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Macron, el archienemigo de los escritores franceses

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Imagen: Arte PG
 

El mundo del libro francés está en pie de guerra contra el Presidente. La nueva reforma de la seguridad social dejará a los autores en una posición de vulnerabilidad extrema. Por ello, escritores, dibujantes y artistas se están organizando para plantar cara

Eudald Espluga

21 Junio 2018 13:32

Con la llegada de Emmanuel Macron al Elíseo se habló mucho de literatura. Por la composición de su gabinete o por el pasado del propio Presidente en la universidad — donde trabajó con filósofos como Paul Ricoeur o Etienne Balibar— la cultura libresca había figurado siempre como un punto fuerte del nuevo gobierno. La elección de François Nyssen como ministra de cultura fue celebrada en todas partes: ¡por fin una ministra de cultura que iba a trabajar por la cultura! Pero el tono del debate ha cambiado mucho en los últimos meses: las reformas de Macron amenazan con "matar al autor", y esta vez no es una excentricidad posmoderna, sino una política de Estado.

El malestar del sector editorial empezó a tomar forma hace ya unos meses alrededor del hashtag #PayeTonAuteur, cuando muchos escritores se quejaron del modelo económico y fiscal de la industria, especialmente de la falta de retribución por su trabajo. El Salon du Livre de París fue el detonante. La organización de la feria había decidido no pagar las intervenciones de los artistas en conferencias o mesas redondas, por considerar que formaba parte de la promoción de sus libros.

Era la punta de lanza de una cuestión mucho más amplia. En Francia, los escritores cuentan con un estatuto especial y no se rigen por el mismo régimen laboral que la industria del espectáculo. Los autores (escritores, dibujantes, traductores, diseñadores) se encuentran especialmente desprotegidos: el 90% de los autores no llega al SMIC (el salario mínimo interprofesional). El Salon du Livre —como gran expositor mundial del éxito del modelo cultural francés— dejó al descubierto todas sus vergüenzas: los escritores tienen cada vez más dificultades para vivir de su trabajo.

(Manifiesto Auteurs en colère)

El problema, sin embargo, es que las reformas de la seguridad social que está implementando el gobierno de Macron amenazan con destruir el precario equilibro en el que se sostenían los autores. A la desigualdad existente —como el resto de autónomos, los autores no tienen prestación por desempleo o accidente, ni tampoco vacaciones pagadas—, se le suma lo siguiente:

- Un aumento de los impuestos (en especial de la CSG), que si bien puede verse como una medida de carácter social, para los autores supondrá una perdida de poder adquisitivo importante, puesto que reduce gravemente sus ingresos por derechos de autor, sin obtener contraprestaciones de ningún tipo;

- Una modificación del régimen social de los autores, que en su relación a los organismos estatales que se encargan de recaudar las contribuciones, como son la AGESSA y la MDA, a partir de ahora no distinguirá entre los ingresos mayores o menores, ni tendrá en cuenta la irregularidad de sus ingresos, como sí hacía hasta ahora.

- Una reforma sobre el impuesto de renta, que deja a los autores en un estatus híbrido: sus ingresos son considerados "beneficios no comerciales".

- La perpetuación de la circular de 2011 sobre los ingresos artísticos, un documento polémico que tipifica el tipo de actividades profesionales por las que los autores pueden cobrar.

- Una reforma de la formación profesional continua, que ignora la especificidad profesional de los autores (irregularidad horaria, cotización a través de los derechos de autor).

A través del hashtag #AutorsEnColere se ha organizado una gran manifestación para protestar contra estas nuevas medidas, que se celebrará hoy en París. Además, se ha lanzado una petición que exige diálogo con el Gobierno para detener estas reformas sociales y fiscales, que ya acumula casi 30.000 firmas. Todas las voces coinciden: sin autores, no hay libros. Pero la reforma tendrá esta consecuencia: matar laboralmente a los autores, dejar a Francia sin escritores.

Todos contra Macron

Aunque las reformas afectarán especialmente a los más vulnerables, el sector del libro se ha movilizado en bloque, hasta el punto que más de cuarenta importantes escritores de best-sellers se han unido para mandar a Le Parisien una carta abierta. En ella, pedían al representante de "la Francia de Montaigne y la República de Zola, que no arroje a la precariedad y al silencio a todos aquellos que hacen la literatura de este país".

"Cuando Guillaume Musso, Tatiana Rosnay, Marc Levy, Pénélope Bagieu, Bernard Werber o Aurélie Valogne firman una tribuna conjunta, podemos considerar que la situación es grave", explicaba irónicamente Nicolas Gary en ActuaLitte. Porque si ver a los superventas haciendo frente común ya es extraño, mucho más lo es verlos juntos en solidaridad con los más vulnerables. Emmanuel Macron ha conseguido poner de acuerdo a autores tan diferentes como Edouard Louis y Marc Levy.

El mismo Macron, que había llegado a ser visto por Emmanuel Carrère como un Jupiter impresionante y seductor, ahora se erige como una suerte de ángel caído: un supervillano que amenaza con destruir el ecosistema de la literatura francesa. De hecho, en una entrevista para La Nouvelle Revue, él mismo se definía como un personaje de novela: "no soy más que la emanación del gusto del pueblo francés por lo novelesco. [...] los franceses son infelices cuando la política se reduce a una técnica, cuando se convierte en politiquería. Les gusta que haya una historia. ¡Yo soy la prueba viviente!”.

Lo que no esperaba, quizá, era verse convertido en el peligroso archienemigo que consigue unir a todos los escritores al estilo de Los Vengadores.

Un villano y la precariedad de siempre

Sin embargo, Macron no va a echarse atrás. En la misma entrevista en la que citaba a grandes autores, y hablaba de la Literatura en mayúscula, revelaba cierto desprecio para con los autores vivos: "la literatura actual tiene poco interés en nuestra realidad. Hay una especie de desilusión".

La afirmación era sorprendente, no sólo por ser falsa —en BibliObs proponían una lista de escritores más que comprometidos, de Virginie Despentes a Lola Lafont—, sino porque el nombre del propio Macron figuraba explícitamente en el libro de Edouard Louis, Quién ha matado a mi padre: un panfleto virulento que entona el "yo acuso" contra la clase política, donde se cita a los dirigentes con nombre y apellido.

Aunque en Quién ha matado a mi padre se pueden leer cosas como "Emmanuel Macron te quita los alimentos de la boca", ha resultado ser un éxito en el Palacio del Elíseo. El libro pasa de mano en mano y los consejeros se lo recomiendan. Por si fuera poco, aseguran que el libro es "muy macroniano en su diagnóstico". Este cachondeo con la novela es la forma que ha encontrado el equipo de comunicación del Presidente francés para fagocitar la crítica de Edouard Louis, uno de los autores comprometidos con la lucha de #AutorsEnColere, quien ha respondido con virulencia: "absténgase de intentar utilizarme para enmascarar la violencia que usted encarna y ejerce. Escribo para avergonzarle. Escribo para dar armas a quienes le combaten".

A Macron le conviene convertirse en ese malvado personaje literario mientras todo quede como un juego libresco. El modelo literario de su país ha sido hasta hoy la envidia de todo el mundo. Y Macron prometía llevar este modelo a la excelencia. Pero la crisis abierta hoy nos desvela otra realidad: el desmembramiento salvaje de una industria que, a pesar de su enorme prestigio, resistía precariamente.

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