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Food
¿De verdad no se ha dado cuenta de lo irresponsable que resulta?
17 Mayo 2018 16:49
A Kim Kardashian le siguen en Instagram 111 millones de personas.
Dejando de lado al ejército de tíos que lo hacen porque “está muy buena”, el resto son mujeres que sueñan con ser ella.
Kim Kardashian vende una imagen, una vida, y un cuerpo que son inalcanzables para una persona normal. Por mucho que sigas su dieta o su rutina de ejercicio, por mucho que compres toda la basura dietética que ella y sus hermanas promocionan sin atisbo de vergüenza, nunca jamás tendrás el aspecto que ellas tienen. Porque para tener ese cuerpo, hay que gastarse mucho dinero en cirugía plástica, un dinero que ni tú ni yo tenemos.
Por eso es especialmente flagrante que Kylie Jenner, por ejemplo, niegue que ha pasado por quirófano mintiendo deliberadamente a las niñas que la admiran mientras en Instaragam vende “té detox” dándoles a entender que si lo toman su cuerpo se transformará como se ha transformado el suyo.
Eso es mentir. Es ganar dinero mintiendo. Y encima, promocionando productos que no funcionan: el concepto detox en sí es una mentira como un piano de cola (nuestro cuerpo ya filtra las impurezas por sí solo, y si no lo hace, corre al médico porque estás teniendo un fallo renal). Decir que un producto que no hace más que de diurético (es decir, te deshidrata haciéndote mear más) te ayuda a adelgazar debería ser directamente ilegal.
Pero en fin, vayamos al lío, porque dentro de la desfachatez que acostumbra a tener el clan Kardashian-Jenner a la hora de estafar a sus seguidores con productos de este tipo, Kim Kardashian acaba de sobrepasar todos los límites promocionando piruletas que ayudan a dejar de comer.
Kim Kardashian está promoviendo el consumo de supresores del apetito como si fuese algo sano, guay y normal.
Hay que tener, ya no pocos, sino ningún escrúpulo para, sabiendo que quienes te siguen son personas sobre las que tienes un poder (muchas de ellas niñas y adolescentes) tu mensaje al mundo sea que, cuando tengas hambre, lo que tienes que hacer es consumir algo que la haga desaparecer.
I actually can’t BELIEVE the nerve of Kim Kardashian promoting ‘appetite suppressant lollipops’. her audience is made up of mostly impressionable young people who already have so much pressure on them to look and be perfect, we all deserve so much better
— kellie 🌻 (@gnsfrhnds) 16 de mayo de 2018
No es inconsciencia, es falta de ética: obviamente Kim Kardashian sabe que estas personas le siguen y sabe la influencia que tiene sobre ellas, ¿si no por qué carajo iba a pagarle una empresa que vende productos de dieta a este target en particular?.
Kim Kardashian es su propia marca, tiene su propia audiencia, por eso la contratan, porque su cuerpo ya es una herramienta de marketing tan potente como para amasar millones. El “quiero ser como ella” que sienten millones de mujeres al scrollear en su Instagram tiene más fuerza que 1000 horas anuncios en hora punta en televisión.
Las críticas ante el bochornoso post llegaron al momento.
No. Fuck off. No. You terrible and toxic influence on young girls. I admire their mother’s branding capabilities, she is an exploitative but innovative genius, however this family makes me feel actual despair over what women are reduced to. ☹️ pic.twitter.com/zDPN1T8sBM
— Jameela Jamil (@jameelajamil) 16 de mayo de 2018
"No. Joder, no. No. Eres una influencia terrible y tóxica para las chicas jóvenes. Admiro las capacidades publicitarias de su madre, es una explotadora pero con una genialidad de la innovación, sin embargo esta familia me hace sentir desesperación real sobre a qué reducen a las mujeres".
Y aunque mensajes como este de la presentadora británica Jameela Jamil y la súbita desaparición del post dieron a entender que la celebrity había optado por borrar la publicación a raíz de la polémica, pronto se descubrió que había sido “un error” de Instagram. El post vuelve a estar visible en su perfil, y aunque los comentarios en contra se apilan junto a la foto, ella no parece reaccionar.
Appetite suppressant lollipops? And people wonder why I can’t stand Kim Kardashian? What an awful message to send to her huge amount of young followers who no doubt hang off her every word. This is not how you use your platform.
