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5 señales para saber si un restaurante será bueno o malo en España

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Si fuera del local cuelgan fotos grasientas de los platos como de revista porno usada en exceso por un adolescente... huye

Marc Casanovas

01 Febrero 2018 15:39

Tienes hambre, te cruzas con la puerta de un restaurante cualquiera y en menos de cinco segundos tomas una decisión que te impulsa a entrar o a pasar de largo para siempre. Ricard Martín, periodista gastronómico en Time Out y autor del libro Barcelona a peu de porc. Un recorrido por las casas de comida de la ciudad (Cossetània Ediciones, 2017), lo tiene bien claro y ha aceptado las reglas del juego: es posible acertar casi con un 100% de fiabilidad sin probar la comida.

Sólo hay que seguir unas normas básicas para que la progresiva desaparición de los buenos comedores deje de ser una realidad palpable en las grandes ciudades: “El principal peligro es que se muera su público. Hay que renovar las formas sin perder el fondo y el espíritu”, dice Ricard.

Los sitios de moda se imponen con una estrategia muy definida: “Cada vez comemos mas con los ojos. Un fricandó (plato tradicional de la cocina catalana que se hace a base de filetes finos de carne de ternera) no es nada fotogénico. Sin citar nombres, algunos cocineros me han dicho que elaboran los platos pensando en la fotogenia de los mismos. Un hecho que, si paras a pensarlo, es ridículo. La adopción de las tendencias anglosajonas es acrítica y automática”, dice.

Pese a las señales de alarma se pueden encontrar indicadores fiables para detectar si un restaurante español será bueno o malo sin probar la comida.

Estas son las 5 señales de un mal restaurante a simple vista.

1. Fotos de los platos colgadas en la entrada

Si fueran fotografías de buena calidad con los ingredientes bien presentados tendría un pase, pero no es la norma. La mayoría de veces son fotos amarillentas, descoloridas, borrosas y grasientas. Como de revista porno usada en exceso por un adolescente. Algunos incluso apuestan por mostrar paellas de plástico en la entrada para atraer turistas.

2. Un mal menú del día

Más allá del precio final observa detenidamente el menú en la puerta . Una casa de comidas o restaurante que sólo ofrezca fritanga, pasta con salsa o lechuga iceberg, malo. En general, la ausencia de productos de temporada (alcachofa, calabaza, boniato, etc..) y de recetas caseras o segundos ligeros a la plancha indican directamente que estamos en un figón aceitoso.

3. Pretenciosidad

Querer estirar más el brazo que la manga. No hay nada peor que la pretenciosidad. Un ejemplo muy claro, la oferta de platos ridículos, como el exceso de carpaccios, tartares y reducciones de Módena.

4. Patatas congeladas

Que a la primera de cambio te metan patatas fritas congeladas no es buena señal. Si un restaurante no es capaz de realizar la operación mas sencilla con la verdura, que es cortar una patata, imagínate lo que hacen con las verduras en juliana.

5. Malos postres

En un casa de comidas SIEMPRE tiene que haber la opción de fruta del tiempo; o al menos un yogur. Si la oferta se limita a natillas, pudin grasiento o helado de marca blanca, muerte instantánea.


Y al revés. Los 5 indicadores de un buen restaurante a simple vista.

1. Personas mayores

La profusión de personas locales es imprescindible en el comedor interior. Una característica exagerada por la gentrificación: si entras en un restaurante de un barrio muy turístico y te encuentras con toda la gente local que parece que hayan aspirado de las calles será buena señal.

2. Transversalidad de los clientes

En un bar de menú bueno verás a paletas, jueces, empresarios y periodistas compartiendo mesa codo con codo.

3. La estacionalidad del producto

El cambio frecuente de menú y de producto es un buen indicador. En otoño, alcachofa. En verano, ensalada de tomates o gazpacho por ejemplo.

4. Platos de cuchara y sofritos caseros

Un buen caldo sabroso o una lasaña no congelada son señales de amor.

5. Lo de antes

Hablando en plata: que puedas ponerte hasta el culo con patatas a lo pobre y pescadito frito. O quien lo prefiera, que pueda hacer un itinerario saludable con platos que no te vendan motos: como una buena coliflor. Y que tengan algún palto estrella que cuando se acaba, se acaba.

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