PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo Desirée Bela-Lobedde: “Nos grabaron los estándares de belleza blancos a latigazos” Lit

Lit

Desirée Bela-Lobedde: “Nos grabaron los estándares de belleza blancos a latigazos”

H

Imagen: Arte PG
 

Hablamos con la autora de ‘Ser Mujer Negra en España’ sobre racismo, apropiación cultural y apartheid estético

víctor parkas

27 Septiembre 2018 14:22

“Mami, que será lo que quiere Georgie Dann”. La pregunta, revisión combat-pop de la canción El Africano, es una de las muchas que Desirée Bela-Lobedde nos obliga a hacernos desde las páginas de Ser Mujer Negra en España. El ensayo confesional de esta activista afrodescendiente y residente en Barcelona llegó a las librerías la pasada semana, y lo hizo con una recepción entusiasta: en tan solo cuatro días, la segunda edición de Ser Mujer Negra en España ya estaba en marcha.

A medio camino entre las memorias y el panfleto de agitación, su libro hace un recorrido que va del colegio al instituto, del instituto al Jamboree, del Jamboree a la maternidad primeriza. Los hallazgos del libro, claro, tienen que ver con la perspectiva que traza ese recorrido: Bela-Lobedde problematiza lo que para lectoras y lectores blancos fueron lugares comunes inocuos, ofreciendo a la vez un retrato en el que las españolas afrodescendientes puedan verse reconocidas.

Hablamos con ella, a continuación, sobre racismo, apropiación cultural y apartheid estético.

Foto: Gisela Soroka

Ser Mujer Negra en España recoge el instante fundacional en el que, siendo niña, te llaman negra por primera vez, así como el desconcierto posterior. ¿Crees que las generaciones que vienen se han quitado de encima ese racismo, digamos, desacomplejado y sin cortar?

Tengo dudas sobre si las generaciones venideras se han quitado de encima ese racismo tan frontal. En un primer momento, podría parecer que sí, porque evidentemente ahora es más fácil encontrar personas diversas, y no solo en cuanto a diversidad de origen. Pero siempre, cuando la cosa se tuerce y hay conflictos, se apela a la diferencia para atacar.

Parece que hay solo una manera de ser negra. Se asemeja mucho a la forma de ser negro que los blancos mostrasteis con la webserie Quiero Ser Negro. Yo suelo decir que la gente que tiene esa concepción de lo que es la negritud está, desafortunadamente, intoxicada por las pelis de Spike Lee y John Singleton.

El libro también incluye escenas de microracismo, como cuando un grupo de b-boys intentan enrolarte en su crew porque presuponen que, por ser negra, tiene que gustarte la cultura hip hop. ¿Crees que, desde la perspectiva caucásica, tiende a verse la cultura negra como un todo homogéneo?

Sí: parece que hay solo una manera de ser negra. Se asemeja mucho a la forma de ser negro que los blancos mostrasteis con la webserie Quiero Ser Negro. Yo suelo decir que la gente que tiene esa concepción de lo que es la negritud está, desafortunadamente, intoxicada por las pelis de Spike Lee y John Singleton.

Con respecto a la cultura hip hop, ¿crees que los grupos españoles que adoptan la estética y la música de los raperos afroamericanos cometen apropiación cultural? ¿Crees que es un debate que todavía tenemos pendiente en España?

Ya hablé sobre la apropiación cultural en un vídeo. Me aburre mucho hablar sobre la apropiación cultural, y personalmente me quedé en el hip hop de finales de los 90, principios de los 2000. Yo creo que no hay tanto que hablar sobre la apropiación cultural; ya se ha dicho bastante. Igual, lo que hay que hacer es aceptar cuando se os señala que os estáis apropiando culturalmente de algo. De que eso no es intercambio cultural. De que con ese proceso se desprovee de su significado originario, se pervierte, se reduce y se ridiculiza una tradición cultural ajena. Mira, no quería hablar, y ya he hablado.

También cifras las salidas de tono que has tenido que soportar durante el cortejo. ¿Crees que el auge del feminismo está recalibrando ciertos comentarios y actitudes que, con la noche y el alcohol como coartada, veníamos normalizando de un tiempo a esta parte?

Sinceramente, el feminismo lo tiene muy complicado para recalibrar esas conductas. Si, no mediando alcohol, a los tíos ya les cuesta entender y aceptar que a las mujeres nos chupa un pie su opinión sobre nuestros cuerpos —opinión que, evidentemente, no les hemos pedido—, de noche y envalentonados por el alcohol y los amigotes, la cosa pinta todavía peor. Por lo que respecta a los comentarios de los que hablas, lo que realmente está súper extendido es la exotización. Además, es un concepto que no solo les cuesta comprender a los hombres blancos: a las mujeres blancas tampoco les queda claro. No entienden que ser considerada exótica, para mí, no es un halago en absoluto. Contrarrestar ciertas cosas sin la complicidad de parte de unas mujeres que, porque no viven ciertas situaciones, no hacen el esfuerzo de entenderlas, es todavía más difícil.

Lo que realmente está súper extendido es la exotización. Además, es un concepto que no solo les cuesta comprender a los hombres blancos: a las mujeres blancas tampoco les queda claro. No entienden que ser considerada exótica, para mí, no es un halago en absoluto.

Me gusta la relectura que haces de tus amigas defendiéndote en el patio de colegio como un momento de sororidad. ¿Hasta qué punto el feminismo te ha sido una herramienta útil para combatir conflictos que tienen que ver con lo racial?

