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Entrevista Del capitalismo al ‘happytalismo’: hacia un nuevo paradigma global del bienestar Do

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Del capitalismo al ‘happytalismo’: hacia un nuevo paradigma global del bienestar

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13 Septiembre 2019 15:10

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Hablamos con Luís Gallardo, impulsor del concepto "happytalism", una forma de entender el sistema económico capitalista desde el ser y no tanto desde el tener

Luís Gallardo es un optimista por naturaleza. Responde a nuestra llamada vía skype desde el aeropuerto de Miami cuando va camino de una cumbre en la que se darán cita intelectuales, artistas, economistas, filósofos de todo el mundo para tratar de dar forma a un movimiento que pretende cambiar el mundo: el happytalismo.

Su tesis principal es que el capitalismo es un buen sistema pero ha perdido el norte. Hace falta hacerlo evolucionar, nos dice, para que se tome en serio su función emancipadora y conecte con las verdaderas necesidades del mundo y sus habitantes.

Fundador del Festival Mundial de la Felicidad, que pasará por España en 2020, sus influencias vienen de lejos, en concreto de Buthan y de Saamdu Chetri, maestro budista responsable de inspirar la idea de la Felicidad Nacional Bruta, un indicador que busca sustituir el Producto Interior Bruto con el que normalmente medimos la riqueza de los países para poner el foco en otros valores: calidad de vida, libertad, educación...

A partir de esta premisa, Gallardo ha tejido una red mundial cuya prioridad es generar empatía y humanizar el sistema capitalista. Un reto casi imposible que se toma con un empeño envidiable.

Su credo: hace falta sustituir el tener por el ser y, por el camino, mejorar la vida desde la conciencia.

¿De qué va esta idea del happytalismo?

Los seres humanos nacemos y nos encontramos viviendo en estructuras que ya están creadas. Muy pocos de nosotros hemos contribuido a generar estas estructuras y menos aún los sistemas de convivencia. Cada época ha tenido su sistema y hoy en día el capitalismo marca nuestra vida. Pero llega un momento en que no se permite ir mas allá. En este caso, la llamada a la acción es pensar qué sistemas necesitamos para que los seres humanos se desarrollen en plenitud.

Yo creo que los sistemas que hemos probado no nos van a llevar al siguiente nivel. El happytalismo es un sistema que esta basado en el sentido último, que consiste en que el ser humano sea lo mas feliz que pueda ser. Lo que se busca es maximizar la felicidad mas allá de lo que nos permite alcanzar el sistema actual. Nos falta un poco de conciencia a los seres humanos para poder desarrollarnos en plenitud y el happytalismo lo que hace es poner las bases para que podamos pasar el siguiente nivel.

¿Cómo se mide el happytalismo?

Si miramos al capitalismo lo normal es medir a partir del PIB, y el PIB mide lo que se ha decidido que esté en una cesta. Una cesta, por otro lado, que mide el alcohol, el tabaco y hasta la venta de armas. En el sistema happytalista se mide a partir de un índice que está inspirado en la Felicidad Interna Bruta del gobierno de Bután.

Hace 47 años, cuando le preguntaron al cuarto rey de Bután, ¿qué esperas de tu gente?, este contestó: "Yo lo que espero es que mi gente esté lo más feliz posible". A partir de ese momento se montó un grupo de investigación formado por intelectuales, economistas, políticos, que se planteó como medir a nivel individual la felicidad. Este índice está basado en cuatro pilares y nueve dimensiones y llega hasta cuarenta indicadores, que van desde cuánto tiempo dedicamos a dormir hasta qué tipo de relaciones tenemos con los demás, cómo integramos la vida laboral y personal, cómo integramos nuestro ser en las actividades culturales de nuestras comunidades. La idea es aplicar este tipo de indicadores pero el objetivo final es ser más felices.

Ahora mismo todo está al revés: solo se trabaja para crecer, pero ese crecimiento, a veces forzado, lo que provoca es mucha presión. Y los líderes que no son conscientes de lo que significa, trasladan esa presión sobre la ciudadanía, a la fuerza laboral, y por eso te encuentras que más del ochenta por ciento de la gente no es feliz con su trabajo, aparte de no saber encontrar el propósito de su propia vida.

Hay muchos indicadores, pero lo que estamos haciendo ahora es una llamada a la acción para empezar un cambio. Los sistemas sociales tardan en cambiar, llevan muchas generaciones en evolucionar y nosotros lo que hacemos es un planteamiento de diálogo y, sobre eso, ver hasta donde podemos llegar.

