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Artículo Pidió que disecaran su cabeza, y ahora algunas personas piensan en resucitarlo Lit

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Pidió que disecaran su cabeza, y ahora algunas personas piensan en resucitarlo

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Imagen: Arte PG
 

El filósofo inglés pidió que disecaran su cabeza y su esqueleto, que todavía hoy está expuesto en el University College of London. Pero la cosa no quedó ahí: también hizo forjar 26 anillos de luto con su retrato y un mechón de pelo en el interior, que fueron enviados a amigos y familiares. Veinte de ellos están hoy en paradero desconocido

Eudald Espluga

17 Septiembre 2018 15:04

Jeremy Bentham fue uno de los filósofos más importantes del s. XVIII, pero también uno de los más inquietantes. Si hojeamos cualquier manual de filosofía, o su perfil en la Wikipedia, descubriremos enseguida que fue el padre del utilitarismo: desarrolló una teoría moral basada en la idea de lograr la mayor felicidad para el mayor número de personas.

Pero esas mismas ideas, que ponían en el centro el bienestar de la mayoría, no respetaban la dignidad de los individuos, ni tampoco la de las minorías, que podían ser sacrificadas —literal o figuradamente, pues Bentham fue contemporáneo de la Revolución francesa— en aras del bien común. No sorprende, entonces, que dedicara parte de sus reflexiones a la ingeniería carcelaria: fue el inventor del panóptico, una prisión circular que permitía que todos los presos se sintieran constantemente vigilados por un único carcelero.

Este sistema de control social, basado en el miedo y el autocontrol, no fue la herencia más turbadora del filósofo inglés. Su testamento resultó ser una sofisticada broma macabra, que rubricaba el utilitarismo hasta las últimas consecuencias: donó su cuerpo a la ciencia, para el provecho de las generaciones venideras, junto con unas instrucciones bien detalladas sobre cómo quería que lo disecaran.

(El Auto-Icon de Jeremy Bentham)

Bentham pidió que le removieran las vísceras, la carne y la piel; pidió que le trataran el esqueleto para que pudiera conservarse adecuadamente; pidió que disecaran su cabeza según técnicas maoríes; pidió que lo visitieran con la ropa (guantes, sombrero y bastón incluidos) que había escogido para la ocasión; pidió que la rellenaran la ropa con paja, colocando el cadáver en una posición determinada; pidió que la momia llevara sus gafas graduadas; pidió que sus restos se expusieran en el University College de Londres, en una suerte de confesionario de madera que él mismo llamó "Auto-Icon".

(La verdadera cabeza de Jeremy Bentham)

Sus restos están expuestos desde 1850, aunque las autoridades del UCL se vieron obligadas a sustituir su cabeza por una reproducción de cera "más humana": el proceso de momificación había avanzado tanto que el rostro del filósofo resultaba demasiado aterrador. Guardaron la cabeza en una caja, que fue robada más de una vez por los estudiantes, quienes llegaron incluso a pedir un rescate de cien libras a la Universidad.

Las anécdotas con el cuerpo de Bentham no tienen fin. La leyenda dice que el filósofo ha seguido participando en las votaciones importantes de la universidad. Como explica Daniel Fernández, en más de una ocasión se ha trasladado su cadáver hasta el claustro de profesores y se ha registrado su participación en el acta como "present but not voting" ("presente pero sin voto").

La última anécdota nos llega de un anuncio reciente del UCL, y tiene que ver con otra de sus singulares peticiones testamentarias. Debemos tener en cuenta que Bentham comenzó a preparar los detalles de su existencia post-mortem a los 21 años, ya que se trata de un plan muy elaborado: ordenó la creación de 26 anillos de luto —una importante tradición victoriana— para que fueran repartidos entre amigos y familiares. Estos anillos contaban con un retrato del filósofo —una silueta oscura de su perfil, pintada por John Field— y contenían un mechón de su pelo.

La UCL sólo conserva cuatro de estos, aunque conoce el paradero de otros dos. Por ello, ha hecho un llamamiento público con el objetivo de encontrar los 20 anillos restantes, que pueden estar en cualquier parte: uno de los que ahora se encuentra el el museo de la UCL, fue descubierto por casualidad en una joyería de New Orleans.

¿El objetivo de recuperar todos los anillos? Tim Causer, el investigador que lidera el proyecto, ha dicho que se usarían para una exposición en el museo, aunque también ha dejado caer la oscura verdad que todos queríamos escuchar: que han construido una cripta subterránea en la que celebrar una ceremonia ritual para devolver a la vida el cadáver de Jeremy Bentham.

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