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La gran mentira de la 'clase media' en África y su relación con la obesidad

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Se ha pasado a considerar que la clase media eran todas aquellas personas que a diario gastaban 2 dólares al día: “Los africanos son ricos o pobres, pero no de clase media”

Rosa Molinero Trias

19 Junio 2018 17:11

Contra todo pronóstico, la obesidad y la diabetes están aumentando rápidamente en África. Algunos expertos se atreven a buscar la explicación en el supuesto crecimiento de la clase media pero, ¿existe realmente la clase media en África y qué significa formar parte de ella en un continente donde la desnutrición castiga a muchos de sus habitantes?

Parece ser que detrás de todo esto se encuentra un cambio drástico en el estilo de vida: más calorías y menos actividad física debido al éxodo rural y el abandono de trabajos en el campo. Así lo diagnosticaba la Comisión de Diabetes y Endocrinología de Lancet, que calificaba de “alarmante” el incremento de la diabetes en el África Subsahariana. “Estamos alarmados tanto por la magnitud del problema, la rapidez con la que la diabetes ha evolucionado, y cómo de mal los sistemas sanitarios están respondiendo”, afirmada Rifat Atun, uno de los directores del estudio.

8 países de los 20 con un aumento más rápido de la obesidad están en África.

Las cifras son impactantes: el 39% de egipcios padecen de obesidad; en Ghana ya son el 22%. Pero es que en Kenia, Benín, Nigeria, Rwanda, Costa de Marfil y Uganda se han duplicado los casos, mientras que se han triplicado en Zambia, Burkina Faso, Mali, Malawi y Tanzania. The New York Times sacaba a la luz unos porcentajes escalofriantes: "En Burkina Faso, la prevalencia de la obesidad en adultos en los últimos 36 años ha aumentado en un 1400%. En Ghana, Togo, Etiopía y Benín, más de 500%. 8 países de los 20 con un aumento más rápido de la obesidad están en África, según el Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington".

Cuesta hacerse a la idea de que esto esté sucediendo en los países africanos: ¿Cómo ha ido ganando terreno la obesidad en África, un país donde la desnutrición lleva décadas atenazando a la población? Precisamente, ese es el doble filo de la desnutrición: según la Organización Mundial de la Salud, las personas que han recibido una nutrición deficiente en su niñez son proclives al aumento de peso cuando tienen acceso a una gran cantidad de alimentos.

Las causas de esta epidemia son complejas. La International Food Policy Research Institute (IFPRI) apuntaba al aumento de compras en los supermercados, donde se encuentra una gran variedad de comida procesada. El estudio analizaba las opciones dietéticas de la población urbana de Kenia y encontró que aquellas personas que compraban en los supermercados habían aumentado su índice de masa corporal de forma significativa. The Guardian se atrevía a culpar directamente a las distribuidoras: “Los expertos advierten que los supermercados están creando una crisis de obesidad en los países africanos”, titulaban a finales del 2017.

Se ha pasado a considerar que la clase media eran todas aquellas personas que a diario gastaban 2 dólares al día.

Pero no solamente han crecido el número de supermercados y las compras que allí se realizan. También los locales de comida rápida se han multiplicado, tanto en el caso de Kenya como de forma general en todo el continente. Según señalan algunos expertos, esto es debido a una clase media creciente que tiene el poder adquisitivo para adquirir comida occidental, algo que se percibe como moderno y mejor que los alimentos tradicionales, asociados con la pobreza.

Sin embargo, el concepto de clase media todavía está por definir y los expertos destacan que no hay estudios que confirmen este aumento. A principios del siglo XX, las inversiones en África aumentaron y el continente vivió un relativo periodo de vacas gordas. Economistas como George Soros hablaban de África como “una de las pocas luces en el horizonte oscuro de la economía global”.

A caballo entre la voluntad profética y la estrategia de márketing, el Banco Africano de Desarrollo, llegó a declarar que en 2011 la clase media africana conformaba un tercio de su población, es decir, 300 millones. Un año más tarde, la cifra alcanzaba los 500 millones. ¿La razón? Se había pasado a considerar que la clase media eran todas aquellas personas que a diario gastaban 2 dólares al día. En palabras de Henning Melber, de la Universidad de Pretoria, ahora clase media, para estas instituciones, era todo aquel que no se moría de hambre. Además, se ignoraba también si las fuentes de ingresos provenían de trabajos informales o regulados, el estilo de vida de las personas, su etnia o religión y las normas culturales.

Nos hemos dado cuenta que la clase media aquí es muy pequeña y realmente no está creciendo.

Poco después, se supo que Nestlé retiraba las inversiones porque, en palabras de su director ejecutivo en África Ecuatorial, Cornel Krummenacher, “Pensamos que esto sería la nueva Asia, pero nos hemos dado cuenta que la clase media aquí es muy pequeña y realmente no está creciendo”. The Economist matizaba: “Los africanos, en su mayor parte, son ricos o pobres, pero no de clase media”.

No obstante, existe el peligro de la profecía autocumplida. Si la industria de los supermercados, de la comida procesada y del fast-food creía que había un mercado creciente interesado en sus productos, ¿podría haberlo creado mediante su desarrollo, su presencia en las calles, sus campañas publicitarias? ¿No estamos ante un caso similar al de México, donde a día de hoy hay millones de desnutridos y millones de obesos y diabéticos, en una población cuya economía lleva décadas estancada?

Sea como sea, la presencia de comida que se identifica con la modernidad y el avance es un peligro en potencia para la salud pública, especialmente si son altas en grasas, azúcares y sal. Si se genera un interés por este tipo de comida, y si lo hiciera esa llamada clase media, por muy incipiente que sea, las consecuencias serían muy dañinas: el actual déficit de 35 billones de dólares en importaciones alimentarias crecería y la producción agrícola se abandonaría todavía más.

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