A veces parece que hables de una teoría macroeconómica, a veces parece una teoría del trabajo, a veces una teoría sociológica...

En realidad es una combinación epistemológica de varias corrientes: en este caso estamos hablando de un paradigma de desarrollo humano y económico. Lo que proponemos es revisitar los modelos pasados que, por inercia, se siguen utilizando y ver cómo crear nuevos modelos en un momento en que ya no deberíamos estar hablando de materialismo en economía sino de fluidos, de física cuántica, en el que la energía se crea constantemente. Lo que nosotros nos preguntamos es cómo nos adaptamos a la nueva física y cómo desarrollamos más colaboración.

A la sociedad actual la definen tres conceptos: la competición, la queja y la comparación. Estas tres realidades definen cómo nos movemos en sociedad y lo que nos están provocando es mucho estrés, presión, obsesión, ansiedad. Así que imaginemos un sistema en el que, en vez de competir, cooperas, en vez de quejarte, buscas lo bueno, y en vez de compararte, intentas ser la mejor versión de ti mismo. Cuando realmente tienes autocompasión y entiendes por qué pasan las cosas, eres consciente de quién eres y tienes una atención plena de lo que está pasando a tu alrededor, eso te da una serie de herramientas que puedes utilizar para crear un impacto.

Hablas de un movimiento social que aspira a la globalidad. ¿Quiénes son los actores claves para el desarrollo de este movimiento?

2008-2009 fue un momento de crisis y transformación en muchos sentidos porque se vió hasta que punto el sistema actual está pervertido. A partir de ese momento, un grupo de personas debatimos a nivel empresarial, social y académico, con la inercia de Bután, con un grupo de trabajo que organiza Sarkozy, para ver qué nuevos sistemas económicos podrían ayudar a tener más bienestar.

En realidad había muchas asociaciones, muchísimos grupos, que estaban trabajando por el bienestar y la felicidad de una forma amplia, incluyendo la OCDE, la Alianza por la Felicidad, el Observatorio Internacional de la Felicidad de París. Hay cientos de organizaciones que llevan haciendo muchísimo trabajo desde hace mucho tiempo.

En un momento determinado lo que hay también son agitadores, y en este caso apareció Jamie Helen, con el que estoy escribiendo este estudio sobre el happytalismo, un niño adoptado de la India. Él es uno de los que empieza a hablar con los países y, en un momento determinado, se consigue un apoyo unánime de la Asamblea que se materializa en la resolución que habla del nuevo paradigma de desarrollo económico, que en este caso está basado en el bienestar, y en el dia internacional de la felicidad, que es el 20 de marzo. A partir de ahí sí que se encuentra una justificación más institucional para seguir hablando de una temática que le importa a todo el mundo.

Dos o tres años después, el gobierno de Dubái nombra la primera ministra de la felicidad y dentro del entorno de lo que es el Summitt de los Gobiernos que se celebra en ese país, crea un espacio que se llama “Diálogos por la felicidad” y empiezan a venir todos los expertos que estuvieron en Naciones Unidas creando el nuevo paradigma, y muchos otros, a debatir cómo los países podrían aplicar políticas de felicidad y bienestar a distintos niveles.

A partir de ahí, yo creo el Festival Mundial de la felicidad —este es el cuarto año y será en España en 2020—, en el que lo que intento crear es un grupo multidisciplinar que va desde líderes espirituales hasta científicos para sentarnos y poner sobre la mesa qué está pasando y qué podría pasar y utilizamos herramientas para que los psicólogos, coachs, profesores, economistas puedan generar entornos lo más positivos posibles.

La palabra “positividad” es muy importante en este espacio porque en todo este tiempo nace la corriente de la psicología positiva, que lidera Martin Sielegman, que en un momento determinado pasa a la educación positiva, y eso es lo que ha generado una base científica muy importante para que no estemos hablando solo de conceptos sino también de realidades.

El objetivo es llegar al 2050 habiendo creado oportunidades para mejorar la felicidad de los 10.000 millones de personas que conformaran la población mundial, y para eso necesitamos una red de redes, que es lo que hemos creado con el World Happiness Fest y el Agora, y necesitamos que la gente vaya entrando en un espacio en el que de forma natural ya estamos.

Hemos hablado de felicidad individual, ¿pero qué pasa con el colectivo, con el grupo?

