PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Reportaje Sant Jordi no es de todos: el desalojo de los sintechos lo demuestra Lit

Reportaje

Sant Jordi no es de todos: el desalojo de los sintechos lo demuestra

20 Abril 2018 10:16

H

 

Un grupo de personas sin hogar tomó el corazón de Barcelona hace semanas para protestar por sus condiciones. El pasado miércoles, coincidiendo con la pronta llegada de Sant Jordi, la Guardia Urbana los desalojó y tanto las asociaciones de apoyo a las personas sin hogar como parte del sector editorial se han mostrado críticos con el gesto. ¿Las calles y las flores de Barcelona no son para todos?

El pasado febrero, un grupo de personas sin hogar acampó en la plaza de Catalunya de Barcelona para denunciar su situación. Tomaron el corazón de la ciudad para visibilizar la vulneración sistemática de sus derechos y exigir al ayuntamiento que asumiera la protección de los mismos.

La Acampada x drets lanzó un manifiesto con objetivos programáticos en el que exigía al consistorio la realización de medidas muy concretas, como la cesión de un edificio para que sirva de "hotel para sin techos"; la apertura de los albergues de emergencia que sólo se ofrecen durante las campañas de frío; el establecimiento de una directiva de trato amable y facilitador a todos los trabajadores municipales que se relacionen diariamente con personas sin hogar; la apertura de los servicios municipales de ducha disponibles en polideportivos, piscinas y gimnasios; o la subvención total de la tarjeta de transporte mensual (T-Mes), entre muchas otras reivindicaciones.

La protesta se había prologando durante meses sin incidentes de ningún tipo, pero la cercanía del día de Sant Jordi puso el reloj en marcha. Después de algunas advertencias, el pasado miércoles, a las 7:45 de la mañana, la Guardia Urbana desalojó la plaza. Tres horas después ya no quedaba rastro de la Acampada x drets. También retiraron una acampada paralela en favor de la República Catalana, aunque llegaron a un acuerdo con el ayuntamiento para mantener allí un punto de información durante la jornada del 23 de abril. Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde del ayuntamiento, ha justificado el desalojo afirmando que "tenía como objetivo evitar problemas de insalubridad y garantizar un uso razonable del espacio", pero que en ningún caso ha sido una intervención de orden público.

PlayGround ha contactado con el departamento de prensa del comisionado de cultura del ayuntamiento para ampliar esta información, pero no se han pronunciado.

"Si Sant Jordi es esto, renuncio"

Tras conocerse la noticia del desalojo, no sólo reaccionaron las asociaciones que diariamente trabajan en defensa de los ciudadanos sin hogar, sino que también lo hicieron actores importantes del sector del libro, en la medida que les resultaba incomprensible que se utilizara una fecha popular y cultural para poner fin a la protesta. Especialmente cuando la imagen de la campaña de Sant Jordi que ha lanzado el ayuntamiento, ilustrada por Luci Gutiérrez, tiene por objetivo "promover la idea de comunidad y pertenencia".

(Imagen de la campaña Sant Jordi 2018)

Laura Huerga, editora de Raig Verd, fue una de las primeras en denunciarlo en su Twitter personal: "glamour, fiesta, radios y teles a la calle, ¡rosas y libros! Pero que no se vean los pobres. Si Sant Jordi es esto, renuncio".

Preguntada por PlayGround al respecto, añade: "Sant Jordi siempre ha sido una fiesta, una fiesta popular, además, en la que la gente decide salir a la calle y regalar un libro y una rosa. La fiesta es y ha de ser de todos. Igual que el espacio público. Echar a las personas de este espacio pervierte la fiesta, la reivindica desde el mercantilismo y la imagen. De repente, deja de ser una fiesta para todos".

En los mismos términos se expresa Ferran Busquets, director y portavoz de la Fundació Arrels, dedicada a atender a las personas sin hogar y a sensibilizar y denunciar las situaciones de injusticia y exclusión social: "Cuando una persona está en la calle ve vulnerados muchos de sus derechos, desde la vivienda, a la salud, pasando por la seguridad y la intimidad. El único derecho que tenían estas personas era el de reivindicación, el único que estaban ejerciendo, y que ahora también se ha visto vulnerado. Estas personas eran visibles y, de golpe, se les ha escondido. Han limpiado la plaza y ya puede empezar Sant Jordi".

