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Esta dominatrix financiera tiene a esclavos minando bitcoins para ella, y ya es millonaria

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Se hace llamar “manipulatrix”, y tiene su propia granja de cripto esclavos que trabajan para conseguirle bitcoins

Elena Rue Morgue

21 Diciembre 2017 11:39

Se hace llamar Theodora, alias “La Manipulatrix”, reside en París y se gana la vida sometiendo económicamente a hombres que se mueren por dejar que “su diosa” les controle la tarjeta y meta mano en su cuenta para proporcionarle el dinero y caprichos que ella desee.

Una dominatrix financiera juega el mismo rol que una dómina tradicional, es decir, domina consensuadamente a un cliente que busca ser sometido y humillado por placer. La diferencia es que, en este caso, no le hacen falta cadenas, fustas, ni correas. Para ejercer su rol de poder estas mujeres solo utilizan el poder de su palabra, y el acceso que el cliente les da su propio dinero.

De hecho, la mayoría de dominatrix financieras ni tan siquiera llegan a conocer a sus clientes. Todo tiene lugar a través de la red, así que por muy edgy que suene todo esto, no es de sorprender que una estrella de la dominación como es Theodora, ya esté construyendo su imperio a través de criptomonedas como el bitcoin.

Mientras millones de personas en el mundo se rasgan las vestiduras por no haber invertido en bitcoins a tiempo, otros deciden entregárselo “a cambio de nada” a Theodora para mostrarle su adoración.

“Es una forma de dominación psicológica donde el dinero es la herramienta de transferencia de poder”, explicó Theodora en una entrevista con Market Watch. “Es bastante común que hombres poderosos como políticos y CEOs de empresas busquen un alivio sexual sometiéndose a una mujer. Están en control todo el tiempo durante el día, y ceder el control de forma financiera es un instrumento de poder más tangible para ellos”.

Hace ocho años que Theodora empezó a trabajar como dominatrix, y cuatro que acepta criptomoneda como pago. Sus clientes, todos hombres entre los treinta y muchos y los cincuenta y pocos, suelen ser de origen británico o estadounidense.

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Algunos se limitan a pagarle tributos de hasta seis cifras, o regalos caros. Otros encuentran la satisfacción en convertirse en cajeros automáticos humanos dándole un acceso total sobre sus cuentas bancarias.

Theodora tiene entre veinte y veinticinco grandes clientes que suelen hacerle donaciones de hasta 100.000$ de una tacada, y con los que sí puede llegar a tener sesiones en persona, y otros 200 o 300 que le hacen aportes de menor cantidad. A la mayoría de los segundos, nunca llegará a verles la cara. Si quieren comunicarse con ella pueden hacerlo online o través del teléfono, por lo que ellas les cobrará 25$ al minuto por ignorarlos o 69$ por dirigirles la palabra.

Tal y como explicó en su entrevista, Theodora maneja siete u ocho criptomonedas diferentes, entre las que tiene sus preferidas, y ha aprendido a gestionar este patrimonio gracias a sus clientes, ya que muchos de ellos son grandes hombres de negocio que le han enseñado a hacerlo.

Theodora tiene también a su merced una pequeña “granja de cripto esclavos”, en la que a través de una app va minando muy poco a poco la criptomoneda que poseen sus clientes. “Tengo a muchos clientes cerebritos de la tecnología y les excita mucho cuando les explico como construir un mining rig para mí, para que puedan minarme bitcoins desde casa 24/7”.


Aunque a priori puede parecer que Theodora se está aprovechando de sus clientes, es importante recordar que todo lo que sucede está pactado y ella toma la responsabilidad de velar por la seguridad de los hombres que la contratan.

“Determino cuánto necesitan para vivir y cuánto puedo cogerles. Necesito poner un límite preciso. El objetivo de la dominación financiera no es quitarle todo a una persona y dejarla en la calle”, explicó. “Se trata de un fetiche controlado y consensuado. Implica presupuestar muy bien las cosas. Les tengo que preguntar cuánto pagan de hipoteca, cuánto salen por ahí, y si es demasiado, a lo mejor podemos recortar en esos gastos. A veces se dan cuenta de que están gastando dinero en cosas que no necesitan y me lo agradecen”.

[Vía Watch Market]

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