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¿Nuestra obsesión por las pollas grandes está perjudicando a los hombres?

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Según la cultura popular, más es mejor; el tamaño del pene de un hombre prefigura tanto su destreza sexual como su valía personal. Necesitamos diversidad de penes. Ya

eloise edgington

06 Septiembre 2018 12:19

¿Existe una correlación entre el tamaño del pene de un hombre y su nivel de autoestima? ¿Cómo afecta esto a su comportamiento? ¿Es menos probable que dé el primer paso a la hora de buscar pareja? ¿Usa condones? ¿Cómo afecta esto a su forma de ver su propio atractivo? Ya se ha establecido un vínculo entre la autoestima baja y los hombres que consideran que sus penes son pequeños. ¿Es posible que nuestro culto al tamaño haya creado las circunstancias propicias para establecer esta conexión entre los altos niveles de autoestima o confianza con estar bien dotado?

Hace miles de años, tener un pene pequeño era un look codiciado. En la antigua Grecia, un pene blando y pequeño era indicativo de un hombre lógico y racional, capaz de controlar sus impulsos. Por eso es tan típico ver penecitos de mármol expuestos en museos en todo el mundo. Pero en vez de ser contemplados con orgullo y admiración, como pasaba con los de los dioses y héroes griegos de antaño, las reacciones que provocan hoy son risas y burlas. Y en caso de volver a casa con una media naranja en potencia tras una primera cita, puede volverse un asunto menos divertido que llegue incluso a obstaculizar el placer.

“Hoy todo va de pollas”, dice mi compañero, sin rodeos. “Ser un macho alfa depende del tamaño de tu polla. [Como si determinara] tu fuerza. Es la parte más básica de la masculinidad patriarcal heteronormativa. Y acaba demostrando lo frágil que es la masculinidad, porque todo se basa en un pedazo de carne”.

Los penes grandes son puestos en un pedestal, mientras que los pequeños son descartados. “Tenemos muchos chistes sobre penes pequeños. Se considera perfectamente adecuado en sociedad hacer un comentario sobre penes pequeños”, dice la Dra. Alicia Walker, socióloga de la Universidad del Estado de Missouri, quien este verano generó titulares al publicar un estudio sobre cómo el tamaño del pene afecta a los hombres.

“Tenemos muchos chistes sobre penes pequeños. Se considera perfectamente adecuado en sociedad hacer un comentario sobre penes pequeños”.

La Dra. Walker llevó a cabo 30 entrevistas telefónicas en una semana y media y obtuvo una gran variedad de datos. “Las conclusiones preliminares mostraban que a los hombres que consideran que tienen penes pequeños les cuesta hacer cosas como usar condón, invitar a parejas en potencia a una cita… Hay hombres que no se hacen exámenes físicos porque no quieren que nadie excepto su pareja les vea desnudos. Algunos hombres están convencidos de que jamás serán amados de verdad por este motivo”, explica.

Sin embargo, tras las encuestas preliminares se vio obligada a abandonar su investigación y destruir los datos que había recogido. Debido a la atención mediática que generó su objeto de estudio, un gran número de hombres la contactaron para quejarse sobre lo que la Dra. Walker estaba haciendo. Su objetivo fue malinterpretado; muchos creían que trataba de perpetuar la creencia de que el tamaño del pene determina tu carácter, en vez de exponer el daño causado por las actitudes sociales en lo tocante al tamaño.

El culto al tamaño del pene está en todas partes: en los anuncios de ropa interior, en el spam que ofrece agrandamientos de pene, en el porno. Estos estándares poco realistas de lo que debería ser un cuerpo crean esta noción extendida de que los penes deben cumplir ciertos criterios. La diversidad de penes es prácticamente inexistente. “Desafortunadamente, el porno es tan prolífico que la gente asume que lo que ven en él es lo normal”, dice la Dra. Walker. “Muchos de estos hombres tienen tamaños por encima de la media, pero ellos se ven pequeños, y eso es lo que importa: cómo se ven a sí mismos”.

La representación del sexo en los medios convencionales pone mucho énfasis en que la penetración es esencial para alcanzar la satisfacción. Las mujeres que tienen orgasmos por penetración son, de hecho, una minoría, pero se insiste desde todos los frentes que ésta es la forma “correcta” de practicar sexo. “No creo que ningún tipo de sexo, ya sea anal, vaginal, oral, hetero, queer o lesbiano, tenga que girar entorno a un falo. Se pueden hacer tantas otras cosas”, dice mi compañero.

El porno es una plataforma descomunal que alimenta la nación de que más es mejor. Los actores porno están casi siempre bien dotados. La falta de diversidad en el porno mainstream ha sido ampliamente criticada por su representación problemática del sexo, la objetificación de la mujer, y el hecho de que contratan solo a mujeres que encajan en un “perfil” concreto. Y a pesar de existir un movimiento creciente de porno feminista que busca celebrar la diversidad, ¿cuánto nos queda por recorrer hasta alcanzar una representación paritaria de penes?

La veneración del tamaño y las humillaciones permean nuestro lenguaje. Para decir que alguien es valiente, hacemos referencia al tamaño de sus huevos.

Sylvan, una actriz y directora de porno que ha alternado entre las industrias mainstream y alternativa, dice que existe una percepción social según la cual para trabajar en el porno tienes que tener un pollote. Pero, contrariamente a la opinión popular, “te abrirá puertas, pero no es lo principal”. Y añade: “Hay personas que no tienen pollas grandes y que trabajan muy bien en el porno… en el porno alternativo, no solo se trata de mujeres dando placer a hombres, y no se centra en la penetración, así que no es tan importante. Te quita presión de encima. Si tienes un problema ahí abajo, cambian el ángulo de la cámara”.

La veneración del tamaño y las humillaciones permean nuestro lenguaje. Para decir que alguien es valiente, hacemos referencia al tamaño de sus huevos. Un hombre que se compra un coche caro será objeto de chistes diciendo que está “compensando por algo”. En 2018, se ha popularizado en internet el Big Dick Energy (BDE), y aunque el concepto no haga referencia explícita al tamaño del pene de uno, el nombre puede considerarse problemático. La Dra. Walker argumenta que el concepto de BDE, aunque se trate de un esfuerzo por rechazar la masculinidad tóxica, sigue alimentando la idea de que los genitales masculinos son indicativos de su estatus y valía social.

“Por cada persona que se enfadó y me envió correos insultantes, recibía entre 30 y 50 respuestas positivas que decían, ‘Lo que haces es muy importante, no se habla suficiente sobre esto’. Muchos hombres dijeron: ‘No tengo a nadie con quién hablar de este tema, no puedo hablar con mis amigos porque se reirían de mí’”.

Dar visibilidad a más tipos de cuerpos es sin duda esencial para cambiar no solo nuestra forma de pensar sobre el tamaño, sino también sobre todas nuestras diferencias. Sean éstas físicas o determinadas por parámetros sociales y culturales, las diferencias deberían ser normalizadas y, lo que es más importante, aceptadas. La investigación de la Dra. Walker podría haber iniciado un diálogo importante sobre la humillación de los cuerpos masculinos, pero murió de forma prematura. “Por cada persona que se enfadó y me envió correos insultantes, recibía entre 30 y 50 respuestas positivas que decían, ‘Lo que haces es muy importante, no se habla suficiente sobre esto’. Muchos hombres dijeron: ‘No tengo a nadie con quién hablar de este tema, no puedo hablar con mis amigos porque se reirían de mí’”.

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