Busquets explica que estos desplazamientos son habituales. "No tenemos datos detallados del día de Sant Jordi, pero es una práctica normal. Es muy fuerte decirlo, pero la gente que duerme en la calle molesta". Aunque también lamenta que las autoridades municipales no hayan aprovechado la oportunidad que les concedía una fecha tan especial: "Dada la leyenda de este día, quizá podíamos esperar que el sinhogarismo fuera la princesa y que su Sant Jordi fuera la ciudad. Pero no: las personas que duermen en la calle han terminado convirtiéndose en el dragón".

Desde Homeless Enterpreneur, una asociación dedicada a empoderar a las personas sin hogar, han decidido tomar la iniciativa y el 22 por la tarde se concentrarán en Plaça Catalunya con el objetivo de pasar allí la noche. "Nunca pedimos permiso", nos cuenta Andrew Funk, su presidente, "la gente sin techo no pide permiso. Tenemos que ser coherentes con lo que hacemos. Dormiremos en la calle y durante la festividad trabajaremos para recaudar fondos para un libro".

La verdadera batalla de Sant Jordi: el espacio

El desalojo de las personas sin techo ha exacerbado las contradicciones de Sant Jordi, una fecha clave para la industria editorial, que siempre se ha vivido desde la tensión entre literatura y negocio, vocación y mercado. Es comprensible: la idea de mercantilización de la cultura se queda corta para expresar la avalancha consumista que se produce en apenas 12 horas. El año pasado, sin ir más lejos, se generó una facturación de de 22 millones de euros.

"Sant Jordi es al mundo editorial lo que el Black Friday a los productos tecnológicos". Así se expresan desde la editorial Descontrol, que también ha mostrado públicamente su rechazo al desalojo de las personas sin hogar. "En este contexto de de competición mercantil salvaje, un sitio como Plaza Catalunya es un espacio clave para la venta de libros. El mercado pasa por encima de cualquier otra cosa, y el desalojo representa exactamente esto: vaciar de personas y de vida el espacio público para cederlo al capitalismo, que lo llena de consumidores y mercancías".

En su opinión, muchos editores y libreros barceloneses entienden que "lo que significa Sant Jordi está todavía en disputa". Desde Descontrol organizan la Fira Descontrolada, que empieza el sábado 21, y en la que intentan desmarcarse del Sant Jordi oficial "de la compra compulsiva, de las rosas cultivadas en Latinoamérica por personas explotadas, de la masificación en las ramblas...". Frente a este modelo, proponen que "la gente se encuentre y se reapropie de la calle, que regalar un libro no esté necesariamente unido a tenerlo que comprar, que la cultura, y no el mercado, esté en el centro".

Un camino parecido es el que han tomado desde La Calders, que para ser coherentes con su discurso han buscado un lugar diferente en el que poder atraer a su público habitual. "Permanecer al margen de la multitud que se agrupa en el centro de Barcelona nos ayuda a organizar actos que nos permiten servir de altavoz de lo que pasa en la ciudad", cuenta Isabel Sucunza, coorganizadora de este Off Sant Jordi. Sin embargo, Sucunza no quiere realizar una enmienda a la totalidad: "Las grandes empresas también crean tejido literario. La cultura no existe al margen de la sociedad". Ella entiende la actividad del Off Sant Jordi como una forma de militancia social que tiene que posicionarse frente a situaciones preocupantes como la ocurrida en Plaza Catalunya: "hace unos años, en una entrevista, hice la broma de que Sant Jordi es el día en el que los libreros montamos el top manta, pero mientras lo decía, pensé: soy gilipollas. El nuestro es un top manta de alfombra roja; barren las calles antes de que lleguemos, nos dan todos los permisos sin problema y hasta nos anuncian y celebran desde el Ayuntamiento".

Este año, para poder poner las alfombras han tenido que desalojar a las personas sin techo y retirar sus tiendas de campaña. "Lo correcto sería que Sant Jordi conviviera con lo que pasa en la calle el resto del año; no sólo físicamente, sino también a nivel de discurso", concluye la librera. "Vendemos libros, los mismos libros que explican, reflejan, analizan y cuestionan aquello que pasa en el mundo".

share