Como concursante de Top Chef afirmó que “una chica no debería estar al mismo nivel que yo”. Ahora una antigua jefa ejecutiva lo ha denunciado junto a sus 4 socios
Un nuevo caso de acoso sexual en el sector de la restauración llega a juicio: el exconcursante de Top Chef versión Estados Unidos y dueño de 11 restaurantes abiertos con el apoyo de Lady Gaga y Michelle Obama, Mike Isabella, y cuatro de sus socios, Taha Ismail, Yohan Allender, George Pagonis y Nicholas Pagonis, han sido denunciados por Chloe Caras, ex jefa ejecutiva y responsable de la apertura de 3 de los restaurantes del chef, que afirma haber tenido que aguantar tocamientos, insultos y comentarios sobre su cuerpo de parte de todos ellos.
Chloe Caras/The Washington Post
“Por lo general, las mujeres no consiguen llegar a los puestos más altos de dirección en los establecimientos del Sr. Isabella y cuando la Srta. Caras lo consiguió, se convirtió en el objetivo de un abuso y una hostilidad basada en el sexo extraordinarias”, se lee en la denuncia a la que ha tenido acceso The Washington Post.
El chef y el resto de acusados han negado las acusaciones y han sostenido que su empresa no tolera ni la discriminación ni el acoso sexual.
Pero Caras cuenta una historia espantosa. Dice que se decidió a interponer denuncia la noche del 5 de diciembre. Estaba sentada con Isabella antes de la inauguración del restaurante Isabella Eatery en McLean, Vancouver, cuando un cocinero pidió si se les podía unir. “Si te acuestas con Chloe, puedes”, le contestó el chef.
George Pagonis, Mike Isabella y Nicholas Pagonis
“Le dije que parara, y de inmediato se enfadó. Traté de irme de allí y él me persiguió hasta la cocina, llamándome ‘zorra’”.
“Mientras Caras llegaba a la puerta para salir del restaurante, el Sr. Isabella la persiguió y la siguió llamando ‘zorra’ y de forma burleta le gritó “Te quiero, Chloe. Qué bien ha estado trabajar contigo”. Y luego la despidió.
Dos cocineros que trabajaron para Mike Isabella dijeron que fueron testigos la noche de los gritos y el despido. Dejaron la compañía poco después y han hecho estas declaraciones anónimamente por medio a represalias.
Las alegaciones de Chloe Caras se suman a las de la pastelera Sara Hancock, que también trabajó para Mike Isabella de julio de 2017 hasta febrero de 2018, y quien también sufrió los avances del chef, que llegó a besarla en la mejilla y luego le dijo que haría de ella una superstar. Asimismo, describió que el restaurante Isabella Eatery era un lugar de trabajo “degradante” para las mujeres.
Taha Ismail, socio acusado de Mike Isabella
Como suele ser en estos casos, si echamos la vista atrás en el historial de Mike Isabella ya había indicios de lo que, una vez amasada una fortuna y mucho poder, devendría en un acoso deliberado. Mientras concursaba en Top Chef, en 2009, afirmó que “una chica no debería estar al mismo nivel que yo”.
Mike Isabella como concursante de Top Chef
“El vapuleo a las mujeres, el sexismo, siempre estuvo allí. A veces intentaba seguirle el juego o ignorarlo. Pensaba que si seguía haciendo un buen trabajo, yo estaría bien”, contó Caras en una entrevista.
En la denuncia, Caras afirma que tenía contacto frecuente con Mike Isabella y sus socios y “estaba sujeta a comentarios sexistas, insultos y ridiculizaciones de forma rutinaria”. Por ejemplo, fue incluída a un chat de grupo donde se enviaron fotos de carácter sexual, como un hombre lamiendo las nalgas de otro hombre, y de un pene en un pavo desplumado. También tuvo que aguantar cómo en distintas ocasiones Mike Isabella y también Ismail se acercaron a ella por detrás, le agarraron el pelo y simularon tener sexo con ella.
Yohan Allender (derecha)
En julio de 2017, Caras ascendió al puesto de directora de operaciones y se le encargó la apertura de Isabella Eatery, un restaurante de 3.809 metros cuadrados, que llevó a cabo con éxito mientras sus jefes seguían enviándole mensajes explícitos y comentando su cuerpo. Hacia diciembre, Caras desarrolló ansiedad.
Dice que se contó a ella misma que todo aquello era normal en la industria de los restaurantes. Una forma de negación muy común entre las afectadas por acoso sexual o violencia de género.