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ArtículoCarta de una persona de género no conforme a los padres de los niños que se le quedan mirandoLife
Life
Carta de una persona de género no conforme a los padres de los niños que se le quedan mirando
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"No hay que mirar hacia otro lado, sino aprovechar la situación para educar a nuestro hijo en la normalización de otras expresiones de la identidad y el género".
Si eres una persona que se sale mínimamente del look occidental estándar — que abarca a nivel de ropa poco más que los básicos del Zara al H&M, el cabello con cortes clásicos y tonos del rubio oscuro al moreno, sin estridencias, y los accesorios reducidos a su mínima expresión — estarás más que acostumbrado a que la gente te mire por la calle, o incluso a que te hagan comentarios. No siempre de buen gusto.
Y si esto nos pasa simplemente por llevar un estilo que "solo peca" de salirse un poco de la moda mainstream del momento, imaginad el tipo de reacciones que debe encontrarse la gente que con su forma de vestir desafía también las convenciones de género.
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Así lo explica Jacob Tobia en un artículo en primera persona para BuzzFeed:
“Como persona de género no conforme, recibo mucha atención, tanto deseada como no deseada, cada vez que paseo en público. Puede ir desde las personas que se ríen de mí, me increpan o me hacen fotos sin mi permiso a personas que me paran en mitad de la calle exclamando ‘Dios mío, me encanta tu look’, o me preguntan ‘¿Dónde has comprado ese pintalabios?”.
Pero a la hora de concretar el perfil que más impresionado se queda al verlo por primera vez, Tobia no duda: los niños. “Los niños me ven en el metro luciendo mi barba y mi pintalabios y no saben cómo reaccionar. Confusos, maravillados o sorprendidos… los niños son de todo menos sutiles cuando algo capta su interés”.
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Por norma general, ante este desconcierto, los niños recurren a sus padres con un tirón de manga. Por eso Tobia ha querido dirigirse expresamente a ellos para explicarles cuál es la forma más apropiada de reaccionar. Spoiler: ignorar la situación no es una buena idea.
“La reacción más común es que vuestros hijos, al darse cuenta de mi expresión de género, se dirijan a vosotros y exclamen algo como, ‘¡Mama, ese chico lleva pintalabios!’, o ‘¡Mira, papá, mira lo que lleva puesto!’”, explica.
En ese momento es cuando los padres suelen comportarse con incomodidad, “Me miráis, hacemos contacto visual, os sentís levemente avergonzados de vosotros mismos y les decís a los niños que ‘No está bien hablar de desconocidos’”.
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Lo que puede parecer una respuesta de educación básica de primero de interacción social es más compleja que eso.
“Vuestros hijos, al ver vuestra reacción de bochorno ante la situación y tras ser rechazados se sienten avergonzados ellos mismos”. En tres minutos y medio de reloj, cuando a los críos se les pasa el drama, seguirán jugando como si nada. Y sin haber aprendido nada.
Tobia cree que tiene que tener “esta pequeña charla” con los padres para que sus hijos “tengan un mejor desarrollo emocional”. Y esto empieza “admitiendo que aunque esta interacción iba solo sobre enseñar a los niños a no hablar de desconocidos, había algo mucho más fundamental en juego: cuando vuestros hijos se giran hacia vosotros y os dicen ‘Mira, ese chico lleva pintalabios’ en realidad os están haciendo una pregunta.
Cuando los niños hacen comentarios de este tipo no están señalando una evidencia para sus padres, lo que están haciendo es hacer una consulta importante a su máximo referente vital: “Mamá/papá/unidad parental, ¿está bien que los chicos lleven pintalabios? ¿Es aceptable lo que está haciendo esa persona?”.
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Como explica Tobia, si la reacción ante la duda del niño es reaccionar con incomodidad y zanjando el tema con un “No está bien hablar de desconocidos”, estaremos no solo dejando su pregunta sin responder, sino sembrando la semilla para que nuestro hijo en un futuro reaccione con la misma incomodidad con la que lo hemos hecho nosotros, “inadvertidamente fomentando la cultura del estigma y la incomodidad que rodea a las personas que no se ajustan al género”.
Lo correcto no es mirar hacia otro lado, sino aprovechar la situación para educar a nuestro hijo en la normalización de otras expresiones de la identidad y el género:
“La próxima vez que vuestro hijo se gire y os diga, ‘¡Mira, ese chico lleva pintalabios!”, o ‘¡Mira, esa chica lleva pajarita!’, no zanjéis la conversación diciéndoles que no hablen sobre desconocidos. En su lugar, tratad de responder a la pregunta que os están haciendo, tratad de hablarles de la bonita diversidad de la expresión de género en nuestro mundo”.
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“Prometo que no será duro. Podríais decir, ‘Sí, Johnny, a veces los chicos llevan pintalabios y está perfectamente bien, puedes llevar pintalabios si quieres!’. O podríais decir, ¡Sí, Sarah, lleva una pajarita. Tanto chicos como chicas pueden llevar pajaritas, ¿querrías una?”. Y lo más importante, “No importa qué respuesta elijáis, pero por favor, no seáis raros al respecto”.
“Sentiros libres de hablarles a vuestros hijos sobre el bello arcoíris de género que es este mundo. Sentiros libres de decirles que pueden ser lo que sea que quieran ser y explicar su género en cualquiera de las formas que les haga felices”.