— Erin (@erincxa) 16 de mayo de 2018
"¿Piruletas supresoras del apetito? ¿Y la gente se pregunta por qué no soporto a Kim Kardashian? Que mensaje tan horrible para mandar a su inmensa cantidad de mujeres jóvenes que no dudan en confiar en su palabra. Esta no es la forma de usar tu plataforma".
Normalizar la idea de que lo correcto ante la sensación de hambre es suprimirla es en sí normalizar una relación malsana con la comida. Kim Kardashian y la marca que esponsoriza su post nos dicen que el hambre es algo que arreglar, que bloquear. Nos dicen que comer está mal, que es algo de lo que avergonzarse, que hay que prevenirlo si puedes.
La gente guay, cuando tiene hambre, se come una piruleta que quita el hambre, eso nos están diciendo.
Appetite suppressant lollipops? And people wonder why I can’t stand Kim Kardashian? What an awful message to send to her huge amount of young followers who no doubt hang off her every word. This is not how you use your platform.
— Erin (@erincxa) 16 de mayo de 2018
Y si esto ya es un mensaje tóxico para una mujer que mentalmente está “bien”, para otra que sufre o ha sufrido trastornos alimenticios es simplemente veneno. Como ex bulímica puedo decir que, aun estando completamente en contra de este tipo de productos, una parte de mí ha pensado, “Ey, a lo mejor funciona. A lo mejor deberías probarlo. A lo mejor deberías comer menos”.
Si todas estas ideas me han rondado la cabeza a mí que rozo la treintena y no tengo ninguna admiración por esta señora, no me puedo ni imaginar cómo le puede llegar a afectar a una chavalita de 15 años con problemas de anorexia y que la idolatra. Insisto: veneno.
kim kardashian is really almost 40 years old with all the money in the world and she's still out here advertising appetite suppressants to teenagers on instagram
— Katelin (@etherealbunny) 16 de mayo de 2018
"Kim Kardashian tiene casi 40 años con todo el dinero del mundo y todavía está ahí fuera anunciando supresores del apetito a adolescentes en Instagram".
Kim Kardashian, multi millionaire, promoting appetite suppressant lollipops to her millions of followers, of which will be children, teenagers and young adults and many facing eating disorders. Wtf is wrong with her.
— Diana Maria (@dianamaria_mua) 16 de mayo de 2018
"Kim Kardashian, multimillonaria, promoviendo piruletas supresoras del apetito a sus millones de seguidores, que son niñas, adolescentes y adultas jóvenes, muchas de ellas sufriendo trastornos alimenticios. Qué coño le pasa".
Pudiendo escoger entre promover una alimentación sana y accesible, Kim prefiere promocionar esta mierda.
Forget kale salads, Kim Kardashian thinks all you need is an appetite suppressant lollipop and you're good to go. "They’re literally unreal, " she says in her latest Instagram (sponsored, no less) post.
— Tom & Lorenzo (@tomandlorenzo) 16 de mayo de 2018
"Olvídate de la ensalada de kale, Kim Kardashian piensa que todo lo que necesitas es una piruleta supresora del apetito y ya estás lista para ir tirando. 'Es literalmente increíble', dice en su último post de Instagram (esponsorizado, cómo no)".
I think Kim Kardashian is so bloody irresponsible posting about appetite suppressant lolli Pops. 😱😱😱 Whats next Kim, gambling? Drugs? Yes I get influencers get paid for adverts, but surely it’s better to be ethical about what your paid to post about?
— Jessica Cunningham (@TheProdigalFox) 16 de mayo de 2018
"Creo que Kim Kardashian es tan jodidamente irresponsable posteando sobre piruletas supresoras del apetito. ¿Qué es lo siguiente, Kim, juego, drogas? Sí, ya pillo que a los influencers les pagan por hacer anuncios, ¿pero no es mejor ser ético con lo que te pagan para que postees?".
Lo único bueno de esto es que a un porcentaje pequeño de sus seguidores esta publicación les habrá servido para abrir los ojos: a Kim Kardashian se la sudan sus fans, le dan tan igual que se siente perfectamente cómoda jugando con sus inseguridades para venderles un producto que fomenta una mentalidad de hambre y ayuno propia de los trastornos alimenticios y que, muy probablemente, ni tan siquiera tiene los efectos que promete.
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