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La inquietante producción pornográfica del procés

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Año 2134 en la República de Catalunya: Joan descubre una caja llena de archivos de su tataraabuelo, que en la década de 2020 participó en el proceso independentista. Pero lo que encuentra no son recortes de periódicos, ni esteladas apolilladas. Lo que encuentra son escenas de pornografía antigua: puro sexo del procés [FICCIÓN]

Diego Álvarez Miguel

19 Octubre 2017 13:07

En el año 2134, Internet era un caos. Resultaba imposible diferenciar los datos reales de los falsos, los buscadores están desbordados, la publicidad supera en información a las enciclopedias y no hay orden ni fuente fiable a la que recurrir.

Por eso, el trabajo final de Joan consistió en buscar información, no en Internet sino en medios físicos, sobre un hecho histórico y construir con esa información un relato creíble.

Por facilidad y cercanía, Joan escogió el tema del llamado ‘procés’. Su tatarabuelo estuvo allí, cien años atrás, luchando por lo que hoy es la República de Catalunya.

Le contaron desde pequeño participó activamente en el movimiento independentista.

Un fin de semana, Joan visitó la casa de sus abuelos, cerca de la frontera con España, para documentarse, tuvo que buscar entre el montón de cajas que se habían guardado en su familia durante generaciones.

Tardó seis horas en dar con los documentos que databan de la fecha de la independencia. Parecía que se habían conservado bien desde los años 20, pero había un problema: además de los papeles y fotos que encontró, las memorias digitales no encajaban en ninguna de las entradas de su dispositivo móvil.

No fue difícil descubrir que se trataban de memorias USB, que aunque llevaban décadas desparecidas, podían conectarse con un adaptador que compró en Internet y que tardó en llegarle a casa treinta y dos minutos exactos en un dron que venía directo desde un almacén de Nueva Barcelona.

Joan hizo ese esfuerzo porque pensó que el contenido allí almacenado sería importante. En cuanto tuvo el adaptador en su poder, lo conectó a su dispositivo, y se puso a reproducir los archivos que contenía. Fotos, fotos, más fotos, algunos audios entrecortados y, de repente, en una carpeta sin nombre, varios archivos que parecían ser de vídeo y que llamaron rápidamente su atención:

"Dos catanales y una eslefada",

"Puigdemonte de venus",

"Todo por la indepenedencia",

"La repolución nocturna del héroe catalán".

¿Qué quería decir todo aquello? ¿Qué mensaje escondía? Por inercia, Joan le dio clic al último vídeo. Uno titulado: "Ano Mariano”:

—He recibido tu carta y creo que debemossshhh hablar —se escuchó entonces por los altavoces.

En la pantalla aparecieron de repente dos individuos, uno de ellos con el pelo negro, bastante frondoso, con una especie de flequillo abierto en V invertida.

A su lado, sin pantalones y en una camilla, un hombre con barba que arrastraba las eses por encima de las haches, pelo más canosos, traje gris y también con gafas.

El primero hablaba en un idioma que el segundo parecía no entender en absoluto.

El segundo hablaba en un idioma que el primero tampoco entendía.

En seguida empezaron a tener sexo.

Joan se estremeció al ver que los gemidos en catalán antiguo sonaban diferentes a los gemidos en castellano antiguo.

Y después de muchos manoseos y posturas, los dos hombres acabaron al mismo tiempo sobre la bandera de su país.

...la respiración acelerada, las pieles empapadas, las piernas todavía abiertas sobre los tonos rojos y amarillos…

Joan tembló, aunque no sabía si de excitación o de miedo: ¿cómo iba a contarle aquel descubrimiento a su profesor?

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