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Artículo Unos trolls intentaron atacar a una escritora feminista, pero perdieron la guerra Lit

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Unos trolls intentaron atacar a una escritora feminista, pero perdieron la guerra

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El escenario de la contienda fue el muro de Facebook de una librería australiana

Alberto Del Castillo

27 Junio 2017 15:55

A tenor de los hechos ocurridos el día de ayer en Australia, ni siquiera parece lógico darle la razón a Juan Cruz en la premisa a través de la cual articula la defensa del artículo de Javier Marías: “Es saludable que se atreva uno a decir ‘no me gusta’, en el tiempo del ‘me gusta’, porque de ese modo se rompe el árbol de la complacencia”.

Los hechos ocurridos el día de ayer en Australia atañen a la librería Avid Reader. Ésta, ubicada en Brisbane y de carácter independiente, compartía un post que anunciaba que Clementine Ford, escritora feminista, había firmado un contrato para escribir su segunda novela, Boys Will be Boys. Un libro que definía la autora como un análisis de la masculinidad tóxica.

Entonces una avalancha de comentarios negativos se precipitó sobre la página de Avid Reader.

Unos hacían gala de su odio a través de mensajes como “Absolutamente basura”; otros decían que no volverían nunca a esa librería y ésta contestaba con un lacónico: “Adiós” y un sinfín de comentarios de esta cuerda, seguidos de una respuesta sarcástica de la community manager de la librería, figuraban en la página de Facebook de Avid Reader.



A la avalancha le acompañó una acción que, suponen los dueños de la librería, requería una organización previa: cientos de votaciones negativas en el apartado de reviews. El lobby del anti-feminismo haciendo su trabajo.

A modo de respuesta a este gesto de vamos-a-putear-a-una-librería-que-defiende-el-feminismo, la comunidad literaria de Australia, así como los fans de Clementine Ford, respondieron valorando positivamente a la librería. 4061 five stars contra las 307 one stars de los trolls.

El contraataque a la acción troll como si de una batalla entre el bien y el mal se tratara, como si se hubiera librado una guerra entre la tolerancia y la intolerancia de la cual hubiera se hubiera proclamado vencedor la primera.

Es un poco la idea de “Ir a por lana y volver esquilado”; intentar defender una idea retrógrada en base a una crítica pobre y encontrarte con que no es la opinión que casa con la de la mayor parte de la gente; tratar de criticar a una librería y a una escritora y, en este gesto, darle publicidad; hacer lo que mismo que Javier Marías con Gloria Fuertes.

Así que no, no es saludable un “no me gusta”, no lo es cuando éste no va acompañado de una argumentación o la que le acompaña es muy pobre. Y tampoco lo es cuando detrás de esta idea se esconde un discurso de odio.

(Vía: The Guardian)

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