Si pensamos en el grupo como algo cerrado, no vamos a conseguir los objetivos. Sin embargo, si nos miramos en teorías de desarrollo psicológico y social y en autores como Isaac Prilleltensky, él ha demostrado que el cambio de verdad a nivel personal pasa en grupo, y esos grupos suelen estar formados por entre 8 y 12 personas. Si miras alcohólicos anónimos, si miras a estas organizaciones que llegan en profundidad a un cambio individual, verás que lo hacen en grupo y en círculo en los que todo el mundo está al mismo nivel. Este tipo de grupos son los que te facilitan y te ayudan al cambio.

La diversidad cultural del mundo hace que el trabajo en grupo se articule de manera muy diferente, no solo por motivos de clase, sino también culturales. ¿Cómo se hace converger toda esta pluralidad hacia un mismo objetivo?

No es fácil pero en realidad así es como trabaja el mundo. Tú estás en un entorno familiar, un primer grupo, lo expandes a tus vecinos, a tu educación, a tu entorno laboral, luego viajas y conoces gente y a través de las redes sociales los grupos expanden fronteras y pueden ser de miles de personas. La fortaleza de poder estar conectados a la vez con tanta gente es impresionante, con lo que la oportunidad de cambio se ha vuelto exponencial.

Sabemos que hay un momento, siguiendo la teoría de la singularidad, que tú puedes pasar de 10 a 10.000 de forma muy rápida. Lo que sí que es cierto es que el sistema que tenemos ahora mismo, al menos a tres o cuatro generaciones vista, nos está condicionando muchísimo, sobre todo porque tiene instalada la idea del ser únicos y exclusivos. El incentivo de la individualidad lo tenemos metido dentro y eso hay que equilibrarlo cada vez más con el hecho de que el cambio se traduce en grupo. Tienes que equilibrar toda esa idea de individualidad, autonomía y autoestima, con lo que puede ser un cambio fundamental y de transformación.

Esto se hace fundamentalmente a partir de líderes conscientes, creando personas que saben quiénes son, cómo son, y cuál es el impacto de lo que dicen y lo que hacen en su entorno. Es gente que sabe que un insulto provoca una herida en ti mismo y en la otra persona. En definitiva, es gente que sabe por qué pasan las cosas. Estos líderes conscientes son los capaces de crear grupos, círculos de transformación. A estos círculos los llamamos del amor o del coraje, y son círculos que ahora mismo funcionan por todo el mundo.

¿Qué tipo de instituciones hacen falta para que el happytalismo se convierta en un sistema reconocido por todos?

Básicamente, las instituciones ya existen: ONU, OCDE… no hay que crear nada. Lo que hay que hacer es un cambio de mentalidad. Pero no se puede forzar. Entonces lo que tienes que hacer es liderar con creatividad y crear cosas que le importen a la gente y las quiera usar. El reto de verdad es cómo ser más creativos hacia los demás, cómo conseguimos dotar de sentido la trayectoria de exploración.

Todos los estudios sobre felicidad concluyen que, al final, si quieres ser feliz, ayuda a los demás. Lo segundo que sabemos es que es igual de importante tener relaciones relevantes que te ayuden a desarrollar la confianza. Sabemos que esto es verdad, así que vamos a intentar incentivar esas dos dimensiones. Aunque eso suponga un cambio mental.

Ahora mismo la combinación ayuda económica más desarrollo social no nos está llevando al nivel en el que podríamos estar. Este sistema basado en el objetivo último de la felicidad requiere muchísima conciencia y requiere saber aliarse, trabajar juntos, por un impacto. En los negocios sociales, si seguimos a Yunnus, el impacto no está en la generación económica sino en resolver un problema. Si lo que queremos es erradicar la malaria no buscaremos vender más vacunas, sino efectivamente hacer que desaparezca. Así que saquemos la contaminación del sistema y movámonos por objetivos de impacto social, de impacto humanitario y sobre eso organicemos el resto de recursos. No necesitamos más actores, lo que necesitamos es un cambio de mentalidad.

Leo una cita de Saamdu Chetri, ministro de la felicidad en Bután, que dice: "A más materialismo, menos felicidad". ¿Como casa eso con el capitalismo? ¿Es factible realmente unir felicidad y capitalismo?

Saambdu parte de una raíz budista y una realidad en la que no se necesita prácticamente nada para vivir. Es un concepto al que no estamos acostumbrados en toda una mitad del mundo. La ciencia ha demostrado que hay un momento en que tienes ya lo suficiente, y eso depende del lugar en el que vivas. En EEUU sabes que cuando llegas a un espacio de 60.000 dólares anuales el incremento en felicidad es mínimo respecto al que has tardado en llegar hasta ahí. En el momento en que puedes cubrir tus necesidades y satisfacer tus intereses, no importa si tienes uno o dos millones que el incremento en felicidad no será demasiado.