No era exactamente en el patio del colegio. El colegio era casa: era entorno conocido y seguro. Eran las salidas culturales, en las que coincidíamos con otros grupos escolares en los que no había ninguna niña o niño no blancxs, las que planteaban el peligro para mí. Y ahí, si se daba la agresión verbal, mis amigas respondían. Dicho esto, creo que el feminismo es la herramienta que tenemos las mujeres para combatirlo todo. Y todo es todo: cualquier cosa. Si nos unimos y luchamos juntas, somos más fuertes. Ya: suena mucho a eslogan, pero es que lo veo así. El feminismo será una herramienta útil para combatir conflictos que tocan en lo racial cuando las feministas blancas, que son mayoría, entiendan que no es necesario sentirse identificadas plenamente con otras mujeres para sumarse a sus luchas; a las luchas que tocan a Las Otras. Si las feministas blancas, por el contrario, siguen diciendo que discriminadas lo estamos todas, obviando particularidades como pueden ser la racialización, las migraciones, la diversidad sexual, la de género y otras tantas más allá de la clase, mal vamos.

¿Crees que el feminismo en España es mayoritariamente interseccional? ¿Piensas, por el contrario, que todavía hay demasiado feminismo blanco en cuota?

Todavía hay demasiado feminismo blanco en cuota, sí. Todavía son las feministas blancas las que copan casi todos los espacios, los académicos y formales, los informales… Todo. Parece que hay como una buena intención a la hora contar con otras voces, pero muchas veces siento que no se materializa; que se nos incluye poco y mal y para no perder El Pin de la Interseccionalidad. A veces, siento que se incluyen otras voces solo para que no se pueda decir que no las incluyeron, no porque de verdad se quisieran incluir. Me pongo el chubasquero ya, para aguantar el chaparrón de #NotAllWhiteFeminists que me va a caer.

¿Hasta qué punto crees que las situaciones que cuentas en tu libro son homologables a mujeres racializadas que no sean negras? ¿Crees que el racismo en España se acucia más dependiendo, precisamente, de la raza contra el que se acomete?

Creo que muchas de las situaciones son muy similares a otras mujeres racializadas que no sean negras. Cambian los estereotipos dependiendo de si eres latina, asiática, musulmana o gitana, pero en el fondo reside el mismo racismo. De una forma u otra, el racismo nos atraviesa la vida a todas las personas racializadas. También considero que la virulencia que experimentan algunos colectivos es brutal, pero no me atrevería a establecer grados, rankings ni nada parecido, porque no se trata de eso.

También te haces eco del término fragilidad blanca para definir las reacciones pasivo-agresivas de aquellas personas a las que se les señala sus actitudes racistas. ¿Por qué crees que sigue habiendo tanta gente defendiendo su derecho a expresarse de forma racista porque, bueno, “en-realidad-no-lo-soy”?

Estamos en un momento en el que la libertad de expresión y la manifestación de opiniones políticamente incorrectas están a la orden del día. La gente que defiende las expresiones racistas y no acepta correcciones enarbolando el “yo no soy racista y además tengo un amigo negro al que no le molesta que diga esto”, son personas con las que he decidido no tener conversaciones. Es gente que se escuda en el “eso se ha dicho/hecho siempre así”. Se quedan anclados en eso: en que antes se podía decir y en que no pasaba nada. Ya, pero es que antes podías ser propietario de otras personas y no pasaba nada y ahora sí, ¡yo qué sé! Que te señalen una conducta racista y que te niegues en redondo a la autocrítica, a escuchar a la otra parte e intentar comprender por qué le molesta lo que dices, demuestra una inflexibilidad que me da mucho miedo.

Sobreponerse a esas prácticas estéticas tan violentas para los cuerpos no blancos, dejando de blanquearnos la piel, dejando de alisarnos el cabello, es descolonizarnos los cuerpos.

Dedicas muchas páginas de Ser Mujer Negra en España al pelo afro. ¿Hasta qué punto el cabello es un campo de batalla para la comunidad afrodescendiente?

Llevar el pelo afro natural también es resistencia. No solo se colonizaron territorios: se colonizaron mentes, negando e infravalorando otras Historias, otros conocimientos y otros saberes; pero también se colonizaron cuerpos, estableciendo estándares de belleza blancos occidentales que teníamos que cumplir para ser aceptadas. Y nos lo creímos, porque nos los grabaron a latigazos. Sobreponerse a esas prácticas estéticas tan violentas para los cuerpos no blancos, dejando de blanquearnos la piel, dejando de alisarnos el cabello, es descolonizarnos los cuerpos, ensalzar nuestra estética y nuestra imagen. En el caso de las personas negras, todo ese proceso tiene que ver mucho con la identidad y con hacer valer otras bellezas.

Tanto en estos pasajes como en otros sacas a colación el nombre de Solange Knowles y su imprescindible A Seat at the Table. ¿Qué lectura haces de que el pop mainstream actual esté dominado por figuras como Knowles, Beyoncé o Kanye West?

Hago una doble lectura la mayoría del tiempo. A veces creo que grandes artistas muy influyentes, como Bey o Kanye, detectan el auge de una tendencia dentro de la comunidad y, para no perder seguidores —y, finalmente, dinero—, aprovechan el tirón. A tope con el capitalismo. A Solange la veo en otra onda desde hace mucho tiempo. Pero bueno, no sé: son solo mis percepciones. Cuando dejo eso de lado, sin embargo, también pienso: mira, si con lo influyentes que son estas personas pueden ir “inoculando” discursos alternativos a través de las letras de sus canciones, pues oye, bienvenidos sean.

share