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El negocio perfecto: algunas empresas cobran el sueño por minutos

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Paga 7 euros si quieres tener acceso a 30 minutos limitados de sueño

claudio moreno

17 Agosto 2017 14:45

“Cuando alguien venía a mi oficina queriendo ser directivo yo le preguntaba: ¿Cómo has dormido esta noche? Si me contestaba que bien yo le decía: me alegro, porque es la última vez que vas a dormir así”.

La anécdota de Don Melton –exdirectivo de Apple– da una idea de lo poco relevante que es el sueño para los altos cargos de Silicon Valley. Su modelo, como el de los corredores de bolsa noctámbulos, señala que el éxito y la vigilia son estados indisociables; si queremos alcanzar el primero debemos, irremediablemente, pasar por el segundo.

Paradójicamente, seamos quienes seamos, brokers o artesanos, todos necesitamos dormir un mínimo de horas diarias para exprimir al máximo nuestras capacidades intelectuales, pues el cerebro aprovecha esas horas de sueño para reprocesar la información, reorganizar la memoria y limpiar el poso emocional que dejan las experiencias vitales.

Es una necesidad básica y nadie se llenaba los bolsillos con ella. Hasta ahora. En los últimos tiempos algunas empresas han encontrado en el sueño un filón inexplorado que a menudo llega disfrazado de extravagancia o, en los casos más sofisticados, de posmodernidad.

Quién no ha visto la típica noticia de trabajadores asiáticos, casi siempre chinos, echando una cabezada en una cabina modernista con el tamaño de un ataúd. El barniz exótico impide ver un trasfondo infinitamente alienante, pero, ¿y si lo tuviéramos a la vuelta de la esquina? La empresa Siestas&Go, ubicada en el corazón financiero de Madrid, ofrece siestas y las cobra por minutos. Media hora de sueño cuesta 7 euros. A 23 céntimos el minuto.

Solo es un ejemplo de reposo convertido en bien de consumo, pero hay más. Aplicaciones para dormir mejor, antifaces que curan el insomnio, colchones inteligentes reparadores del sueño, hasta máscaras que monitorizan las ondas cerebrales y estados REM.

Quizás funcionen mejor que la melatonina, y en ese sentido habría poco que reprochar, el problema es que todos estos inventos e iniciativas se venden como herramientas para rendir más y mejor, con lo que se cierra un círculo tan perfecto como perverso: el estilo de vida que nos roba el sueño crea mecanismos para cobrárnoslo después. Este sueño hay que pagarlo, por lo tanto necesitamos trabajar, ganar dinero, privarnos del sueño natural y, con ese dinero, costear otro artificial.

Es el negocio perfecto. Como cobrarnos por existir.

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