Lo que dice Saamdu es eso: nos estamos moviendo por el tener más, por el hacer más, sin embargo eso al final no nos va a aportar más como sí nos aportaría el ser más.

Centrarnos en ser, y no en tener o hacer. Ese es el camino. Y es muy fácil, tú puedes aspirar a tener todo lo que quieras, pero nuestra idea es que la gente sea todo lo que es y que llegue el momento en que pueda decidir querer o no tener más, pero que lo decida porque se conoce y sabe que está entendiendo quién es y quiénes son los demás.

Hay autores que consideran que el argumento de la felicidad es el nuevo recambio para seguir alimentando un sistema que nos ha llevado a mucho sufrimiento. Eva Illouz, sin ir más lejos, en su libro Happycracia viene a decir que la felicidad es una excusa para que el sistema siga rindiendo. A aquellos que dudan de las intenciones de esta idea, ¿qué les diríais?

No estamos diciendo que hay que mantener lo que hay, aunque sabemos que es muy difícil cambiar lo que hay. No somos un movimiento revolucionario que busca destruir lo que hay, pero sí queremos darle el tiempo necesario para entender cÓmo se crean nuevos paradigmas de desarrollo.

Ahora mismo estamos en la cuarta revolución industrial y la tecnología se va a integrar como un tsunami dentro de la vida. Un entorno de fluidez en el que todo es energía debería llevarnos a asumir que todos estamos conectados a nivel de subconsciencia colectiva. Ahora mismo ya hay elementos para reinventar el sistema. Sí que es cierto que ahora se busca más productividad a partir de la idea de felicidad, pero si sigues haciendo esto en un sistema que lo que hace es presionarnos cada vez más para querer más, lo que estamos haciendo es potenciar una realidad que no nos hace más felices ni pone las condiciones para serlo.

Hay que trabajar en paralelo. Si tú empiezas a crear a nivel energético e intelectual lo que podría ser un nuevo sistema, en un momento determinado por temas de conciencia colectiva eso va a poder ir concretándose. Algunas ciudades, pueblos, escuelas, de repente crearán su propio ecosistema. Y en el momento en que tienes uno, dos, cuatro ejemplos, ahí empiezas a ver que las cosas son muy diferentes.

Salir del bucle actual nos va a llevar a tener más trabajo a nivel personal, por eso nuestro movimiento se centra mucho en dar más herramientas. Por eso el fomento de la meditación, el yoga, el deporte, la lectura, la reflexión, el movimiento, el uso de la tecnología. Para que podamos, a nivel micro, tener un impacto en los sistemas en los que ya estamos, pero en paralelo ir pensando en sistemas que, igual que ha pasado con la inteligencia artificial, eran un relato hasta que son reales. No hay ninguna prisa, es todo orgánico, lo importante es que las ideas lleguen de quien sabe pensar de verdad, gente que de mayor dedica la última parte de su vida a reflexionar y ayudar. Estos y los niños que ya llevan el nuevo pensamiento incorporado. Ahí están dos de las soluciones, con las que hay que hablar constantemente.

Para acabar: ¿y la tristeza qué?

La tristeza es clave. El sufrimiento sabemos que no es necesario. Es la parte que tenemos que trabajar, pero sí o sí va a haber dolor y tristeza y debemos incorporarla a nuestro lenguaje emocional.

Cuando uno es feliz puede estar triste a la vez. Pero no es solo eso: hay seis emociones fundamentales que si nos las tenemos presentes, nunca llegaremos a un estado de plenitud.

La primera es el miedo, y su opuesto que es el no miedo, no la valentía. Cuando la base de la vida es el miedo lo que tienes que saber es cómo gestionar el miedo. Y el siguiente paso es la tristeza. La gente que no se entristece no llega a un nivel de plenitud. Los momentos de tristeza son fundamentales para entender quiénes somos, no hay que ocultarla porque es clave en el desarrollo personal.

La tercera es la ira, el enfadarse, que es la base del cambio. Cuando la gente dice “esto ya no lo aguanto más” empieza el cambio. La ira tiene en su base la justicia.

Cuando entiendes estas tres llegas al orgullo porque has conseguido generar un cambio, un estado de satisfacción que te ayuda a llegar a otro estadio, que es el amor. La ultima es la alegría, la felicidad, la plenitud, en la que puedes ayudar a los demás.

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