mentiras, aquella vez que destruiste una pareja en vez de destruir la tuya, te recuerda porque tu trabajo es una mierda —aunque el sistema te diga que no—, te recuerda que ese vacío que sientes todos los domingos, en realidad, está ahí siempre, pero se te olvida planeando el fin de semana. Haces planes para no pensar. Lo que quiero decir es que BoJack te recuerda que ya no te gusta cómo huele tu novia. Que tus taras van a peor. Que tienes miedo a estar sola y por eso le sigues escribiendo. Que vivir es estar asustada la mayor parte del tiempo y que envejecemos y nos babaremos y nos cagaremos encima. La noche antes de empezar la quinta temporada de BoJack cogí el metro hasta mi casa con una bolsita de cenizas de mi amiga muerta y ahora no sé qué hacer con ellas.

Netflix ha estrenado una nueva y desoladora temporada de BoJack Horseman, esa serie de animación en la que humanos y animales conviven en una especie de Hollywood (llamado Hollywoo) y experimentan los mismos sentimientos reales y profundos que los humanos de hoy. En realidad, BoJack hace tiempo que dejó de ser solo una sátira del mundo del showbusiness para convertirse en mucho más que eso. Es un retrato de lo más sórdido y sincero de la sociedad capitalista ahondando en la complejidad de sentimientos como la frustración, el miedo al fracaso, la ansiedad, la depresión, el cinismo, la soledad. Y la serie, pese a su notable dureza, es completamente divertida.

IMAGEN: BoJack Horseman

Aunque cabe decir que en esta quinta temporada definitivamente tiene más peso el drama que la comedia y, en realidad, las risas se parecen más a una ascensión medio espitosa que acaba en caída libre. En tu propia caída y, entonces, duele más. Las risas son un rato, el resto es bajón químico. La quinta temporada aborda y trata, además, temas tan actuales como el acoso, el maltrato y las relaciones tóxicas; recuerda al movimiento #MeToo en el episodio "BoJack The Feminist"; profundiza un poco más en la conversación feminista con el personaje de Diane, el más politizado (y hasta hay un momento maravilloso de sororidad entre exnovias). La nueva temporada también se remonta al pasado de la siempre eficiente y pragmática Princess Carolyn y su deseo de ser madre (nos debían su episodio de adolescencia y "La historia de Amelia Earhart" cumple absolutamente esa función); la maternidad y la gestión de la soltería están muy presentes en esta nueva temporada. También asistimos al hundimiento de Diane, tras su divorcio con Mr. Peanutbutter, y su intento errático por entender quién diablos es y qué quiere hacer con su vida. Todd sigue con sus inventos, sus líos, su escapada hacia adelante por no hacerse mayor y también explora su identidad sexual como asexual. También llega de la universidad Hollyhock, la medio hermana de Bojack que aparece en la cuarta temporada.

Sin embargo, si hay otro elemento a destacar de esta serie-espejo es su brillante capacidad para explorar con nuevas narrativas. BoJack es arriesgada y absolutamente imaginativa. Y lo de los cuerpos animales es lo de menos. BoJack Horseman ya nos había regalado a algunos episodios redondos en otras temporadas —episodios que funcionan como una unidad en sí mismos, que si me apuras ni siquiera hace falta que hayas visto la serie para ponerte a mirarlos—. Episodios que son una demostración finísima de lo que la serie, en realidad, es. Por ejemplo, hablo de "Time’s Arrow" (Episodio 11, temporada 4), una retrato de la vejez y la demencia senil precioso y desgarrador explicado a través de los recuerdos salteados y desordenados de Beatrice, la madre de Bojack. También hablo de "Fish Out Of Water" (Episodio 3, temporada 4), seguro que lo recuerdas porque ese episodio transcurría en un universo paralelo en el fondo del mar. No había apenas guión más que una palabra. Y también hablo de "Stupid Piece of Shit" (Episodio 6, temporada 4), aquel que se infiltraba en el cerebro y la conciencia de BoJack a través de otra animación completamente distinta a la habitual de la serie.

Escuchando sus voces, tú también te querrías morir

Pues bien, en esta quinta temporada resaltan algunos de esos episodios precisamente por sus audaces planteamientos. Y parece que hay muchos más que en anteriores temporadas. Van, además, en cadena. El episodio seis (“Free churro”) es un monólogo de veinte minutos de Bojack en el funeral de su madre. Es uno de los momentos más brillantes y sobrecogedores de todas las temporadas. El episodio siete reconstruye las historias de Diane y Bojack a través de la conversación de sus psicólogas. De este modo, la imagen se configura no fiel a la realidad, sino fiel a lo que los otros cuentan de nosotros. También es absolutamente genial el episodio "Mr. Peanutbutter's girlfriends”, un repaso en retrospectiva de todas las novias de Peanutbutter tomando como punto de referencia la fiesta anual de Halloween. Es escalofriante asistir al paso del tiempo y al paso de los amores y observarse que una tiene que seguir aguantándose a sí misma después de todo. El personaje de Bojack también experimenta una evolución interesante respecto a otras temporadas y su tendencia sistémica a la autodestrucción llega a tal extremo que explota, y se hace más monstruosa, y tendrá que ver cómo soluciona el desaguisado que ha hecho de sí mismo.

BoJack Horseman es tristísima. Posiblemente ya lo hayas asumido si has llegado hasta aquí. Pero es que la vida es tristísima y lo mejor es aceptarlo.

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