Tras la renuncia a sus puestos de varios académicos, motivadas por las polémicas de acoso, malversación y filtraciones, el monarca quiere modificar la normativa, para que los cargos dejen de ser vitalicios
Lo llaman “lo del Nobel” o “la polémica del Nobel”, porque verdaderamente lo que esconde es complejo de explicar. Como si se tratara de una telenovela protagonizada por suecos en su edad madura y de clase alta, sus protagonistas llevan desde noviembre protagonizando una serie de rencillas y polémicas que poco a poco están saliendo a la luz y desestabilizando la supuesta armonía de una institución muy poderosa e influyente.
Si en noviembre de 2017 conocíamos la noticia de que Jean-Claude Arnault, director del Forum cultural asociado a la Academia, había sido acusado de acoso sexual por varias mujeres, y que la secretaria permanente —primera mujer en el cargo en la historia del galardón— Sara Danius había liderado una investigación para destapar no sólo el acoso sino también la corrupción y la filtración de contenidos secretos por parte de Arnault, a principios de 2018 las polémicas siguieron, hasta tal punto de crear una división en el consejo de elección del Nobel de Literatura, actualmente disuelto por la renuncia de varios miembros, incluida la propia Danius.
De toda esta telenovela, hemos sacado varias cosas en claro, como que la endogamia de la institución escondía grietas desde hacía décadas, o como que a pesar de haber desempeñado un puesto importante desde 2017, a Sara Danius muchos académicos no la querían allí. Algunos hasta han escrito contra ella en la prensa sueca, diciendo que su gestión ha sido pésima por no haber sabido llevar el caso de Arnault con discreción. Como decía Christina Anderson en The New York Times, de nuevo era una mujer cargando con las culpas y con la presión de los abusos de un hombre.
Pero además de todo esto, uno de los asuntos que desveló la polémica fueron las estrictas normas que fundamentan la institución del Nobel y la necesidad de rejuvenecerlas y cambiarlas. Cuando los académicos rechazaron su puesto, supuso un gran problema puesto que los cargos son vitalicios. Si había más de cuatro ausencias, el quorum era imposible y el proceso de selección quedaría bloqueado. Finalmente, esta semana el rey Carlos Gustavo a accedido a modificar las arcaicas normas para intentar poner fin a una telenovela, o quizá para demostrar que la injusticia y la corrupción no son ajenas a las élites intelectuales. En todo caso, viven de ellas.